Aurora West ha dedicado su vida a construir un futuro brillante en el mundo del derecho. Cuando consigue una codiciada oportunidad de prácticas en el bufete más prestigioso de la ciudad, cree que está un paso más cerca de alcanzar sus sueños. Sin embargo, lo que no esperaba era que su jefe, Rafael Novoa, fuera un hombre tan implacable como fascinante.
Frío, reservado y con una reputación impecable, Novoa es un abogado brillante, pero detrás de su carácter severo esconde un conflicto interno que no está dispuesto a admitir: una atracción innegable hacia Aurora. Aunque intenta resistirse, su presencia desafía cada una de sus reglas, cada uno de sus principios.
Entre juicios, miradas furtivas y una tensión imposible de ignorar, Aurora deberá descubrir si es capaz de derribar las barreras de Rafael y demostrarle que algunas batallas no se ganan con argumentos, sino con el corazón.
¿Podrá él aceptar lo que siente o dictará su propio veredicto antes de permitirse amar?
NovelToon tiene autorización de Deiver Gutierrez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 20
POV Aurora
Desperté gracias a los rayos de luz que daban directo en mis ojos, comencé a abrirlos de a poco encontrándome con el pecho desnudo de Rafael, al verlo pude notar que ya estaba despierto, me pregunto si siquiera pudo dormir por la noche. Después de desperezarme levanté mi vista encontrándome con la mirada fija de Rafael quien tenía el rostro sereno.
-Buenos días- Solté con la voz somnolienta.
-Buen día cielo- Respondió con una pequeña sonrisa -¿Te sientes mejor?- Preguntó acariciando mi rostro.
-Aún estoy un poco adolorida, pero estoy mejor, gracias- Contesté con honestidad, agradecía desde lo más profundo de mi corazón el apoyo incondicional que me daba Rafael, dormir entre sus brazos me hizo sentir tan segura, no necesitaba nada más.
-Te voy a llevar al doctor para que te revisen- Susurró acariciando mi rostro con delicadeza.
-Descuida Rafael, no es necesario, estoy mejor- Aseguré no queriendo causarle molestia.
-No era una sugerencia amor, llegaré más tarde al trabajo, me aseguraré primero de que estás bien, después de eso te traeré de vuelta a casa si es lo que quieres...-
-No- Lo frené –Volveré contigo al trabajo, no quiero quedarme sola aquí...- Pedí mirándolo a los ojos.
-Como tú desees cariño- Terminó por decir dejando un beso en mi frente.
Le dediqué una sonrisa sintiéndome agradecida para después de eso levantarnos y comenzar a arreglarme para poder salir. Me di una corta ducha con mucho cuidado de no lastimar mis heridas y me vestí con un pantalón de vestir sencillo y una blusa lisa, opté por ponerme tenis ya que no tenía zapatos formales de piso y ni de broma me pondría tacones, tenía destrozadas las rodillas por los golpes de ayer y no me sentía en mis mejores condiciones para andar con ese tipo de calzado. Primero le pregunté a Rafael si no tenía problema en que los usara.
-Claro que no, amor, tú usa lo que se te antoje, no tienes que preguntarme- Respondió con amabilidad, yo solo sonreí con gratitud.
Después de eso salimos de mi departamento, subimos al auto de Rafael y nos dirigimos a lo que creo era una clínica privada. Llegamos y nos atendieron de inmediato, al entrar pude ver que el doctor era el mismo que me atendió aquella vez que Richards me atacó, supongo que era el médico de confianza de Rafael, quien no salió del consultorio en ningún momento estando atento a cada movimiento que hacía el doctor.
Tuve que quitarme la blusa para dejar al descubierto mi espalda, vi a Rafael hacer una mueca al ver que el doctor literal me andaba desnudando, en un momento me desabrochó el sostén para descubrir por completo toda mi espalda y poder revisarme, Rafael inmediatamente se puso frente a mí evitando que se me vieran los pechos, yo estaba en la camilla sentada con él entre mis piernas cubriéndome.
-Estoy aquí, tranquila...- Susurraba mientras acariciaba mi cabello.
