Aroon miró fijamente a Bertha, esto también le sorprendió, sin embargo, no puso demasiado enfoque y continuó escuchando.
Después de un rato terminaron.
—Eso sería todo hasta lo actual—Dijo Alberto sin preocuparse.
—Muchas gracias, tenemos muchos temas que abordar.—Hablo producción. — Aroon por favor, pasa.
Un nudo en el estómago lo alcanzo, sus manos comenzaron a sudar y lentamente se acercó a esa silla. Renaud le tocó el hombro. — Imagina que me cuentas todo a mi.
“Acción” rugieron nuevamente.
—Bueno, Mi nombre es Aroon Carper Lucard, nací un catorce de octubre de mil novecientos noventa y nueve, tengo veintiséis años y desde pequeño me interesó la actuación, en mi etapa de primaria mi padre nos abandonó, entre a secundaria, pasé a prepa, terminé, entre a la universidad para comenzar mi formación en las artes de la actuación—Teo baja la mirada y se le comienza a cortar la voz.—ese año a mi madre le diagnosticaron cancer ya estaba avanzado, así que opte por salirme de la universidad y comencé a buscar trabajo, pase por muchas cafeterías y tiendas rápidas de la ciudad, hasta que por suerte comencé tener papeles en pequeños comerciales, poco después los papeles iban mejorando, y fui creciendo poco a poco, me dieron un protagónico.—Teo agachó la mirada de nuevo, esta vez se tapó discretamente, simulando tallar sus ojos, aún así se vio una lágrima—mi madre murió, cometí errores en un retén de policías, salí en libertad bajo fianza y de ahí todo fue obscuro para mí, no más papeles, no más nada...—Teo levantó la vista, dando entender que ya era todo.
Se levantó de la silla y fue de manera estrepitosa, Renaud fue tras él, entró, cerró la puerta y se sentó en el piso llorando.
—Déjenme un rato solo, por favor.— contestó cuando le tocaron la puerta.
—Puedes abrirme.
Teo se levantó y limpio sus lágrimas abrió la puerta.
—Denme tres minutos, por favor.
—Amigo no tienes que fingir ser fuerte frente a mí. —Se hinco del otro lado de la puerta. —Abre la por favor.
—Dame tres minutos, por favor. —Repitió. Aun cuando esas simples palabras calaron.
Alberto no se fue del lugar.
Si Veittia hubiera tomado el tiempo sabria que realmente fueron tres minutos cuando Aroon abrió la puerta. Viendo al hombre que se quedó sin respaldo.
— ¿No quieres ir por un café?, el día está nublado, y creo que ir te vendría bien.
—Si. —Respondió Aroon de forma tranquila.
El otro sonrió —Te veo afuera en diez.
Lucard caminó perplejo.
A la salida del set, se encontraron y subieron al coche, esta vez Lucard conducía.
—Y bien, a ¿A donde quieres ir?—preguntó el conductor.
—Estaba pensando en, Coffey Kira...—respondió Renaud volteándolo a ver.
—¿En verdad? —Arrancó en seguida —¿Me creerías si te digo que es de mis favoritos?—confesó.
Una vez en el lugar tomaron una de las mesas de cristal con sombrilla que estaban afuera.
—Este lugar me trae recuerdos, he venido aquí desde pequeño, venia con mi madre y mi mejor amigo.— Hablaba Aroon mientras observaba el lugar, hogareño y cálido, a la gente, en su mundo y con mucha distancia de por medio.
—Que bien suena eso, yo también lo conozco de hace mucho y también me trae muy buenos recuerdos.— continuó.
—De echo, una de las personas con las que venía aquí tenía unos ojos muy hermosos, como los tuyos...—se detuvo y recapacito lo que había dicho.—Digo, no como los tuyos, no digo que los tuyos no estén hermosos, si no que...
—No te preocupes—decía el ojiazul con una sonrisa.—Hay que ordenar algo, parece que va a llover.— Alzó la mano, y una chicanea acercó. —Y Aroon por un momento fugaz recordó en su pasado unos ojos iguales.
—Buenas tardes, ¿Qué desean ordenar?—pregunto la mujer con una pequeña libreta.
—¿Qué deseas?— Incito Veittia
—Ah, si, me podría traer un macchiato vainilla, con mucho dulce, por favor.—respondió.
James sonrió levemente mirándolo.
—A mí me trae un Té de manzanilla por favor y una galleta de jengibre.—dijo Alberto.
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