La Mano Del Rey

La Mano Del Rey

U N O |Blanco|

La cuerda de mi arco se tensó y la punta de la flecha rogó dar ya en un objetivo. No la hice esperar más, la flecha surcó en el aire, lista para acabar con la vida de mi objetivo pero el ciervo levantó sus orejas y corrió antes de que mi flecha le atravesará el corazón.

Maldije mentalmente, ahí iba mi comida de hoy y probablemente de toda la semana.

¿Qué había asustado al ciervo? Yo había sido lo más sigilosa posible.

Caminé para recuperar mi flecha y escuché algunas ramas quebrándose lejos de mi; tensé de nuevo mi arco junto a la flecha que hace un momento había perdido.

Otro ciervo asomó su cara y de nuevo la flecha volvió a surcar en el aire. Está vez si que había dado en el blanco.

—Demonios—Corrí y acorté los 3 metros que me separaban del hombre al que había derribado.—¿Qué rayos estabas haciendo aquí?

Sabía que estaba mal pero saqué rápido la flecha de su pierna y rompí mi manga desgastada de mi blusa para hacerle un torniquete improvisado, la sangre se detuvo un momento, fue hasta entonces que me concentré en el hombre.

Pertenecía a una familia rica, no había duda, tenía ropa de aquella cara que solo esa gente podía permitirse y cargaba consigo un arco también junto a un carcaj lleno de flechas doradas.

¿Cuánto dinero podía conseguir con una de sus flechas?

Sus ojos azules atraparon los míos, ví dolor en su mirada, mi culpa seguramente.

—¿Por que se te permite cazar con tan mala puntería?—No despegó su mirada de mi y yo no titubeé.

—Fuiste tú el que se atravesó y espantaste mi comida de 1 semana.

El me miró con confusión.

—¿Tu comida de 1 semana?

Me levanté y le ofrecí mi mano.

— ¿Puedes caminar? Te llevaré a mi casa si quieres, puedo limpiar tu herida, bajar el dolor y ayudarte a que sane rápido.

Él se levantó con esfuerzos, era más alto que yo pero mis años trabajando duro me habían echo resistente como para aguantar a medias que el se recargara en mi hombro. Soltó un quejido de dolor cuando dió el primer paso, acomodé bien el arco y flechas en mi espalda antes de casi forzar al hombre a caminar.

—Me atraviesas con una flecha pero no me das tu nombre, los modales no son lo tuyo ¿verdad?

A pesar de que estaba herido su voz era autoritaria, caminó prácticamente dando saltos mientras cruzábamos el bosque, no respondí tampoco aquella acusación, lo único que me llegaba en estos momentos a ese hombre era la herida de su pierna y temía que me encarcelaran por dispararle a un miembro de los ricos. Después de un rato caminando entre el bosque la pequeña choza a la que llamaba hogar se asomó en mi vista junto a otras pocas casas dispersadas alrededor que avisaban que el reino de Oesered empezaba ahí.

—¿Esa es tu casa?—Preguntó el pero yo volví a ignorarlo.

Mi casa estaba hecha de madera y piedra, tenía dos pisos eso la hacía ver un poco más grande que las demás, mi mamá era costurera, hacía cosas maravillosas con la piel que sobraba de los animales que yo cazaba, no fallaba si apostaba que algo de lo que traía puesto aquél niño fue confeccionado por las manos de mi madre.

Lo hice entrar por la puerta trasera tratando de no hacer ruido al pasar.

—¿Alina? ¿Eres tú, querida? Llegaste un poco antes de lo normal. ¿No había animales en el bosque?

Mi mamá gritó desde su taller, aunque la casa parecía grande por fuera la verdad es que era pequeña, como todas las de Oesered.

—Soy yo mamá, desgraciadamente no tuve suerte esta vez.—Grité de vuelta y apuré al hombre a subir las escaleras.—Iré a ducharme.

Ella ya no respondió pero tampoco se movió de donde estaba lo cual me alivió, traer un hombre a casa era de las últimas preocupaciones que quería darle a mi madre.

Trabé la puerta de mi cuarto y casi aventé al hombre que me acompañaba a mi cama. Él parecía divertido, pasó su mirada azúl por todo mi cuarto y después se asomó por mi ventana.

—Espérame aquí, traeré las cosas para curar tu herida.—Me dirigí a la puerta.—Trata de no hacer ruido, resulta que mi hermana está aquí a lado y es muy curiosa.

Lo miré asentir, no esperé otra respuesta salí disparada a buscar las cosas. En la pequeña sala que teníamos había lo que mamá llamaba "Salva vidas" Antes de que papá muriera él era de los pocos doctores que había en Oesered para los que no podían acudir a un médico de esos que atendían solo a los ricos.

