No Llames

Los pájaros cantaban y solo Sol los escuchaba, el día anterior fue tan cansón, que todos seguían profundamente dormidos, como no, si Elvis se había quejado toda la noche por el dolor de su pierna.

Sol estrujó sus ojos, abriéndolos bien para darse cuenta de que no estaba donde se había quedado dormida, Sol amaneció en una cama hecha de dos buzos de Ángelo, su olor estaba impregnado en ella y le encantaba, sintiendo su piel erizar con sólo imaginarlo muy cerca de ella.

Salió con sumo cuidado, buscando a Ángelo, pero no lo encontró, aprovecho que el río estaba cerca y todos seguían dormidos para darse un buen baño, de esa manera tener más energía para seguir el camino.

Quitó su ropa y quedó en solo ropa interior, disfrutando el momento tan delicioso, que le ocasionaba estar metida en el agua, hasta que siente unos brazos, rodearla por detrás, su olor es único, Sol cerro los ojos, sintiendo un beso en su cuello que despertó su deseo hormonal.

—¿Me buscabas?— Le hablo el ojos azules, haciendo que la chica frunciendo el ceño.

—No, por qué querría buscarte.— Le respondió con una leve sonrisa de burla, haciendo sonreír al guapo chico, quien se acercó, la pego a él, acarició su mejilla con su otra mano.

—Quiero besarte.— Le susurró entre sus labios.

—Quiero escuchar que tú también quieres.—Le volvió a susurrar, esta vez a su oído, sacando un suspiro de Sol.

—Si quiero.— Respondió en un susurro, con un poco de dificultad, sintiendo la mano de Ángelo en su abdomen y sus labios en su oído.

—Quiero que me beses.— Le repitió Sol, Ángelo sonrió, sus manos tomaron la cara de Sol, dándole un pequeño beso, profundizándose más en pocos segundos, la chica no le quedó de otra que cruzar sus piernas por las caderas de Ángelo, arrepintiéndose de inmediato, al sentir que algo duro estimulaba su entrada y la excitaba.

—Puedo sentir y oler su deseo, sol y eso me mata, me encanta.— Ángelo quitó sus piernas y fue tocando su abdomen, bajando a su panti, adentrando su mano y con un dedo, acariciaba lento su entrada, haciendo que Sol cerrará los ojos y mordiera su labio inferior, su parte íntima dolía de del deseo que sentía en ese momento.

De golpe sintió como Ángelo se separó de ella y salió sin decir nada.

—Vienen, ya vístete y escóndete, después seguimos.— Le hablo guiñándole el ojo mientras se colocaba la ropa, Sol no escuchaba que alguien venía, pero le hizo caso, viendo cómo siquiera la esperaba, ella decidió esperar a escondida, para poder pasar por el camino limpio, sin pensar lo que estaba por escuchar.

A los cinco minutos, vio llegar a perla y felipe, quedando atónita, no sabía como Ángelo logro escucharlos, su piel se erizaba de solo pensar cosas raras, inimaginables.

—Perla, yo no sé cómo lo vas a tomar, pero no pienso lidiar con Elvis, solo quiero salir de aquí.— Perla agachó la cabeza.

—Lo sé amor, yo también quiero irme.—Expuso ella con algo de tristeza.

—¿Debo sentirme menos malvada?— Los interrumpió Elba, perla y felipe estaba esperando que los insultaran, pero no, ella se acercó.

—¡Tampoco quiero lidiar con él, no cargaré a un renco en toda la universidad, por Dios!—Chillo algo sarcástica.

Sol estaba atónita, ¿eran esos unos amigos de verdad? ¿Acaso sabían lo que significaba la palabra amistad?

No solo Sol estaba sorprendida, que de inmediato regreso para no escuchar más, también sus amigos, Zoila y Pedro, quedaron aún más sorprendidos, pedro tapo la boca de su novia y se regresó a la cabaña, antes de entrar se quedó un momento pensando que hacer, mientras Zoila lloraba de solo pensar, que si fuera ella, los dos entraron cuando escucharon un grito de Elvis.

—¿Qué hacen?— Les grito pedro, Ángelo y Sol curaban la herida de Elvis, quitando toda carne muerta para evitar que se le infectará la pierna, usando plantas que Sol no sabia eran buenas como antibióticos.

—Solo lo ayudamos.— Señalo Ángelo, molesto.

—Me están curando, déjalos.— Corroboró Elvis, para calmarlos.

—¿Porqué hacen esto?, si nos hemos portado mal con ustedes.— Interrogó Pedro, sobre todo viendo a Sol, quien solo busco una respuesta en Angelo.

—Lo hago porque Sol me lo pidió.— Expresó Ángelo, dejando a ambos sin habla.

—Son más amigos, que nuestros propios amigos, sin importar lo poco que haga.—Replico Zoila.

