...Capitulo 4...
(Narra Louis)
Mi cabeza es un mar de dudas en este momento, perdí los estribos no debí decirle tal cosa, no debí volver a besarla, soy gay y eso no va a cambiar.
Decido llamar a mi psicóloga, Maritza Norwich, hace más o menos un año que lo es, acudí a ella unos años después de sacar a la luz mi sexualidad y pues ella ya me había advertido sobre esto.
—Buenos días Maritza, te llamo porque juró que me voy a volver loco.
—Te espero en mi consultorio —sin responderle cuelgo el teléfono.
El tráfico está horrible para completar mi día; después de una hora de camino llego. Varios toques a la puerta hasta que escucho su aprobación para poder pasar.
—Necesito tu ayuda más que nunca.
—Sí, vi tus vídeos en redes sociales, sonríe eres tendencia, un gay y una lesbiana, hemos hablado bastante sobre esto Louis, te dije que pensaras las cosas, ella es Lorena ¿cierto? La razón de tú cambio.
—No estoy aquí para hablar de eso, estoy aquí porque no sé porque siento esa necesidad de besarla, poseerla y hacerla mía, tenerla en mi cama a toda hora.
—En la mayoría de los casos, las personas que cambian su sexualidad han experimentado estar con una persona del sexo opuesto y cambian más adelante, mientras que tú no lo has hecho y ella despierta tu curiosidad.
—No, no, no, no puedo volver a... —me siento en el sofá y recargo mi cabeza en mis manos.
—¿A qué? ¿Que no puedes volver a hacer Louis Tomlinson? Escúchame bien, para yo poder ayudarte tienes que ser sincero conmigo, y siento que no lo estás siendo.
—Muchas gracias por escucharme, regreso luego —salgo dando un portazo, iré al parque a caminar un poco.
Hay cosas tan nuestras que no es posible hablarlo con otras personas, hay cosas que nos hieren tanto, que no nos permiten avanzar. Luego de varias horas pensando y vagando por el parque decido ir a casa de Mónica, mi prima, ella me hace olvidar mis problemas, ella me entiende, ella no me abandona.
Llegó al lugar más repugnante, un barrio de lo peor, mi prima hace cuatro años cayo en las drogas y yo hace dos, las terapias con Maritza me han ayudado dejé de consumirlas hace siete meses y lo he cumplido, pero hoy necesito que me escuche una persona que esté tan rota como yo, que ha pasado lo mismo que yo, que ha llorado como lo he hecho, no vine a consumir, vine a que me escuchen.
Abro sin tocar, para encontrarme una de las tantas reuniones que hacen estas personas para consumir.
—Necesito que me escuchen como aquella vez —me brindan un vaso de lo que supongo es tequila.
Me siento en el sofá, que no sé si aún se le puede llamar sofá, está viejo y sucio, pero no me importa, solo quiero que alguien retiré todos los problemas de mis hombros y descansar, a veces siento que no puedo más.
—Hola —saluda Mónica —Sabes que estamos aquí para eso.
—No puedo más, no sé ni quién demonios soy, estoy harto del dolor, de la traición, de la indiferencia de los demás, de valer mierda, de no significar nada para nadie, de que no me den el mismo valor que doy, de que en solo una noche siempre mi vida cambie, no puedo más —tomo una pausa y continuo —Me cansé de que siempre que voy a casa de mis padres, me restrieguen en la cara lo que hice hace siete años, era un adolescente apenas y me arrebataron la felicidad, me quitaron las ganas de soñar y yo no lo quería hacer, fue un accidente y me arrepiento.
Todos están callados esperando a que continúe.
—Necesito olvidar, necesito volver al pasado, necesito recuperar lo que perdí ¡NECESITO DEJAR DE FINGIR, NECESITO VOLVER A SER YO! necesito cinco minutos de mi niñez.
—Yo quisiera decirte que todo está bien, que si le entras a las drogas nuevamente vas a olvidar, pero no hermano, cuando se te pasa el efecto vuelves a ser tú, lleno de problemas —me dice Matías uno de los del grupo —Vimos los vídeos tú besando una chica ¿Es ser gay lo que realmente quieres? Creo que ese es tu verdadero problema, fingir emociones que no sientes, fingir una personalidad que no eres tú.
—No, no finjo nada.
—Si lo haces, porque siempre hablas de esa chica, esa tal Lorena tu primera y única novia.
—No la menciones —Mónica está callada no dice nada, aún viendo que sus amigos me están haciendo mierda —Diles algo Mónica.
—No, yo te voy a decir algo. Tu problema, tu maldito problema es que no quieres escuchar la verdad, acepta que eres bisexual que tu balanza se inclina más por las mujeres que por los hombres, acepta que te encanta Lorena, es más la amas, acepta que eres un cobarde que se aleja del mundo y se aloja en personas sin escrúpulos, personas sin corazón como el idiota de Camilo, que te haces daño tú mismo, yo soy lesbiana y amo lo que soy, pero eso no se elige, eso se desea, con eso no se juega, sabes lo que se da por ser aceptado, acepta de una vez que no eres del todo homosexual Louis defiende lo que sientes porque ser gay no es moda, ni una manera de evadir la realidad.
Sé que ella tiene razón, pero sería muchas cosas las que debo poner en orden para cambiar lo que soy.
Me despido de los chicos agradeciendo todo lo que siempre hacen por mí, después de media hora ya estaba en casa, por lo menos el tráfico estaba menos pesado. Me sorprende ver a Lorena en la puerta de mi casa, con la cara toda roja de llorar.
—Te necesito, necesito mi amigo de diez años, necesito el niño que me hacía reír, necesito que me escuchen.
Dios, yo estoy roto sin saber qué hacer con mi vida y ella me pide esto.
—Entremos...
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