Aparté el recuerdo antes de que doliera más y tomé varias cosas de el estante.

—¿Paso algo?—Mamá apareció por la puerta de su pequeño taller con un vestido hermoso en sus manos y lo puso en su hombro para acercarse preocupada a mí—¿Te lastimaste Ali?

—Una rama de un árbol me lastimó un poco el pie cuando corría para tratar de alcanzar a un ciervo—Acomodé las cosas en mis brazos—Fue un rasguño pero quiero que sane rápido.

Evité su mirada y casi corrí escaleras arriba, sabía que mamá iba a querer ver el "rasguño" pero antes de que ella replicara yo ya estaba encerrada de nuevo con el hombre de ojos azules.

Puse las cosas que había traído sobre una pequeña mesita y le indiqué con la mirada a él que se sentará en la cama.

Dejó de curiosear entre mi estante con pocos libros para acercarse a mi y sentarse en el borde de la cama. Yo le quité el torniquete improvisado y me puse manos a la obra, agradecí en ese momento que aprendí demasiadas cosas sobre medicina antes de que mi papá muriera, limpié, curé y protegí la herida con agilidad

—Me llamo Nahel.

Lo miré un momento pero me arrepentí cuando su mirada azul volvió a atraparme. Regresé la mirada a su pierna, ya casi terminaba.

—Alina.—Respondí cortante mientras terminaba de vendar.— Podrás caminar con esto, estoy segura de que ya no va a dolerte por lo menos el día de hoy. Si quieres puedes regresar mañana, te cambiaré la venda.

Me dirigí a la puerta de mi cuarto y la abrí con intenciones claras.

Él levantó una ceja.

—¿Me estás corriendo?

Me crucé de brazos.

—¿Esperas alguna otra cosa? ¿Quieres que te pague o algo así? Vamos, no puedo pagar ni lo que voy a comer hoy, además curé tu herida.

Nahel se levantó de la cama, apoyó su pie herido en los tablones de madera y lo probó, como si se tratara de un juguete nuevo. Supongo que no le dolió por qué ví como abrió un poco los ojos.

Antes no lo había notado tanto por qué estaba encorvado a causa del dolor pero ahora que podía pararse bien se notaba la evidente diferencia de tamaño, más alto, más fornido.

Pasó su mano por su cabello negro y caminó a la puerta, lo acompañé detrás rogando por qué mamá o Kath no lo vieran, por suerte mi misión resultó un éxito.

—Regresaré mañana entonces—Su sonrisa era sincera aunque no la entendí por completo. ¿De verdad le estaba sonriendo a la chica que lo había atravesado con una flecha?

—Perfecto, te esperaré— Titubeé recordando su nombre.—Nahel.

Él se perdió de nuevo en el bosque fue entonces que respiré aliviada, no miento, estaba muy asustada, si Nahel me pedía dinero o algo así definitivamente estaba acabada, estaba terminando de pagar aún el medicamento de mi hermana como para agregarme otra deuda.

Entré a casa y subí al cuarto de Kath, ella estaba dormida, viéndola ahí indefensa me rompió el corazón. Ya había perdido a papá, no quiero perderla a ella también.

Supongo que mamá y yo nos hacíamos día a día la idea de que Kath no viviría mucho tiempo con nosotros, no por qué nos faltara fe, Kath tenía Angina de pecho y no teníamos dinero para pagar su tratamiento.

—Hola nena—Mi voz salió melosa, Kath había despertado mientras yo estaba ahí por quién sabe cuánto tiempo viéndola—¿Cómo estás? ¿Quieres que te traiga un poco de comer?

Habíamos estado controlando a Kath muchos años gracias a papá pero cuando el murió, el mundo de las tres se nos vino abajo.

Su pequeña voz hizo eco en mi corazón.

—Ali, ¿Ya regresó papá? Soñé que nos dejaba solas.

El corazón me palpitó rápido, acorté la distancia que nos separaba aún y la envolví en mis brazos.

—No mi niña, papá ya no va a regresar.

Escuché sus pequeños sollozos, había pasado medio año desde la muerte de papá, parecía que aún podía verlo caminar en la casa, escucharlo reír junto a Kath, verlo correr junto a mi en el bosque...

—¿Qué te parece si preparamos un pastel? Conseguí los ingredientes exactos para hacerlo.

Kath tranquilizó su llanto y me miró con sus ojitos cafés aún mojados, limpié sus mejillas pálidas, la ayudé a levantarse y la llevé en mis brazos hasta la cocina.

Yo sabía desde siempre que daría todo por mi hermana.

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Comments

Estefy Pizarro

Estefy Pizarro

buenas noches primer capítulo que leo y me parece muy bien

2024-03-21

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