—¿De que hablas?— Interrogo Elvis.

—Cálmate amor, saldremos de esta.— Le hablo pedro a Zoila, para que no dijera nada.

—Dime la verdad, te conozco.— Pregunto Elvis a Zoila.

—¿Quieres saber? ¡Pues tu Novia y amigos quieren irse sin ti, no quieren lidiar contigo!—Exclamó Zoila, Elvis se negaba, pero la mirada de pedro lo decía todo.

— Lo sabía, ya no les sirvo.— Hablo Elvis llorando, Sol y Ángelo se veían, decidiendo salir afuera para darles más privacidad.

Ángelo caminó adelante, seguido por Sol, que deseaba preguntarle algo, pero no se atrevía, al salir él la pego a la pared.

—Sabes, puedo sentir, oler y adivinar todo lo que piensas, haces y quieres.— Sol tembló, por lo nerviosa que estaba.

—¿Quién eres?— Interrogó.

—No seas tonta, es juego, solo sé que te gustó, como tú me gustas, nada más.— Se retractó Angelo, confundiendo a Sol, aunque un corto beso quitó sus pensamientos.

Dentro de la cabaña, los tres amigos debatían en que hacer, no deseaban más estar al lado de esos farsantes.

Ángelo entró junto a Sol para decirles que ya regresaban del río, Sol nuevamente quedó confundida, ¿ella no había escuchado nada, como él lo sabía?

No fue hasta cinco minutos después que llegaron, Elba se acercó a Elvis, quien se aguantó de decirle unas cuantas cosas, perla y Felipe hacían como si nada.

—Ya debemos irnos.— Propuso Ángelo.

—¿Te crees el Jefe o qué?— Reclamo Felipe a Ángelo.

—No se cree el jefe, solo te lo dice para que sigas, ya que el jefe eres tú, debemos aprovechar la luz del día.— Reclamo Pedro en tono molesto, que junto a Ángelo levantaron a Elvis, Felipe junto a Perla caminaban adelante, Elba en el medio, pensando mucho lo que sentia, Sol y Zoila más atrás.

—¡MALDITA SEA, BÁJENME!— Grito Elvis, con los brazos cansados, con el corazón dolido,

—Ustedes sigan, busque a alguien rápido y luego vienen por nosotros.— Les exigió Elvis, haciéndole las cosas fáciles a ellos o eso pensaban.

—¿Estás seguro, amor?— Pregunto Elba, sentía que estaba mal dejarlo ahí.

—Si, si.— Le respondió de mala gana, el dolor y la decepción eran muy fuertes para el en ese momento.

—Nosotros nos quedamos aquí con el.—Mencionó Pedro, hablando por Zoila también, ellos se fueron y los demás se quedaron, Elvis Estuvo llorando por más de media hora, donde solo lo observaba pedro, Zoila y Sol, Ángelo se había ido ya, según él, a buscar otras frutas para el camino.

—¿Es más fuerte lo que sentías cada vez que te molestaban?— Interrogó Elvis, con lágrimas en los ojos, Sol no sabía qué contestar.

—Contéstame, ¿qué hacías cuando llegabas a casa? ¿Curaban tus heridas o te las curabas sola? ¿Llorabas? ¿Deseabas matarnos o morir?— Sol solo lloraba, no era capaz de decir lo que realmente quería.

—¡Dime por favor!— Le suplico, deseando tener un poco de paz en ese momento de tanto dolor.

—Solo deseaba tener a mis padres vivos, así tal vez no recibía sus maltratos, ¡me gustaría sentir un poco de satisfacción en estos momentos, pero no es asi!— Expresó Sol, en un tono elevado y al final sarcástico, Todos quedaron en silencio por unos minutos, sin saber qué decir, con la respuesta de sol, entendieron muchas cosas, mientras ellos tenían sus padres vivos, pero sin disfrutarlos, Sol los deseaba.

—Perdón, no quise ser así, me dejé llevar por mí supuestas amigas.— Hablo Zoila llorando, deseando salir ilesa de todo.

—Estoy muy arrepentido, aunque no cambie tu odio por mí, me aseguraré de ser mejor persona de ahora en adelante.— Se sincero Pedro.

—Yo recibiré bullying y ese será mi peor castigo.— Exclamó Elvis con un nudo en la garganta, secando sus ojos llenos de lágrimas, Sol no pudo evitar sentir lastima por ellos.

—¿Estás mejor? ¿Puedes seguir?— Pregunto sol, viendo su herida sangrar.

—Me duele.— Se quejó Elvis, estaba por decir algo más, cuando pedro pidió silencio al escuchar todos un aullido nuevamente junto a unos gritos desgarradores, erizando sus pieles, acelerando sus corazones, sintiendo la muerte muy cerca.