La vida es corta

Aroon no dejaba de observar a Renaud, algo le parecía extraño, pero decidió que era una tontería.

—Y bien ¿Qué pasa?—dijo el hombre mayor girando su cuchara en el té.

—¿Qué pasa de qué?— bateó la pregunta.

—Desde que ordenamos me observas con cuidado, si quieres sigo fingiendo que no me doy cuenta, sería raro que no lo hiciera. —Agregó una cucharadita de azúcar.

—¿Siempre eres así de relajado?— El otro simplemente encogió los hombros. Seguía esperando una respuesta. —No sé cómo decírtelo. Pero es que ¿Cómo le dices a una persona que tiene algo en la entrada de la nariz?—sonrió ligeramente.

—No es verdad—respondió pronto Alberto agarrando una servilleta.

Aroon soltó una carcajada y el otro solo lo observaba sonriendo.

—Te ves bien— soltó de la nada.

—¿Qué?

—Es la primera vez que te veo sonreír, desde hace días, así que desde ahora no más penas, la vida es corta, y somos jóvenes aún— sonriendo, concluyó dándole un sorbo al té.

Aroon lo miró fijamente y sonrió también. Olvidó lo que había pasado días antes y sintió que tenía alguien en quien confiar.

—Bueno...tu ya no tanto—bromeó.

—¿En serio? — Alberto adoptó una seriedad fingida —solo te llevo seis diferencia que exagerado.

Ambos estuvieron tranquilos, y sin problemas, hablaba de lo que podría pasar cuando todo saliera a la luz, y ambos coincidieron en que se sentía nerviosos.

En eso sonó el teléfono de Aroon

—Llevo una hora buscándote, ¿Dónde estás? Me dejaste en el set y mi teléfono te lo llevaste en el auto.

Este se tapó la boca por la sorpresa.

—Si, enseguida voy Bertha—Respondió apenado.

—¿Que sucede?

—Olvidamos a Bertha en el set — Rió.

“No le veo lo gracioso” se escuchó por el teléfono.

—Vámonos ya entonces—dijo terminó hablo Veittia riendo.

Pagaron la cuenta y se retiraron, llegaron a la entrada del set donde se encontraron a Bertha enojada.

—Bertha—dijo Aroon tratando de alegrarle— en verdad lo siento, pero el  Al me invitó a un café, me fui sin pensar y nunca recapacite que tu seguías aquí, enserio perdón.

—¿Por qué tan contento?—respondió Bertha con una sonrisa burlona.—Y ¿Qué pasa entre ustedes dos?.

—No volvemos buenos amigos nada más —respondió el mayor sin pensarlo. —Sorprendido igual por el diminutivo.

—¿Usted está conduciendo? señor "Al"— pregunto Bertha, haciendo énfasis en el nombre.

—No, pero si gusta puedo conducir. —No había gesto de burla, al contrario de lo que Bertha creía.

—Por lo que veo ya se tienen mucha confianza, ¿Me estoy perdiendo algo?— Insistió de nuevo.

—No—respondió Aroon recordando todo lo que había sucedido en el camerino.

—Bueno, te creeré por ahora. Vamos a casa, está a punto de llover.

Aroon y Bertha subieron al auto. Arrancaron, y esta vez no preguntaron si llevaba a Alberto a su casa, simplemente pregunto por donde vivía y lo llevó hasta allá.

Al llegar lo primero que Aroon notó fue que vivía en una casa con ceros lujos, confirmando lo que dijo sobre su adicción al alcohol.

—¿Te sorprende?—Hablar Al, al atraparlo poniendo atención a su hogar.

—¿Qué?, ¿Tu casa?, No, es linda.—Respondiendo simple.

—Un día no muy lejano Aroon, voy a comprar de nuevo la casa rústica donde vivía y tú serás la primera persona a la que invite para celebrar.—Dijo mirándolo con sus ojos azules, como el basto océano.

—Ya lo dijiste y ahora lo cumples.—correspondiendo la mirada.

Berta solo observaba sorprendida y con una sonrisa desde la parte de atrás ¿Cómo era que aquellas dos personas tuvieran tanta química siendo que hace algunos días eran completamente extraños?

—Me tengo que ir, nos vemos el miércoles. — Veittia sacudió el cabello lo de Aroon desde la ventana para luego entrar.

Pero al llegar a la entrada se agarró de la puerta, como si algo le sucediera, y se quedó quieto ahí.

—¿Qué sucede?— El piloto puso freno de mano y  bajó en seguida, dirigiéndose  a la puerta donde estaba.

—No es nada, un simple mareo es todo, no te preocupes ¿bien?

Aroon no hizo caso y lo tomo del brazo.

—En serio no es nada—repitió.

—Solo… déjame ayudarte —insistió.

—Me haces sentir un anciano, déjame no pasa nada.

Alberto tomó la mano de Aroon para retirarla, pero se quedo sosteniéndola y lo miro fijamente. Este lo miro también y se quedaron así, sin decir ni hacer nada.

El joven Lucard reaccionó y se retiró.

—Me voy entonces —dijo, apresurándose a entrar al coche.

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Comments

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Jajajaja XD, bertha la cazamentera

2019-07-12

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