El sendero por donde atravezaron era estrecho, lleno de frondosa y trepadora vegetación, de piedras lisas y bordes irregulares.
De vez en cuando se topaban con las grandes estructuras de cuarzo de algún color diferente, que les deslumbraba los ojos si les daba los rayos del sol.
Su espíritu de aventura, de estos jóvenes hombres y mujeres, les hacía caminar disfrutando de la diversión del momento.
De vez en cuando el camino se hacía complicado y dificultaba sus pasos, sin embargo, no era algo que les preocupara, al contrario, estaban ávidos de encontrar cosas interesantes desde el trayecto, no es que quisieran tener cosas que contar después ¿verdad?
En algún momento el camino se volvió más resbaladizo y ella casi cayó.
No sé había fijado hasta que su tenis le hizo perder el balance de sus piernas, porque miraba entre los árboles, en busca de sus enemigos, que podían estar escondidos entre las sombras más espesas.
No podía dejar al descubierto su agilidad tan pronto, dio un vistazo hacia ellos por el rabillo del ojo, para ver si había alguien observando, su inspección le indicó que continuará la actuación.
Hizo caso omiso de sus agudos reflejos y se dejó caer muy a pesar, procurando no desparramar sus objetos.
Alguien tras ella la venía observando, por lo que cuánto se dio cuenta que estaba por golpearse, se acercó y alargó los brazos para amortiguar el golpe.
Se escuchó el sonido de sus cosas cayendo y el quejido del chico al golpearse con el suelo.
Abrió los ojos fingiendo estar espantada por el golpe a punto de recibir pero que nunca llegó.
Cierto admirador la sostenía, mirándola a detalle en busca de golpes, que pudieran adornar esté perfecto cuerpo de diosa.
-¿Estás bien?- Preguntó mirándola como si fuera una aparición que pudiera desaparecer si la soltaba.
- Sí, creo que no tengo nada roto - Miró sus manos e intentó levantarse, pero él no se movió ni un poco - Será mejor que me dejes levantar.
- Oh - Dijo regresando a la tierra - Claro.
No se le escapó esas fugaces expresiones en su rostro que parecían está reflejando toda una serie de pensamientos en su cabeza.
Que transparente podía llegar a ser una persona si prestabas atención en aprender.
Y a ella le fascinaba el mundo de los originales.
Se levantó y comenzó a buscar todo lo esparcido con la ayuda del otro chico que iba frente a ella.
Quién regreso sobre sus pasos con el alboroto.
Dirigió su mirada más adelante donde el líder de equipo iba cuidando de Mari, como si fuese algo delicado.
Como deseo estar en el lugar de ella, al principio había pensado que tal vez él gustara de ella, pero en sus ojos sólo había amabilidad cada cuánto la miraba o le hablaba.
Sería un duro golpe para su corazón si es que supiera interpretar adecuadamente lo que le provocaba.
Los miro tratando de entender esa relación, sin saber si detestaba o deseaba las relaciones de este mundo, aunque no supiera que tan estable eran esos dos, no quería meterse entre parejas ya establecidas, para ella no era correcto romper algo que ya estaba.
Ella simplemente había llegado tarde o puede que, aunque estuviera antes nunca habría tenido alguna posibilidad.
Sólo cabía la duda como una verdadera certeza.
La chica le había caído bien, era linda entre las humanas, y lo que más le había gustado era su melodiosa voz, como una caricia suave sin llegar a lo irritante. Le gustaba ser despertada por esa voz cada mañana.
Al parecer el sendero se había enseñado con ella, porque cuando pararon a descansar por un rato, en un lugar donde había cuarzos de altura adecuada para sentarse a respirar, puso la mano en algo viscoso y suave provocándole escalofríos a lo largo de todo el cuerpo.
O más bien no se fijó porque seguía mirando a líder con la intensidad de sus pensamientos y cavilando una sarta de tonterías que no pintaba nada con su tarea.
Su primera reacción fue gritar sobre saltando a todos, y en su huida se llevó consigo al más cercano a ella que no fue otro más que al que se llamaba Marcos De la Rosa, aquel tipo que parecía enamorado de ella.
Y el que había sido su colchón en la primera caída.
Vio una larga serpiente con aire majestuoso, aparecer deslizándose donde momentos antes intentaba sentarse, no fue muy agradable saber que era un animal del tipo viscoso.
La mayoría se quedó quieta intentando ver a la serpiente para determinar si era venenosa o no, nadie quería regresar tan pronto al barco.
El kit no tenía suficientes medicinas sólo lo básico en caso de emergencia.
En el lío de su caída a ella se le cayeron los enormes y feos lentes, dejando al descubierto su fino rostro.
La mayoría siguió entretenido en el pequeño animal, sólo De la Rosa lo miraba con intensidad ya que él estaba atravesado en su camino. ¿O no ?
Nadie la había visto sin los lentes en lo que llevaban de trabajo, sólo se los quitaba cuando nadie miraba o cuando estaba en su camarote, con la puerta cerrada, claro.
Esta vez, sin embargo, su rostro de diosa había dejado mudo al que la miraba.
Aquel ser fijo su vista en sus ojos, por su expresión debía haber mucho más que algo simple, para quedarse con esa expresión embobada.
En realidad estaba mirando lo que eran unos ojos cafés claros como el chocolate diluido rodeados de un blanco inmaculado, unas espesas pestañas rizadas que enmarcaban y daban brillo a su mirada, y para completar el cuadro una aristocrática nariz respingona.
Un rostro que no podía pasar desapercibido por más que quisiera y eso que era sólo una máscara.
Aquel había quedado prendado de su belleza aún más si es que se podía, porque no quitó ni un instante sus ojos mientras ella siguió sin esos lentes.
Ella desvío los ojos rápidamente mientras se tapaba parte de la cara con una larga manga de su suéter, se levantaba del suelo, y busco sus lentes perdidos, los cuales no estaba muy lejos.
¿ Por qué no se podía ocultar más la belleza si causaba estragos en los originales?, ¿que no tomaban en serio esta parte al mandarla de misión?
Estaba bien que quisieran hacer bajar la guardia de estos seres, pero no era bueno para la cordura.
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