Capítulo 4

El mutismo se ha adueñado de mí, me imagino lo idiota que debo verme ahora mismo. Las personas murmuran a mi alrededor, muchos vienen y se van, mientras que otros me observan con cara de espanto. Escucho que alguien habla de llamar una ambulancia.

¿Una ambulancia? ¿Para quién? ¿Para mí?

¡Perfecto!

Salgo de mi trance y me levanto con dificultad, no creo que me haya roto ningún hueso, aunque debo tener uno que otro golpe y raspones.

—¡No es necesario! ¡Estoy bien! —anuncio en voz alta para que me crean. Lo menos que necesito ahora es que me lleven al hospital en una ambulancia, no, a mi mamá le daría un ataque de nervios.

—¿Estás seguro, muchacho? —Una señora me interroga con cara de preocupación, mientras señala todos mis golpes y habla de lo fuerte que fue mi caída.

Trato de convencerlos y hasta exagero en mis movimientos para que me dejen en paz de una buena vez. Me percato como todos se disipan, tal vez decepcionados de que no haya sido grave el asunto. Me imagino que han de estar muy aburridos con sus vidas que necesitan algo morboso para comentar a otros y hablar entre ellos.

—Raquel, vámonos.

Una chica de cabello castaño y ojos café agarra a la causante de mi accidente por el brazo, al parecer, llevan prisa. Quiero agradecerle por haberse detenido para revisar que esté bien o simplemente presentarme y pedirle su número, pero mis músculos no reaccionan ni las palabras salen de mi boca.

¿Por qué esa niña me pone de esta manera?

Ninguna chica me ha estremecido de la manera que ella lo hizo con el simple hecho de mirarme y hacerme una pregunta.

Como si fuera un estúpido maniquí, la veo alejarse con prisa junto a aquella chica; que, a juzgar por el parecido, diría que es su hermana mayor o una prima.

***

—¿Qué te pasó? —Mamá me revisa con nerviosismo, odio esa preocupación en sus ojos.

—Estoy bien, mamá. Solo me distraje y me caí...

—¡¡Con la patineta!! —¡Rayos!

—Mamá, fue una tonta caída...

—¡¿Tonta caída?! ¡Estás todo raspado! Mira ese golpe en tu mejilla, ¡por Dios! De seguro te subiste a las barandas de unas escaleras o te tiraste desde una gran altura, como todo el irresponsable que eres.

Pues, mi mamá como que es bruja...

—¡Claro que no, mamá! Te dije que sería cuidadoso y es lo que estoy haciendo, solo tropecé porque me entretuve, nada de que alarmarse.

Vaya, me iré al infierno por mentirle a mamá.

—Sí, ¡porque yo nací ayer! Cuando tú ibas, yo venía, jovencito. No me quieras ver la cara, mocoso, que tu castigo será peor.

¿Castigo?

—¿Me vas a castigar porque me caí de la patineta?

—¡El karma es un jodido justiciero!

Esa estúpida frase solo puede venir de mi tonta e insoportable hermana.

—No te metas donde no te llaman.

—Eso te pasa por egoísta y puto.

—Alexa, respeta a tu hermano.

—Es lo que es, mami. De seguro se cayó por estar viendo a una niña, si es un saco de hormonas revueltas andante.

¿Es en serio? Ahora tengo a dos brujas en la casa.

—Alexa, desaparece. Estoy conversando con tu hermano.

—Vamos, mocosa. —Sonrío con toda mi malicia—. Los adultos estamos hablando.

—¡Ja! —No sé por qué esa carita que pone cuando se enoja me enternece y se me antoja pellizcarle los cachetes—. No soy ninguna mocosa. Tampoco es que me llevas mucho, hermanito.

Dos años. Bueno, casi dos años, puesto que ella ya cumplió los quince y yo cumpliré diecisiete en dos semanas. Sí, mi mamá no esperó mucho para embarazarse, o quizás mi hermanita fue otro accidente. Es algo que nunca sabré, supongo.

—¡Alexa, lárgate! —Vaya, ahora me asusté. Mamá está toda histérica. Así es ella conmigo, sobreprotectora. Me trata de una forma especial porque siente culpa de algo que ella no tuvo el control. La entiendo, pero no es justo que me asfixie como si yo fuese un retrasado mental.

Mi hermana sale corriendo de la sala. Dejo salir un bufido y me preparo mentalmente para todos los sermones; nada, que empiece mi larga tortura.

***

—No eres nuestro hermano. Mi mamá nos dijo que sólo eres un bastardo que nació por error. —Mi hermana de trenzas rubias y vestido fino me ataca con malicia.

Quiero llorar, pero no les daré el gusto. Además, ya tengo diez años, soy un hombre y los hombres no lloran.

—Nadie te quiere, debes volver a tu pocilga de país y dejarnos en paz. —Mi supuesto hermano escupe con desprecio.

—¡Bastardo! ¡Bastardo! ¡Bastardo! —Ambos cantan a coro mientras sus miradas despectivas y llenas de odio me acorralan. Retrocedo el paso con nerviosismo, sus palabras lastimándome con crueldad.

—¡Bastardo! ¡Bastardo! ¡Bastardo!

No voy a llorar, no voy a llorar, no voy a llorar...

—¡¡No voy a llorar!! —Despierto de golpe con sudores fríos recorriendo mi piel. Mi corazón late con agitación y se me dificulta respirar. Miro a todos lados y no reconozco donde estoy o quien soy.

Camino desorientado por el pasillo que me conduce a la cocina, vislumbro a un hombre y una mujer sentados en un sofá, mientras ríen por algo que refleja el televisor frente a ellos. Entrecierro los ojos tratando de recordarlos, se me hacen familiares, pero...

—Cariño, ¿todo bien?

La señora se levanta y se me acerca sonriente, me quedo estático en mi lugar observando lo hermosa que es. Su piel mestiza hace contraste con sus rizos negros y abundantes; sus ojos son grandes y llenos de pestañas, de un color miel claro hermoso. Me sonrojo cuando pone su mano sobre mi frente como inspeccionando mi temperatura.

—Estás sudoroso, ¿qué estabas haciendo? —Veo picardía en su bella sonrisa, ternura en la forma en que entrecierra los ojos como si me reprochara por algo o pretendiera hacerlo. No entiendo su insinuación, en realidad, no entiendo qué sucede. Me siento atolondrado, confundido, perdido...

Abro y cierro los ojos y, poco a poco, las personas y el lugar toman sentido. Ella es mi madre, ésta es la sala y quién está sentado en el sofá mirándonos con preocupación, es mi padrastro.

Quien una vez creí que era mi padre...

El pecho duele y mis ojos se llenan de lágrimas, sin embargo, lucho para que se queden allí. No quiero preocuparlos, no quiero que me traten especial porque soy un maldito bastardo. Ya sea que viva aquí con mamá o me vaya a España con quién supuestamente es mi padre; en ambos lugares, seré lo mismo: un error, un accidente...

Un bastardo...

 

 

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play