De vuelta a casa, Layla y yo acomodamos algunas cosas compramos y pusimos sobre la mesa un pastel y comida que se nos había antojado.
Layla saltaba de un lado a otro tarareando de felicidad por que comería prostres, mientras yo sacaba platos para comer.
- Anda Layla vamos a comer.
- Esta bien, comencemos con el pastel.
- No no no señorita primero vamos a comer, después el postre.
- ok, esta bien
Layla sonrió y comimos cómodamente. Envidiaba mucho la sonrisa de Layla era tan natural, su vida nunca fue sencilla y aun así era tan feliz. Yo siempre lo tuve todo y era muy feliz y amada, aun así desde joven aprendí que mostrar las emociones era un punto débil.
Las personas generalmente se acercaban con dobles intenciones, siempre debía tener cuidado con lo que hacia o decía, pero de alguna forma estar con Layla era refrescante.
Al terminar con el postre limpiamos juntas, y fuimos a tomar un baño. Layla me presto un camisón y me miraba fijamente.
- Dime Layla ¿Qué necesitas?
- Por favor Esme déjame trenzar tu cabello.
- Claro que si pequeña.
Layla cepillo mi cabello y lo trenzo.
- Esme tu cabello se ve hermoso de color rojo, espero que cuando el tinte se termine y el tiempo pase, aun si recuperas tu memoria, no te olvides de mi.
- Layla yo no se quien soy y entiendo muy poco sobre este mundo, no entiendo que hago aqui, pero sin importar que pase no te olvidare.
Layla no dudo en abrazarme, para ella es tan fácil mostrar su amor, nosotras fuimos a dormir nuevamente juntas en la misma cama, era verdad se sentía como tener a una hermana.
Por la noche no dejaba de darle vueltas a todo, no sabia como estarían mis padres, Annie o Lucas en mi mundo y no tenia la mas mínima idea de como regresar.
Después de considerar la situación decidí que al día siguiente regresaría a la laguna donde aparecí, había tardado un poco mas de dos horas hasta la casa de Layla así que si iba y regresaba podría hacerlo en el mismo día.
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En todo el palacio se escuchaban rumores de que el rey había mandado a traer a su hija bastarda.
La esposa principal la señora Nuria era la señora de la casa y aquella a la que se le consideraba la reina del sol, su cabello era rojo con negro ondulado, era una mujer muy alta delgada, con ojos almendrados color marrón, siempre usaba joyas exageradas.
Ella tenia 5 de los hijos del rey Edgar, su gran orgullo Veldrid era un soldado en el ejercito del emperador celestial.
Además tenia otras 4 hijas, 2 de ellas las habían casado con nobles de otras regiones y 2 mas estaban esperando por propuestas de matrimonio adecuadas.
El solo pensar esa bastarda vendría a robar los maridos de sus hijas le hacia hervir la sangre, así que mando a llamar a los guardias de su confianza y sin titubear solicito la muerte de aquella muchacha.
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Al día siguiente me levante muy temprano, prepare mis cosas y me vestí con uno de los vestidos de Layla.
Layla un poco somnolienta me vio prepararme.
- Esme ¿a donde vas?
- Quiero dar una vuelta tardare unas cuatro horas puede que un poco mas, no te preocupes por mi.
- Esta bien hoy tengo que alimentar a los animales tiene mucho tiempo los tengo descuidados, por favor ten cuidado.
Sali de la casa y comencé a seguir el camino por donde llegue, después de un rato caminando llegue al lago el árbol que estaba al centro ahora se veía mas frondoso.
Busque por toda la zona pero no encontré nada fuera de ayuda, comencé a escuchar caballos acercándose y corrí a esconderme atrás de unos arbustos.
Eran soldados del reino hablaban entre ellos pero apenas si los escuchaba.
- No puedo creer el rey quiera a su hija bastarda de nuevo - dijo uno de ellos.
A lo que el otro lo acompañaba le respondió.
- Es entendible ve todo esto, si ella es tan talentosa es lógico la quiera tener bajo control.
- Es verdad será una pieza a su favor para ser nombrado emperador celestial.
Cuando logre entender que la muchacha a quien buscaban era Layla corrí de regreso, parecía los soldados descansarían en el lago un poco pero no podía asegurar nada.
Layla estaba recogiendo los huevos de las gallinas, cuando un hombre se paro frente a ella.
Del susto dejo caer la canasta llevaba y trato de correr hacia atrás pero había otro hombre.
