Después que todos regresaron a sus casas, Aidan fue a darse un baño para luego ir a la cama. Antes de entrar a la ducha se miró al espejo viendo el colgante brillar en su cuello.
—¿A qué juego quieres apostar ahora?— se dijo mientras pasaba suavemente sus dedos por el—. Sea lo que sea te ganaré.
Entró a la ducha y dejó caer el agua sobre su fría piel. Después de un rato y de dejar de pensar en su rival, se secó para luego ponerse el pijama y salir a su habitación. Se encerró.
—Mañana llevaré pastel— pensó mientras se arreglaba para dormir. Apagó la luz y se acostó, antes de cerrar los ojos puso la alarma.
Un nuevo día comenzaba, Aidan se levantó con ánimo para iniciar su nuevo día. Se dio una ducha y luego se vistió. Tomó su mochila y salió de su habitación para dirigirse a la cocina, abrió el refrigerador y sacó el pastel. Tomó unos recipientes con tapa y cortó cuatro trozos, luego los empacó.
—¿Vas a tomar desayuno?— le preguntó Cleissy.
—No mamá, comeré algo allá con Sayer— le sonrió su hijo. El pelinegro se acercó y le dio un beso en la mejilla, luego se despidió de su padre y salió de la casa.
Subió a su moto y fue en busca de su amigo. Unas calles más allá vio al pelirrojo que le hacía señas.
—Voy con hambre, ¿qué me llevas?— le preguntó Sayer mientras se colocaba al lado de la moto.
—Pastel, pero primero me acompañarás a un lado, y después tomamos desayuno— le sonrió Aidan.
El pelirrojo asintió, se subió sobre la moto y se agarró firme para no caer. Era temprano por lo que las calles estaban vacías, llegaron en pocos minutos a la universidad. Entraron al estacionamiento, se pusieron cerca de la entrada, guardaron los cascos y luego se dirigieron al edificio.
—¿Dónde quieres ir?— le preguntó Sayer mientras seguía a su amigo por los pasillos.
—Le quiero dejar algo a Kilian— le dijo Aidan.
—¿A Kilian?— preguntó algo sorprendido el pelirrojo.
—Sí, es por agradecimiento por ofrecernos su ayuda— le dijo Aidan—. ¿Sucede algo malo?.
—No, nada— le sonrió su amigo.
Llegaron al cuarto piso y se dirigieron al salón A.
—Buenos días— saludaron ambos mientras entraban con algo de timidez.
—Buenos días— saludaron los alumnos que ahí estaban.
—Buscamos a Kilian y Mael— dijo Aidan.
—¿Nos buscan?— dijeron desde atrás.
Ambos chicos se giraron para ver detrás de ellos a los dos alumnos nombrados.
—Hola— les saludó Aidan.
—¿Necesitaban algo?— preguntó con una sonrisa Kilian.
—Sí, les traje pastel— les dijo el pelinegro dándole las dos cajitas envueltas—. Espero les guste.
—Que amable— le sonrió feliz Kilian, ese fue un gesto que no se esperaba.
Tomaron las cajitas.
—Podríamos comer juntos, aún es temprano— les dijo Mael mirando su reloj.
Los chicos asintieron con una sonrisa.
—Siéntense, iré por algo de café— dijo Mael.
—Te acompaño— le dijo Sayer.
Salieron del salón con el mayor. Los otros se fueron a sentar.
—¿Tienen pensando dónde ir el viernes?— le preguntó Kilian.
—Aún no, pero creo que un lugar tranquilo donde podamos beber sería genial— le dijo Aidan.
—¿Te gustaría ir al bar de mi familia?.
El pelinegro lo miró sorprendido.
—¿Tienen un bar?— preguntó Aidan.
—Sí, ¿te gustaría venir?— le sonrió Kilian—. Estaremos en el VIP.
—¡Me encantaría!.
En eso llegaban Indigo con su amigo Odris, Aidan estaba tan entusiasmado hablando que no los vio. Detrás de ellos entraron Mael y Sayer con unos café, se sentaron con sus amigos.