No hubo necesidad de hacerme radiografías, ya que no presentaba síntomas de tener algo roto o fracturado, solo me pusieron un analgésico en las raspaduras y algo para cubrir las cortadas más profundas. Me vestí rápidamente una vez que terminaron de revisarme, por último, el medicó revisó que mis rodillas no tuvieran mayor problema y terminó con el análisis.
Gracias al cielo que solo eran heridas bastante superficiales y no iba a tener mucha necesidad de cuidados especiales o algo similar, solo me recetaron unas pomadas desinflamatorias y medicamento por si tenía dolor, al finalizar vi que Rafael pagó en caja por la consulta y salimos de aquel lugar dirigiéndonos a su auto.
-Te dije que estaba bien- Solté con una pequeña sonrisa una vez que el auto arrancó, Rafael tomó mi mano, dejó un beso en el dorso y me dedicó una mirada algo más despreocupado.
-Me siento más tranquilo ahora que lo comprobé. ¿Te sientes bien para ir a la oficina? Puedo llevarte a casa amor, me gustaría que descansaras un poco- Sugirió acariciando mi pierna.
-No cariño, estoy bien, iré contigo...- Aseguré con una pequeña sonrisa, sabía que le preocupaba mucho mi bienestar y que yo estuviera bien, tanto física, como emocionalmente.
Continuamos con un mejor ánimo durante el trayecto a la empresa, comenzaba a sentirme mucho mejor después del tormentoso día que viví ayer, realmente solo quería olvidar lo que había sucedido, me daba repudio pensar en lo que Bruce Lewis había intentado hacerme, creo que eso me dolía más que cada golpe que recibí. Sabía que Rafael no se quedaría sin hacer nada, estaba consciente de que actuaría en contra de cada uno de los hombre que me habían lastimado, y me causaba algo de inquietud saber qué es lo que le haría a Bruce cuando sepa que intentó abusar de mí...
POV Rafael
No pude quedarme tranquilo hasta que llevé a mi chica a revisar sus heridas, tenía que estar seguro de que esos malnacidos no provocaron un daño mucho mayor en ella. Debo admitir que mi lado tóxico y posesivo ardió de celos al ver como el doctor desnudaba a mi mujer y estuvo a punto de ver algo que solo puedo ver yo, cuando eso pasó rápidamente me puse frente a ella para cubrirla y en parte también lo hice porque sabía que Aurora no estaba nada cómoda y quería brindarle tranquilidad y confianza.
Afortunadamente todo salió bien y pudimos salir de la clínica no mucho tiempo después, me hubiera gustado que Aurora se hubiese quedado descansando pero ella insistió en que estaba bien y se sentía cómoda yendo a trabajar, yo honestamente no tenía la capacidad de negarle nada, así que hice lo que ella pidió.
Al llegar a la empresa, dejé mi auto en el estacionamiento privado, bajé a abrir la puerta para mi novia y caminamos al ascensor con nuestras manos entrelazadas, una vez que las puertas de este cerraron y marcamos el botón al último piso, me voltee en dirección de ella y la tomé por la cintura dejando mi rostro a escasos centímetros del suyo.
-Prométeme que si te sientes mal o te molesta algo, me lo dirás, cualquier cosa, por favor cielo- Pedí con su frente pegada a la mía manteniendo mis ojos cerrados, ella pasó sus manos detrás de mi nuca y dejó un corto beso en mis labios.
-Lo prometo, estaré bien amor, descuida...- Aseguró besándome nuevamente de forma suave, yo correspondí inmediatamente suspirando entre el beso, me encantaban sus labios, todo de ella me fascinaba –Y... ¿Qué hay para hacer hoy, señor Novoa?- Preguntó con una sonrisa traviesa una vez que se separó de mí provocándome al llamarme "Señor Novoa".
-Usted lo que hará señorita, es dejar de provocarme porque te juro que soy capaz de tomarte y hacerte jodidamente mía en mi oficina...- Susurré deseoso de ella recargándola con cuidado en la pared de atrás.
