Capítulo 5

Las pisadas se escuchaban haciendo rechinar la nieve debajo de nosotros.

-¿Quién eres?- la voz agitada del Principe protestó.

-Alguien sin importancia.- Contesté cortante.

-¿Porqué me salvaste?- dijo sin dejar de mirarme.

-Eres mi pase a Tariq.- dije un poco sofocada por el frío aire que entraba en mis pulmones.

Estabamos cerca del punto donde me encontraría con Eliah, pero un rastro de pisadas cerca de donde era el punto me sacó de mis pensamientos. Las pisadas coincidían con una persecución. Tal vez estaban detrás de Eliah.

Frené de golpe, pensando si tenía que huir con el príncipe o ir a ver a donde se dirigían las pisadas.

-Hay algo adelante.- la voz del príncipe se escuchó a mi lado.

-Tengo que ir a buscar algo. - dije avanzando por el camino de las pisadas.

-Posiblemente sean pisadas de guardias reales persiguiendo a alguien, si vamos puede que nos atrapen. ¿Qué es tan importante como para ir a buscarlo y arriesgarte de nuevo?-repeló.

-Mi hermano...- mencioné sin dejar de avanzar.

-Esto es frustrante, niñas no se aparten de mi. Vayan en frente yo cubriré atrás.- ordenó juntando a las niñas y colocándolas en medio de nosotros dos.

-¿Tu hermano, te ayudó en esto?- preguntó un poco confundido.

-El se encargó de que el número de guardias se disminuyera.- con cada paso se podía ver un desastre más grande conforme íbamos avanzando.

No tardamos mucho cuando se dejó ver un campo de batalla, donde varios guerreros estuvieron combatiendo, dejando todo a su alrededor lleno de sangre y cuerpo tirados en la nieve. Al rededor de casi veinte cuerpos rodeaban el lugar. Ni uno se encontraba vivo, hasta que a lo lejos, un blanco cuerpo casi del color de la misma nieve llamó mi atención.

Llevaba la misma ropa que Eliah.

Corrí sin parar hasta llegar a donde estaba. Sabía que era un plan en donde hubieran variantes, pero jamás pensé que él pudiera salir herido y mucho menos morir. Tal vez no pudo parar de pelear hasta que acabo a cada uno de ellos, para que ninguno me siguiera.

El cuerpo de mi hermano se encontraba lleno de sangre, de pies a cabeza, sosteniendo su espada a pesar de ya no poder levantarla.

Mis piernas dejaron de responder haciéndome caer en la fría nieve frente a mi hermano.

Tal vez no debí prohibirle usar sus poderes. Un dolor en mi corazón comenzó a crecer.

Hasta que un sonido de risa contenida se hizo presente. Mis ojos se encontraron con los suyos, una gran sonrisa estaba en su rostro.

-Eres un idiota- dije mientras me ponía de pie y volvía a mi mirada fría que siempre tenía.

-¿Eso le dices a alguien que acaba de regresar de los muertos?- ahora podía ver bien, ninguna herida estaba en su cuerpo, la sangre en todo su cuerpo ni siquiera le pertenecía.

-Levantate idiota, tenemos que irnos. -

-¿Conseguiste el pase?- dijo sin dejar de sonreír. Ambos miramos al frente viendo a lo lejos solo unos bultos cerca del caos que había ocasionado mi hermano.

-Lo hice.

Camino a las montañas fuimos explicando el porqué habíamos salvado al príncipe y con cuál propósito.

-Agradezco que hayan salvado las vidas de estas niñas y la mía, pero para ser honesto. No podría ayudarles a cruzar. He perdido todo lo que me daba poder y cruzar nosotros solos atraería a cazadores y seriamos blancos fáciles para cualquier territorio que quiera invadir mi país. - comentó el príncipe haciendo énfasis a la gente que viajaba con él. La culpa podía sentirse con cada palabra que dijo.

-Un príncipe que se preocupa por su gente ¿qué podemos hacer ahora hermana? sin su gente el pequeño príncipe no es nada.- dijo mi hermano burlándose abiertamente. Una ligera sonrisa se formó en mis labios por su comentario.

Estabamos a unos metros del punto que habíamos acordado Eliah y yo antes de comenzar todo.

El rostro del príncipe se puso tenso al ver cómo se burlaban de su gente frente a su presencia. Con zancadas grandes se puso frente a mi hermano retandolo con la mirada.

-Deje de pelear su Majestad y mejor mire al frente- dije con un tono relajado.