—Aquí tienen— les dijo Mael dándoles los cafés.
—Perfecto, comamos— les sonrió Kilian abriendo su cajita. Todas tenían su tenedor correspondiente—. Eres muy diligente— dijo mirando a Aidan.
—Fueron muy amables con nosotros— le dijo el pelinegro—. Y quería agradecerles por ofrecernos su ayuda. El segundo año no se hará tan difícil.
Kilian y Mael les sonrieron y comenzaron a comer.
—No sabía que Aidan era tan cercano a Kilian— le dijo Odris a Indigo mientras se acomodaban en sus asientos.
—No, yo tampoco lo sabía— dijo el castaño mirando al cuarteto.
Los otros seguían disfrutando del rico pastel.
—¿Tú madre lo horneó?— le preguntó Kilian al pelinegro.
—Sí, a ella le gusta mucho la cocina— le sonrió Aidan.
—Tienes— le dijo Kilian levantando su pulgar para limpiar los labios del pelinegro—. Crema.
Aidan se sonrojó se golpe, para ser sincero no estaba acostumbrado al roce tan personal. A decir verdad sólo había tenido una novia que duró menos de cinco meses, y no tenía esa costumbre de tener a alguien cerca salvo a Sayer.
—Ahora sí, me decías que a tú madre le gusta la cocina— le sonrió Kilian con naturalidad.
—Sí, ella hace cosas muy ricas— le dijo Aidan.
—Bueno, ella te tuvo a ti— dijo el mayor mirándolo como si lo contemplara.
Las mejillas del pelinegro se volvieron a sonrojar de golpe. Sayer se quedó con la boca abierta por la atrevida lengua del presidente estudiantil, incluso a Mael le extrañó aquella actitud de su amigo.
De pronto el timbre sonó, los chicos se miraron.
—Vamos tarde— dijo Aidan levatándose del asiento, guardó su caja con el trozo de pastel que le quedaba. Tomó el vaso de café—. Bien, que tengan buenas clases.
—Nos vemos para el almuerzo— le dijo Kilian al pelinegro.
Aidan asintió y luego salió con su amigo del salón de clases para regresar al suyo.
—¿Me explicas qué fue todo eso?— le preguntó Mael a su amigo.
—Pues no lo sé, pero Aidan es lindo— sonrió Kilian.
Mael lo miró y frunció levemente los labios, en eso el profesor llegaba iniciando las clases.
Mientras los otros dos se apuraban para llegar a su salón, por suerte el profesor aún no entraba. Fueron a sus mesas y se sentaron.
—Fui yo, o Kilian te estaba coqueteando— le dijo Sayer al pelinegro.
—No lo sé, pero su mirada me cohibió un poco— dijo Aidan—. ¿Crees qué haya estado coqueteando conmigo?. Nos invitó el viernes al bar de su familia, dijo que podíamos celebrar allá mi cumpleaños.
—Ok, ¿y tú quieres ir?— le preguntó Sayer.
—Fue cortéz con nosotros— le dijo Aidan.
—¿Y sí te está coqueteando?— dijo el pelirrojo—. ¿Lo aceptarás?.
—Creo que nos estamos equivocando con él, y estamos sacando conjeturas— miró a su amigo—. Verás que en el almuerzo no será así.
—Ajá.
El profesor entraba al salón saludando a todos sus alumnos, luego dio inicio a las clases.
Las horas de la mañana fueron pasando y finalmente el receso llegó. Los alumnos comenzaron a salir después de escuchar el timbre del almuerzo. Sayer iba bastante interesado en saber como sería el comportamiento de Kilian con su amigo. No le parecía un mal tipo y nunca antes le había coqueteado un hombre al pelinegro, eso sería interesante de ver.
Salieron hacia el comedor, en el camino se encontraron con su eterno rival, Indigo miró al pelinegro con mala cara.
