El viaje le pareció sumamente placentero porque no había más papeles que rellenar sólo esperar el arribo de la primera isla.
Disfruto del sol junto con su compañera, para darle a su piel un toque de color.
En otros momentos se dedicó a pasear por todo el barco con toda la calma que pudo, ¿por que no disfrutar mientras se pudiera?
Los días pasaron fugaces, entre el disfrute de su bonito camarote y el de las comidas con los demás, casi olvidó que existían los mendigos papeles, que pronto harían su aparición.
Los pequeños puntos se fueron haciendo más grandes con el paso de las horas.
Era entretenido ver acercarse tan anhelado destino entre las frescas brisas del mar, ya que mirara por donde mirara sólo había agua.
Escondió sus manos en unas pequeñas bolsas que tenía su acogedor suéter y recordó lo que había dentro de sus cosas.
En su maleta había encontrado sorprendentemente buenas ropas para el calor, había pensado que aquella mujer se había confundido de vestuario, pero al abrir encontró el mismo atuendo mucho más ligero.
A su regreso se acordaría de agradecerle a aquella mujer su esfuerzo.
La Isla tropical a la que se acercaban era en su mayor parte de cuarzo, cristales que sobresalían en muchos puntos con su destellante brillo, como la de un faro, en este caso de cientos.
Al parecer los cuarzos habían superado su escondite de roca.
Era una vista sobrecogedora para quién es lo veían.
Aquí debía recibir el primer objeto a catalogar, ¿qué clase de objeto tendría valor para ellos?
Podría sentir la energía en el ambiente, era como sentir la ligereza o pesadez de un objeto sobre ti.
¿Por qué no podía sentir el rastro de la magia? Tendría que esperar a llegar para saber lo que pasaba.
No había prisa, debía marchar con el equipo para no levantar sospechas.
Todos estaban ansiosos por poner los pies en tierra, el viaje no había sido tan largo, pero era mejor la arena al agua, los hacía sentir tranquilos.
Desembarcar se sintió genial, el agua les había mantenido mareados parte del camino algunos.
Pisar tierra firme, aunque fuera una isla era placentero.
Los chicos saltaron a la arena para correr un gran tramo mientras estiraban las piernas, la otra chica sólo se reía de ellos.
Era una chica no muy alta, de piel clara y cabellera entre negro y café, de voz suave.
Era alguien agradable de tratar.
Poco después del desembarco recorrieron gran parte de la isla para revisar cualquier inconveniente, no querían encontrar algún carnívoro demasiado audaz en medio de la noche.
Fue entonces que se dispusieron a levantar las tiendas de campaña para poder descansar; una noche fuera del barco no les caería mal.
La noche de fogata estuvo llena de historias, risas, pequeños peces asados y montones de bombones quemados.
Al parecer la despensa era variada para tener hasta bombones.
Fue una noche limpia y tachonada de estrellas, con un ambiente cálido al igual que la fogata, casi se durmió mientras disfrutaba del momento.
Una cálida mano la tocó, llamándola por su nombre para que se fuera a dormir.
Así que se levantó, se desperezó y se despidió para irse a su propia tienda.
No le pasó desapercibido esas miradas depredadoras de algunos.
No podía creer que la noche incitará tales pensamientos lujuriosos.
¡originales!
Tsk.
. . .
El exceso de calor casi no la dejó dormir o más bien los sueños que tuvo.
En ellos él coqueteaba descaradamente con ella, no había nadie cerca por lo que parecía tener la libertad que quería, fue acorralandola poco a poco, hasta que estuvo con la espalda sobre el tronco de un árbol y él sobre ella.
Tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo.
Lo vio moverse aún más cerca provocándole escalofríos.
Parecía oler el aroma que desprendía su piel es si es que lo tenía, después acercó sus labios a los de ella.
Su corazón latía alocadamente, su mente era un mar de emociones turbulentas. ¿Cómo habían llegado a esta situación?
Y esto era sólo un sueño.
Un ligero frío la hizo despertar.
Estaba algo confundida de en dónde se encontraba, su vista recorrió todo su alrededor, buscando puntos conocidos, sólo había paredes de lona que se movían ligeramente con el viento.
Fue que recordó que se encontraba en su tienda de campaña, envuelta en su saco de dormir y con una almohada.
Al parecer ya había amanecido, el frío de la mañana la había hecho despertar de tan macabro sueño.
Así que decidió salir fuera.
Algunos ya estaban despiertos tomando alguna bebida que cuánto se la ofrecieron resultó ser café.
Tomo un sorbo saboreando tan buen aroma.
Le esperaba un largo día entre las preparaciones de las cosas y recorrido del camino que les llevaría a adentrarse a la isla en busca del objeto.
Miró a uno nadar en el mar, ¿porque parecía un pez? Qué clase de movimientos eran esos.
Cuanto terminó su bebida y parte de su ligera comida subió al barco a prepararse.
El clima comenzaba a refrescar.
Se entretuvo algún tiempo en arreglarse o más bien en admirarse en el espejo.
Le gustaba su disfraz; la de chica tímida que ocultaba su belleza física tras un enorme suéter para intentar pasar desapercibida.
Se rió de si misma por el chiste.
Unos vivaces ojos cafés claros le devolvieron la mirada desde el espejo.
Se podía adivinar cierto aire felino tras ese rostro de diosa.
Volvió a ponerse esos enormes lentes para minimizar el acceso a la vista de su cara.
Agarró una mochila y su maletín con material para la investigación y bajó del barco.
La mayoría estaba lista, sólo se quedaría el barco y todas sus comodidades.
Sí que extrañaría la comodidad por los días que tardarán, no era lo mismo dormir sobre una suave colcha que sobre el suelo.
Emprendieron su camino hacia el frondoso corazón de la Isla para hacer sus estudios y encontrar el artefacto que ellos consideraban importante de una forma distinta.
Ella ocultó su agilidad felina por una torpeza moderada, así le pedía su falsa identidad, había que interpretar bien el papel por lo que durará el viaje.
Se pregunto si aquella mujer se divertía escogiendo papeles para que interpretarán en este mundo como si fuesen actores en una obra.
;)
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