No se atrevan a subestimarme.

El camino al palacio tomaría un día y medio, los soldados no me hablaban y simplemente seguimos nuestro camino, subí en uno de los caballos cubrí mi cabeza y uno de los soldados iba caminando a un lado del caballo para cuidarme, yo no quería hablar y me dolía en el alma la muerte de Layla.

Llegamos al amanecer a la entrada del palacio pero los guardias de la puerta nos bloquearon la entrada.

- ¿Qué esta sucediendo? dijo uno de los soldados.

- Los soldados y servidumbre deben entrar por la puerta de atrás.

El soldado con quien venia se mostro molesto y con una voz mas fuerte respondió.

- Claro que conozco las reglas, la que viene conmigo es la hija del rey, el mando por ella y vamos a verlo justo ahora.

Los guardias de la entrada me vieron despectivamente, por la situación había olvidado por completo cambiarme de ropa, estaba llena de tierra por enterrar a Layla, además el viaje había sido muy largo y estaba cansada.

Los guardias al ver mi apariencia no me dieron importancia.

- Aun así con esas pintas será un agravio dejarla pasar, vayan por la puerta de atrás.

Estaba molesta, como se atrevían a tratarme de esa forma.

Me descubrí la cabeza y baje del caballo, es cierto estaba descuidada pero si dejaba que unos simples guardias impidieran mi camino, la vida en este lugar seria una tortura.

Me acerque a ellos segura de mi, este lugar estaba lleno de enemigos y mostrar debilidad no era opción, como si tratara con mis empleados con una voz clara y firme les dije.

- Déjenme pasar en este momento, de no ser así simplemente me marchare y ustedes deberán explicarle al rey el por que nunca me presentaron ante el.

Los guardias estaban furiosos al sentirse retados pero una gran aura de poder se podía sentir de esta chica.

Al final para evitar problemas simplemente nos dejaron pasar.

Los soldados la habían llevado estaban sorprendidos durante todo el viaje ella parecía una simple chica humilde, se notaba estaba triste, pero en un instante y sin dudarlo ella amenazo a los guardias y no permitió que la trataran mal.

Era claro que ella pertenecía a la familia real.

Al entrar al palacio me di cuenta era un lugar digno de un rey había un patio central donde había sirvientas caminando por todos lados para  para cumplir con sus responsabilidades y había aproximadamente unos 200 soldados entrenando.

Al centro justo frente a la entrada estaba el acceso al palacio a mi parecer era muy similar a un palacio victoriano, tenia dos torres, techos altos y grandes ventanales.

A pesar de mi sorpresa no lo mostré, seguí caminando calmadamente aun cuando todos volteaban a verme, sentía como hablaban a mi espalda y me llamaban bastarda.

Pero estaba acostumbrada a esto, en mi mundo cuando mis padres me presentaron en sociedad las personas me llamaban huérfana y recogida a mis espaldas, esto no era nada a comparación a eso.

Al llegar a la entrada una de las mucamas se acerco a la entrada.

- ¿Es ella la hija del rey? - Se apresuro a preguntar.

- Si, ella es la señorita Layla. Le contesto el soldado que me custodiaba.

- Muy bien, a partir de ahora yo la preparare para presentarla ante el rey.

- Vamos muchacha sígueme.

La mucama era una mujer de unos 50 años se notaba en sus manos lo mucho que trabajaba, su piel ya estaba arrugada pero tenia mucha energía.

Ella comenzó a subir por las escaleras y yo la seguí, había inmensas habitaciones y la luz de día entraba casi celestialmente por los ventanales, seguía observando el lugar cuando la mujer me apresuro.

- Vamos señorita Layla, debemos darnos prisa. La audiencia de la mañana casi termina, estoy segura el rey se enfadara si sabe ya esta aquí y no va antes de que terminen las audiencias.

Deje de observar y camine mas rápido para alcanzarla. La mucama abrió una habitación.

- Señorita esta es su habitación, en cuanto supimos vendría se mando a preparar.

Es una de las mas grandes por que creíamos vendría con su madre, pero preparar otra justo ahora será mucho problema, de momento solo úsela.

El baño ya esta preparado así que apresurémonos la ayudare a bañar y vestir.

- Esta bien yo puedo prepararme sola. - Me apresure a contestar.

A pesar de que esta acostumbrada a tener sirvientes, siempre me había bañado y arreglado yo sola.

- Vamos niña, debes acostumbrarte a esto.

Solo termino de decir eso y me metió en el baño que estaba dentro de la habitación, me ayudo a quitarme el vestido y me metí en una tina con agua tibia.

Ella ayudo a lavar mi cabello y puso varias escancias de flores en el agua.

- Señorita Layla es usted muy hermosa, seguramente las otras hijas del rey la envidiaran mucho.

- Por favor no me diga señorita, llámeme solo Layla y a propósito ¿Cuál es su nombre?

- Es verdad por las prisas no le dije como me llamo.

Yo soy Adeleine, yo trabajaba aquí en el mismo tiempo que su madre. Por eso en cuanto supe vendría quise ocupar el puesto de su mucama principal.