-Sería interesante... Nunca lo hemos hecho ahí- Respondió acariciando mi pecho aun manteniendo su sonrisa, yo me acerqué a dejar un beso necesitado en sus deliciosos labios, mantuve una mano en su cintura y la otra la bajé a su trasero apretándolo y acercándola más hacia mí, la escuché suspirar y desee seguir en lo nuestro pero escuché el sonido del ascensor alertando que ya estábamos en nuestro piso. Me separé lentamente de ella, la vi con una sonrisa, dejé un último beso en sus labios y tomé su mano para salir del ascensor.
-Te asignaré un caso que acaba de llegar, cariño. Quiero que vayas intentando hacer esto sola para que puedas forjarte y poder estar mucho más preparada para cuando te gradúes y comiences a llevar casos por tu cuenta... ¿Estás de acuerdo?- Pregunté mientras entrabamos a mi oficina, ella me vio un poco sorprendida pero muy feliz a mi parecer.
-¡Claro! Me encantaría, muchas gracias por la confianza que estás poniendo en mí-
-Eres la mujer más talentosa que conozco, amor, estoy seguro que lo harás estupendamente bien- Aseguré dejando un beso en su frente y extendiendo la carpeta con la información.
Ella la tomó y me agradeció una última vez antes de salir de mi oficina dejándome completamente solo. Después de que mi chica saliera, me recargué en mi escritorio soltando un fuerte suspiro, aun sentía tanta ira en mi interior, este deseo de venganza no desaparecía, me hacían querer encargarme de ellos yo mismo, pero tenía que controlarme y pensar las cosas con calma.
Lo primero que haría sería investigar quien carajos se encargó de hacerle daño a mi mujer, y después de eso llamaría a mis contactos para que ellos arreglaran esta situación, obviamente no antes de darle la paliza de su vida a cada uno de ellos con mis propias manos. Regresé detrás de mi escritorio para ponerme manos a la obra.
-Allen...- Dije llamándolo por el teléfono –Necesito que me traigas la computadora con el programa de las cámaras de la ciudad- Pedí con firmeza.
-¿Con las de la ciudad?- Preguntó confundido.
-Sí, ahora- Ordené cortando la llamada.
Entendía su confusión, solo él y otro par de personas se encargaban de la investigación privada de la empresa, solo ellos tenían el acceso a esa información, y sabía que le causaba cierta duda que yo quisiera encargarme de una situación en particular, pero no tenía por qué darle ninguna explicación, yo soy el jefe después de todo. La puerta sonó unos minutos después.
-Adelante...-
-Traigo lo que pidió, señor...- Dijo Allen caminando con una computadora en las manos dejándola frente a mí -¿Necesita algo más?-
-No, retírate- Respondí sin mirarlo tomando la computadora y abriendo el programa para comenzar con mi búsqueda.
Comencé poniendo la fecha del día de ayer con la hora aproximada en la que Aurora salió de la empresa, puse justamente la cámara que daba al frente de esta encontrando el momento exacto en el que se fue. Tal como dijo, se fue con Darcy en su auto, continué la secuencia cambiando el ángulo de las cámaras hasta que se estacionaron frente a una cafetería no muy lejos de la empresa. Se mantuvieron ahí unos 30 o 40 minutos hasta que las vi salir del lugar, conversaron un poco, parecían discutir por algo hasta que finalmente se despidieron y Aurora continuó su camino a pie.
Sentía ya a este momento cada vello de mi piel erizarse mientras la veía caminar por las calles a través del video, no estaba preparado para ver lo que estaba por pasar. Momentos después, veo como alguien la toma violentamente y la arrastra a un callejón, cambié la cámara para poder ver todo lo que pasó ahí, también activé el sonido para escuchar cada asquerosa palabra que salió de la boca de ese hijo de puta.
Vi como la estrelló fuertemente contra la pared y mantenía su mano en su boca; Tal como ella lo mencionó, se trataba de Bruce Lewis, podía ver el rostro invadido por el miedo de mi chica, yo tensé mi mandíbula y apuñé mis manos reuniendo fuerzas para poder continuar viendo esta pesadilla. Me sentía muy culpable de esto, él obviamente la atacó por mi culpa, para poder convencerme de representarlo en el caso, veía como ese maldito olfateaba su cabello y se atrevió a pasar su lengua por su mejilla, Aurora sufría y pedía que se detuvieran.
