Enojo de padre

...Capitulo 5...

(Narra Lorena)

Luego de salir toda histérica de la casa de Louis, me conduje a casa de Claudia, si tenía suerte la encontraría allá, pero no, es suerte lo que me falta.

Su casa estaba cerrada, me cansé de tocar y nadie respondía, subí a mi auto y tomé la ruta del aeropuerto puerto, no puede ser tan difícil no verla, mis nervios están de puntas y necesito de verdad verla y hablar con ella, no puedo dejar que nuestra relación termine así, por un mal entendido.

Esa decisión desesperada no se toma de la noche a la mañana, no es mi novia se besó con un hombre, me voy del país y listo ¿No vamos a hablar? necesitamos aclarar las cosas.

Medía hora más tarde, llego al aeropuerto, miré, pregunté, busqué y nada, absolutamente nada, no lo puedo creer, se la tragó la tierra.

Minutos, una hora completa buscando y nada, debo irme, ella no está aquí, me subo a mi auto y comienzo a conducir, enciendo la radio y me pierdo en la carretera.

Llegó a casa y Dios al parecer se apiadó de mí y me regaló un puñado de suerte ya que está todo en completo silencio, subo a mí recámara y cierro con llaves, me entra esa horrible ganas de llorar, ahora que todo estaba saliendo bien en mi vida sucede esto, mi vida siempre ha sido complicada pero ya es mucho.

Me recuesto en la cama y mis ojos inmediatamente comienzan a pesar.

—¡Lorena baja aquí ahora mismo! —como odio que me llamen cuando estoy a punto de quedarme dormida, pero mi padre no entiende eso, porqué él quiere que cuando hablé todo se haga inmediatamente, como que es Dios.

Me levanto, bajo a la sala y está papá cargado de ira, creo que ya vio el video o alguien le contó y seguro, fue mi madre.

—A partir de mañana vas a trabajar en la empresa cuando salgas de clase —¡¿Qué rayos?! —Busca donde vivir porque aquí no te quiero, por los gastos no te preocupes tendrás buen sueldo, tus tarjetas quedan canceladas, estoy completamente decepcionado de ti.

—¿Puedo preguntar qué rayos sucede?

—Sucede que eres una vergüenza para la familia, Isabel, como vas a permitir que anden videos tuyos besándote como una cualquiera con el hijo de los Tomlinson, cuando tienes estrictamente prohibido tener cualquier roce con ese... —no termina sus palabras y lo agradezco.

—Papá disculpa, pero para empezar él no es ningún desconocido, aparte no era eso lo que te preocupaba, que era lesbiana, ahora me beso con un hombre y es lo mismo ¿Qué te pasa a ti? No te cansas de querer manejar todo y a todos a tu antojo, crees que el mundo debe estar a tus pies, que debo dejarme humillar solo porqué eres mi padre —mi cuerpo está tenso de la ira que siento en este momento.

—Disculpa nada, eres una cualquiera —me lanza una cachetada, por primera vez, papá me pegó.

—Puedo ser una cualquiera y todo lo que quieras decir de mí, pero ¿sabes que es lo único que no puedes cambiar? mi forma se ser, porqué para eso, tendrías que encerrarme y lo sabes, yo no te daré gusto, ni a ti, ni a nadie.

Sin más nada salí de la casa sin un rumbo específico hasta que di a parar en el edificio de Louis y sin pensarlo subí, subí en busca de mi amigo, subí en busca del niño que fue mi novio, del que me llevaba a escondidas de mis padres a montar bicicleta, toqué y toqué, pero no está, así que decidí esperarlo. Al cabo de media hora llegó.

—Te necesito, necesito mi amigo de diez años, necesito el niño que me hacía reír, necesito que me escuchen —le digo desde que vi su rostro frente a mí, veo dolor en su cara, veo frustración y me duele, me duele mucho.

—Entremos —sé que quizás esta nueva actitud mía lo confunda, pero lo necesito.

Ninguno de los dos se atreve a decir nada y verdaderamente este silencio me agrada.

—¿Qué te sucede? —me pregunta mientras me invita a tomar asiento.

—Papá me pegó, me dijo cualquiera, me hizo sentir nada, pero de todas las cosas que me reclamo no me arrepiento de dos.

—Disculpa si no te digo eso que quieres escuchar, pero yo no soy muy expresivo —sé que sí lo es, pero en el fondo le da miedo abrirse a las personas, mejor dicho, a mí.

—No te preocupes, supongo que estás cansado yo me voy.

—No, no te vayas te puedes quedar, Camilo ayer recogió sus cosas ese cuarto está vacío y pues podemos hacer algo para olvidar los problemas.

Acepte, nos pusimos a preparar algo para ver películas, claro está sin hablar media palabras.

Después de media hora discutiendo sobre qué película ver nos decidimos por Diario de una pasión.

Pongo pausa a la película y decido romper el hielo.

—¿Por qué te fuiste a vivir con tus abuelos tres años? —su semblante cambio, se tornó frío como si le molestará lo que pregunte.

—Mis padres me enviaron por problemas económicos, tengo sueño, buenas noches.

Se paró sin más por decir y se encerró en su habitación, terminé de recoger el desastre, limpiar la cocina y apagar la TV; la habitación es muy acogedora, me puse cómoda, pero no puedo dormir o más bien no sé dormir con ropa normal, necesito mi pijama. Voy a la habitación de Louis a ver si tiene algo para prestarme.

Toque una vez e inmediatamente me respondió.

—¿Puedes prestarme algo para dormir?

—Sí, entra —giro el pomo de la puerta y está acostado en su cama mirando al techo.

Tomé una playera, y ya iba de salida, pero me detuvo.

—Quiero que sepas que no era mi intención acabar con tu relación y mucho menos causarte problemas y si voy a hacer esto es porque no lo resisto más.

Estampó su boca en la mía, un beso cargado de pasión, de locura y deseo.

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