Entre los árboles y la maleza creciente entre la nieve salieron hombres pertenecientes de las tropas de Rahim, acompañados de gente que sirve a la realeza. Un número de treinta personas nos rodeaban. Dándole la bienvenida a su Príncipe.

-¿Ahora puede ayudarnos?- dije mirando fijamente al hombre frente a mi. No dejó de mirarme hasta que caminó a revisar a cada persona.

-Vámonos.- fue lo único que pronunció antes de caminar.

-Tenemos que salir rápido de aquí, la gente no soportará mucho el frío y la mayoría no tiene como cubrirse de la nieve- la voz de un hombre a lado del príncipe se hizo presente. El consejero privado del principe lo acompañaba. Un hombre molido a golpes y tez fría.

-No tenemos comida o algo que pueda ayudarnos en el camino.- pronunció su majestad.- mi hermano y yo habíamos reunido un par de cosas una docena de abrigos y capuchas y algunos víveres con todo el dinero que traíamos en los bolsillos. Pero aún así no eran suficientes para cuatro decenas de personas.

-Yo robé de él dinero de todos los guardias que cayeron- dijo Eliah mostrando una bolsa llena de monedas Catar, La Moneda utilizada en Akka.

-Y yo robé doblones de oro cuando estaba en el palacio.- dije mientras sacaba de mis bolsillos tres doblones de oro.

Las personas a mi alrededor me miraron con asombro al ver que los lingotes eran enormes y que eran del doble del tamaño de mi mano.

-¿Estuviste cargando eso todo el tiempo?- la voz de mi hermano mostraba admiración.

-Si.

-Son casi veinte kilos por cada uno.- comentaba el príncipe.

Su asombro era común. Era una persona de un metro cincuenta y cinco de estatura con un peso de cincuenta kilos cargando casi sesenta kilos en sus bolsillos era más de mi propio peso.

-Nos servirá para el camino a Rahim.- dijo Elio el consejero del principe, avanzando entre las montaña, a un par de metros para salir del territorio de Akka y del frío clima.

...

Habíamos parado en un puesto errante de mercaderes a las afueras de Akka. Para surtir todo lo que pudiéramos para seguir el camino hasta Tariq.

-¿Que tan especial es la persona que buscan que fue secuestrado por el reino de Nesta?- preguntó el príncipe.

-El viejo es la única persona con la habilidad de fusionar un núcleo de maná a cualquier objeto.- Contestó Eliah.

-¡¿La persona que buscan es el gran herrero Zion?!- Elio no pudo contenerse de preguntar abiertamente.

-Pensé que había muerto hace muchos años.- comentó Alligator.

-Antes de ser capturado huyó y fingió su muerte. Después de eso el nos acogió y nos cuidó. Hasta que fue encontrado.- Contestó Eliah, con un tono de tristeza. Aún ocultamos cuáles son nuestros poderes y el porqué Zion huyó con nosotros.

Si ellos se llegan a enterar posiblemente terminemos siendo enemigos y complicaría la búsqueda de Zion.

-Aun no he podido saber los nombres de mis rescatistas.- mencionó el príncipe Alligator con una pequeña sonrisa.

-¿RESCATISTAS?- Gritó fuertemente Elio. Asombrado de lo que había dicho.

-Eres demasiado ruidoso Elionae.- dijo el príncipe cansado de los gritos de su consejero.

-Pe...pensé que habías aprovechado la situación y habías escapado.- mencionó su acompañante.

- Pusieron este inhibidor de poder en mi cuello.- dijo señalando el dispositivo que aún no había podido quitarse por la falta de un manipulador de maná. -Así fue como mi pequeña rescatista apareció y me liberó de las cadenas y salvo a un par de niñas.- dijo como si hubiera sido un logro sin dejar de sonreír a mi dirección.

No había podido ver directamente al príncipe hasta ahora. Un hombre de tal vez treinta años, de un metro ochenta con cabello azabache y grandes músculos. Era como ver a un modelo de pasarela. Sus ojos negros penetrantes con facciones finas y remarcadas iban a juego con su asimétrico rostro. Realmente el era una persona atractiva.

-Mi nombre es Eliah Abbot y ella es mi hermana Leonor Ayra. - Respondió mi Eliah.

- Es un poco tarde para una presentación apropiada pero es un gusto conocerlos.- saludó estirando su mano para darnos un apretón de manos.

Después de haber recolectado todo lo que necesitábamos y equipar a cada persona que iba con nosotros de lo básico seguimos nuestro camino a Tariq.

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