Me sentía tan impotente y tan furioso de estar viendo lo que le hacían y no poder hacer nada; En el momento en que ella se negó a acceder a lo que él pedía la tomó del cabello y la arrojó con fuerza causando un jadeo por parte de ella, dio la indicación a sus hombres de que le "dieran una lección" pero ordenó específicamente que no dejaran rastros visibles, él maldito sabe que de enterarme lo mandaría a aniquilar al instante, y no podía estar más en lo correcto, él y sus hombre firmaron su sentencia de muerte desde el momento en que les cruzó por la mente hacerle daño a mi mujer.
Comenzaron a golpear su espalda con sus cinturones, uno de ellos la golpeó con la parte de la hebilla causando las heridas más profundas provocando que su blusa blanca comenzara teñirse de rojo. Yo me sentía destrozado de ver aquello, mis ojos estaban totalmente cristalizados y no tenía la capacidad de articular una sola palabra. Mi chica gritaba con cada golpe y pedía que se detuvieran... De un momento a otro los hombres pararon, pero vi como Lewis se acercaba peligrosamente a ella, yo me puse de pie sintiendo un profundo miedo en mi pecho, que no se atreva a hacer lo que estoy pensando porque lo mataré con mis propias manos.
-No, no, no, no...- Susurraba destrozado viendo como aquel hombre se ponía entre sus piernas, subía su falda y desabrochaba su pantalón. Ella gritaba y pataleaba con desesperación hasta que uno de los hombres lo detuvo, asegurando que volverían a terminar aquello de no convencerme de representar a Lewis.
Yo no podía sentirme peor en este momento, estando aun de pie miraba la pantalla con lágrimas en mis ojos, al momento en que todos esos hombres se fueron, Aurora comenzó a llorar de una forma desgarradora, las lágrimas resbalaban por mis mejillas sin poder evitarlo, ella era mi debilidad y me dolía saber todo el daño que le habían hecho.
Me sentía descontrolado, caminaba por mi oficina como león enjaulado suspirando fuertemente pasando mis manos por mi cabello. Patee mi silla y arrojé todo lo que tenía enfrente sintiendo la furia desbordarse por cada poro de mi piel. Segundos después escuché que alguien entraba a mi oficina, levanté mi rostro y vi a Sebastian cerrando la puerta detrás de sí para después acercarse con el rostro desencajado.
-Rafael, ¿Estás bien? ¿Qué te pasa?- Preguntó con algo de preocupación, yo no podía dejar de caminar y suspirar con pesadez.
-¡Quiero que llames a Hudson y le digas que quiero verlo, YA!- Pedí sin poder controlarme viéndolo finalmente.
-¿A Hudson? ¿Por qué? ¿Qué está pasando Rafael?- Sebastian preguntó confundido, sabía el porqué de su confusión.
Hudson era el jefe de un equipo especializado externo a la empresa al cual recurríamos cuando queríamos hacer movimientos no tan legales. Dejémoslo en que nos ayudaban a cobrar justicia por nuestra propia mano. Jamás en la vida he llegado a cometer homicidio personalmente, pero he influido en la ejecución de este, eran muy pocas las veces que había requerido llamar a Hudson y su equipo, pero considero que esta vez era muy necesario.
-Atacaron a Aurora ayer por la tarde...- Solté después de unos segundos de silencio pasando mi mano por mi rostro.
-¡¿QUÉ?! ¡¿Quién?! ¿Qué pasó?- Preguntó muy angustiado y lleno de sorpresa.
Yo no pude responderle, solo me acerqué a la computadora y regresé el video para que pudiera verlo por él mismo, no tenía la capacidad de articular una sola palabra para describir lo que le hicieron a mi Aurora. Puse el video y me alejé para que Sebastian lo pudiera ver, yo no quería volver a mirar esa cosa.
Un par de minutos pasaron cuando escuché los suspiros pesados de Sebastian y lo vi desbordar furia todo el cuerpo.