Ambos eran altos y robustos.
- Así que tu eres la bastarda del rey. dijo uno de ellos.
- Que quieren aléjense de mi o gritare.
- Si que eres graciosa, aquí nadie te escuchara anda grita.
El hombre delante de ella la golpeo en la cara y Layla callo al piso. Ella aprovecho para arrastrarse y correr pero el otro hombre tomo su arco y disparo una flecha justo a su corazón.
- Vamos Andrew eres tan aburrido seguramente la mataste con esa flecha.
- Solo sigo ordenes no tenia caso te pusieras a jugar con ella, vámonos antes que alguien nos vea.
Cuando llegue vi a unos hombres alejarse justo detrás de la casa, corrí en esa dirección llamando a Layla pero nadie respondía, pude ver que estaba tirada en el piso.
Corrí a ella y me arrodille.
- Layla por favor responde.
Layla con sus ultimas fuerzas abrió los ojos.
- Mi querida hermana.
- No Layla, no hables buscare un medico por favor resiste.
Estaba a punto de levantarme para salir a buscar un medico pero Layla me sostuvo del vestido.
- No Esme no existe nada que se pueda hacer, solo vuelve a llamarme hermana una vez mas.
- Pequeña Layla tu siempre serás mi hermana perdóname por dejarte sola.
- No te culpes de estar aquí hubiéramos muerto las dos, realmente yo siempre fui un error, no me sorprende mi final yo jamás tuve oportunidad en este mundo.
Solo deseo que si vuelvo a nacer pueda ser tu hermana de verdad.
Apenas termino de decir las ultimas palabras tosió sangre y cerro sus ojos.
Las lagrimas comenzaron a caer por mis ojos, pocas veces había llorado después de llegar a mi vida adulta.
No sabia nada sobre las leyes en aquel lugar pero dudaba mucho hicieran algo por ella, obviamente esto era por ser hija del rey si buscaba justicia no lograría nada.
Seque mis lagrimas y comencé a rascar la tierra, si no podía hacer nada por ella mínimo la dejaría descansar como se merecía en aquel lugar que era su hogar.
Al terminar su tumba busque unas flores y algunas semillas habíamos comprado cuando salimos a pasear al pueblo.
Decore su tumba con todas ellas, yo sabia que eso ella lo amaría.
Cuando termine el sol estaba a punto de meterse. Estaba tan afligida en mis pensamientos que no escuche cuando los soldados se acercaban. Pero los caballos relincharon y se activaron mis sentidos.
Tome un palo estaba cerca y me puse en guardia.
- Quienes son ustedes aléjense de mi.
Eran los guardias había visto antes, rayos lo había olvidado pero llegaron demasiado tarde Layla había muerto.
Uno de ellos bajo del caballo y se acerco lentamente.
- Señorita Layla no se preocupe, soy guardia del reino del sol.
Su padre nos ordeno venir por usted y su madre.
Que estaba sucediendo, el me había llamado Layla, claro el color de pelo y justo ahora estaba en esta casa.
- Dígame señorita, esta tumba es de su madre. Es una lastima nos habían ordenado llevarlas a ambas.
Yo trataba de asimilar todo lo que sucedía era claro que quien había matado a Layla no quería ella fuera al palacio. Entonces la mejor venganza para aquellos que la asesinaron era el demostrar no lograron su objetivo, además estar cerca de los Hellbore podría ayudarme a descrubir quien soy y quizá así logre encontrar como regresar a casa.
Después de meditarlo mucho respondí.
- Si, esta es la tumba de mi madre hoy es el aniversario de su muerte.
- Lo lamentamos mucho pero por favor acompáñenos al palacio, el rey esta ansioso por poder ver a su hija.
Son unos egoístas, aun si no fuera Layla la de la tumba ellos creen es mi madre y no pueden ni respetar mi tiempo de duelo, los hare pagar a todos y cada uno de los relacionados en la muerte de Layla.
- Por favor permítanme tomar algunas cosas y despedirme de mi madre.
Entre a la casa tome unos cuantos vestidos y las pócimas para pintar el cabello, me despedí de aquel lugar donde en un par de días había aprendido a ser feliz sin tantas preocupaciones.
Me dirigí a la tumba de Layla me quite el collar que siempre usaba, el mismo por el cual había llegado aquí y lo enterré en su tumba como promesa de que algún día volvería.
- Estoy lista vámonos.
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