- Adeleine muchas gracias creo que me será útil tener alguien en quien confiar conmigo.

Después del baño me ayudo a ponerme un vestido, era mucho mas extravagantes que los que usaba Layla, me sentía demasiado sofocada pero no era nada imposible de manejar.

Era de color vino, tenia un corse con listones negros y algunos moños que formaban ondas que caían y generaban movimiento.

Adeleine me llevo al gran salón, me anunciaron y las enormes puertas se abrieron.

Había personas nobles murmurando, camine en dirección al rey, el al verme se levanto y se dirigió a mi.

- Layla eres tan hermosa, creciste muy bien.

Sostuvo mi pelo y parecía algo confundido, supongo esperaba ver que mi cabello fuera mas plateado que antes, pero al contrario ahora era completamente rojo.

- Layla dime, ¿Te han tratado bien?

Este hombre no podía creer lo fácil que era para el tener esta actitud despreocupada después de abandonar a su hija a su suerte, el había sido uno de los culpables de su muerte si simplemente la hubiera dejado tranquila Layla no habría muerto.

Pero por ahora tener como enemigo al rey no era una buena jugada, debía acercarme a el para poder tener mas acceso a la información y para descubrir al asesino de Layla.

Aun con algo de enojo me limite a decirle.

- Si padre todo esta bien, aunque me sorprende el hecho de que me quieras en tu palacio.

- Hija mía ya estoy algo viejo, es momento de arreglar mis errores, a partir de ahora nada te hara falta, pronto te buscare un buen esposo y vivirás como siempre lo mereciste.

Así que si necesitas algo solo dilo.

Podía sentir como las personas me miraban, era como si me clavaran mil puñales solo con verme. De momento solo seguiré la corriente y aceptare agradecida. Debo esperar el momento justo para actuar.

- Gracias padre, eres un hombre muy generoso, pero no creo ser digna para casarme con alguien, todo este tiempo viví lejos de la realeza, de momento solo quiero conocerle mejor y hacerlo feliz.

El rey comenzó a reír, al parecer mi respuesta le había agradado y yo podría escapar del matrimonio con ese pretexto.

- oh mi bella hija es demasiado elocuente, con esa inteligencia y belleza te encontrare al mejor de los esposo, pero tienes razón debes tomar clases para no avergonzar a tu familia.

Además mañana iremos al templo para registrarte como miembro de la familia, haremos una pequeña prueba de sangre y poder.

- ¿Una prueba?

- Así es, será algo muy sencillo solo son requerimientos del templo no debes preocuparte por nada.

- Muy bien padre, si no requiere nada mas me retiro.

Sali de la habitación el rey lucia satisfecho conmigo aunque supongo que si la prueba demostraba que no tenia poder o su sangre todo esto no servirá de nada.

Adeleine esperaba por mi en la entrada de la sala.

- Lo hiciste muy bien Layla, estaba nerviosa por ti, pero veo que no debo preocuparme.

Ahora que vivirás aquí déjame mostrarte el lugar.

- Si Adeleine eso me encantaría.

Adeleine me enseño todo el palacio aunque realmente dentro de el solo podía recorrer con libertad el ala este que era donde estaban las habitaciones de las concubinas y sus hijos, el ala oeste pertenecía a la reina, y el ala sur al rey.

Además de eso el palacio estaba rodeado de jardines y algunos pabellones donde dormían los sirvientes.

- Como lo vez el palacio es muy grande y no encontraras otros jardines como estos en ningún lugar.

- Es verdad, tardamos casi medio día recorriéndolo.

- Mi señora si esta cansada, podría tomar el té en el jardín.

- Adeleine ya te dije me llamaras Layla y esta bien te tomare la palabra, el recorrido fue demasiado agotador.

Me llevo al centro del jardín el cual tenia un quiosco al centro había una mesa, Adeleine me invito a sentar y me dijo esperara mientras iba por el té.

El sol era demasiado fuerte, mientras esperaba una mujer rodeada de sirvientas se acerco a mi.

- Así que tu eres la bastarda de mi esposo. me dijo con una voz áspera.

- Si, soy Layla la bastarda del rey, ¿Tiene algún problema con eso?

- Como te atreves siquiera a mirarme a los ojos.

Con su mano levanto mi barbilla para verme bien la cara, me veía fijamente a los ojos.

- Chiquilla, no se a quien tratas de engañar tu no puedes ser hija del rey.

Esta mujer era tan desvergonzada y tan directa, además había venido directo a mi.

Mi instinto me decía ella era la culpable de la muerte de Layla, esto será arriesgado pero no pensé que podría tomar venganza tan pronto.

Tome su mano y la solté para que dejara de tocarme, la mire fijamente a los ojos y le sonreí.

- Pero que pasa madre, acaso no te da alegría que tu hija no muriera.

Los hombres que mandaste eran poco entusiastas, les di unas joyas que tenia y mi promesa que no vendría, pero luego me arrepentí.

¿ Me pregunto que pensara de todo esto el rey?

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