-¡Hijo de puta!- Gritó lleno de ira, era lógica su reacción, él quiere a Aurora como si fuese su propia hermana -¡Maldito infeliz, está muerto!-
-Quiero que le pidas a Allen que meta esta foto al programa de reconocimiento facial, quiero los nombres de esos bastardos hoy mismo, lo van a pagar caro cada uno de ellos- Aseguré recargándome en mi escritorio con mi vista perdida.
-Lo haré, tenlo por seguro... ¿Y Aurora cómo está? ¿Ella te contó lo que pasó?- Preguntó con curiosidad.
-Ella está bien, dentro de lo que cabe. No quería decírmelo, tenía miedo de que Lewis me hiciera algo por hablar o que yo me metiera en problemas porque sabe que no me quedaré de brazos cruzados- Respondí algo más tranquilo.
-Sabe lo que vas a hacer, ¿Verdad?-
-Créeme, está más que enterada... Aun agradezco al universo por ponerla en mi camino, ella es mi otra mitad, Sebastian; me acepta como soy, no le asusta mi intensidad ni lo que puedo llegar a hacer. No sé qué haría sin esa mujer, lo digo enserio...- Admitía con mi corazón en la mano, hablaba enserio cuando decía que prefería la muerte antes que vivir sin ella a mi lado.
-Me alegro de que estén juntos y se tengan el uno al otro, siento tanto lo que le hicieron esos hombres, ella no lo merece, pero al menos nos encargaremos de que no vuelvan a hacerle daño ni a Aurora, ni a ninguna otra persona- Habló Sebastian con seriedad, yo asentí ante sus palabras y nos pusimos a hablar de cómo procederíamos.
Estuvimos conversando unos cuantos minutos hasta que Stan le llevó las fotografías a David para meterlas al programa de reconocimiento facial. Yo aproveché ese momento para salir de ahí e ir con mi chica, tenía la necesidad de ver que estuviera bien, después de ver aquel video me quedé con una horrible sensación en el pecho y solo quería estrecharla entre mis brazos y asegurarme de que estaría a salvo por siempre.
Salí de mi oficina sin ver a nadie, solo caminando directo a donde sabía que estaba mi chica, al entrar a su oficina la pude ver de espaldas a mi acomodando algo en un archivero, yo me acerqué a ella y la abracé con delicadeza por la espalda dejando mi pecho pegado a su cuerpo. Ella dio un salto del susto pero al darse cuenta que era yo se relajó.
-Perdóname mi amor, perdóname por favor...- Susurré aun con la culpabilidad taladrando mi mente y mi corazón, ella se volteó lentamente y se angustió al ver mis ojos cristalizados.
-Rafael, ¿Qué pasó?- Preguntó preocupada acunando mi rostro entre sus manos.
-Es solo que... lamento tanto no haber estado ahí para ayudarte, lo que te pasó fue culpa mía, debí haberte protegido...- Me lamentaba mirando sus ojos directamente sin importarme que viera mi estado más débil y vulnerable.
-Deja de culparte por lo que pasó Rafael, estoy bien, afortunadamente no pasó a mayores, enserio estoy bien- Dijo en voz baja con una sonrisa dejando un corto beso en mis labios, yo negué con una pequeña sonrisa y la abracé hundiendo mi rostro en su cuello.
-Te amo tanto Aurora, no dimensionas cuanto te amo, no dejaré que te vuelvan a poner una mano encima, nunca... Lo juro- Aseguré aspirando su aroma sintiéndome en paz por tenerla entre mis brazos.
-Yo también te amo Rafael, te adoro con locura cariño- Respondió ella acariciando mi cabello.
Me separé un poco para besar sus labios con ternura, esto solo era un obstáculo en nuestra vida, me aseguraría de cuidarla, y de que estuviera a salvo. Necesitaba poner en marcha mi plan para deshacerme de esos malnacidos, vengaría todo el daño que le hicieron a mi chica, se arrepentirían tanto de lo que hicieron.
Todo estaría bien, mi hermosa Aurora, todo va estar bien.
Ya me encargaría yo de resolver esta situación.