—¿Así que ahora le llevas pastel a tus mayores?— le preguntó con cierto enojo Indigo.
—Les llevo pastel a los mayores porque ellos nos ofrecieron su ayuda, no como otros— le dijo Aidan mirándolo—. Además, ¿qué rayos te importa a ti?, ¿no comiste suficiente ayer?.
Odris miró a su amigo, los ojos de Indigo bajaron al cuello del pelinegro viendo que llevaba aún el collar. Aidan lo notó y por breves segundos se silenció.
—Vamos a comer— le dijo el pelinegro luego de espabilar. Tomó a su amigo de un brazo para sacarlo de ahí. Sayer se dejó guiar por los pasillos hasta llegar al comedor.
Fueron por sus almuerzos y luego buscaron una mesa desocupada, para su suerte había una cerca de una ventana.
—Es un maldito imbécil— dijo molesto Aidan.
—Creo que no deberías darle demasiada importancia— le dijo Sayer mirando a su amigo. El pelirrojo cada vez entendía menos el comportamiento que estaban teniendo todos.
De pronto llegaban a la mesa Kilian y Mael, se sentaron.
—¿Y le has contado a Sayer de la invitación para el viernes?— le preguntó Kilian al pelinegro.
—Sí, le conté algo— le sonrió Aidan al mayor.
—¿Cómo se llama el lugar?— le preguntó Sayer.
—La Galaxia de Andrómeda— le dijo Kilian al pelirrojo.
—Guo, que bonito nombre— dijo Aidan.
—Verán porque la llaman así— les dijo el mayor—. ¿Pueden quedarse afuera el fin de semana?.
Los chicos se quedaron mirando.
—Sí es por estudios— sonrió Aidan—. ¿Por qué?.
—Bien, pueden decirles a sus padres que los ayudaremos con unos informes— le dijo Kilian—. La Galaxia de Andrómeda queda en un lugar algo lejano de la ciudad.
Mael miraba a su amigo, era primera vez que veía a Kilian tan interesado en alguien y para ser sincero no le gustaba mucho. Él siempre había estado al lado del rubio, lo ayudaba en todo como buen amigo que era, pero sin darse cuenta había despertado sentimientos por él y eso era algo que mantenía en secreto.
—¿Conoces el lugar?— le preguntó de pronto Sayer a Mael sacando a éste de sus pensamientos.
—Sí, les va a gustar— le sonrió Mael.
Mientras comían eran observados a lo lejos por Indigo y Odris, ambos chicos estaban sentados en una mesa con sus dos compañeras de salón Brenda y Gladys.
—Creo que deberíamos salir— dijo de pronto Brenda llamando la atención de todos en la mesa—. Podríamos ir a beber y relajarnos antes que comiencen con los informes y exámenes.
—Me apunto— le dijo Gladys—. ¿Y ustedes?, deberían venir con nosotras.
Ambas chicas eran bastante atractivas. Sus compañeras hace un año que trataban de coquetear con ellos, pero aún no iban más allá de unas cuantas cervezas y una buena compañía.
—Creo que nos apuntamos— les dijo Odris viendo que su amigo no atinaba a nada. No era que quisiera algo serio, pero no estaba mal salir a divertirse.
Indigo estaba molesto, algo que él no comprendía claramente. No le gustaba estar así de enojado sin saber los motivos suficientes, por lo que aceptó la salida con las chicas, así se distraería un poco.
Después de comer los chicos salieron a sentarse afuera, Kilian se fue conversando con Aidan acerca del lugar que visitarían el viernes. Para ser sincero cada palabra lograba entusiasmar cada vez más al pelinegro.
—Ya quiero estar ahí— le sonrió Aidan mientras se sentaban en la banca.
—Sólo faltan algunos días para que llegue el viernes, pero asegurénse de pedir permiso pronto— le dijo Kilian.
El pelinegro asintió, se quedaron conversando hasta que el timbre de inicio de la jornada de la tarde sonó.
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boing fortificado
No puedo dejar de leer📖
2025-10-27
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