Después de comer los chicos salieron un rato a tomar algo de aire antes de dar comienzo a las clases de la tarde.
—Entonces, ¿habrá pastel?— le preguntó Sayer a su amigo mientras caminaban a unos asientos.
—¿Pastel?— preguntó Kilian que iba cerca de ellos—. ¿Es tú cumpleaños Aidan?.
—Sí, hoy cumplo veinte— le sonrió el pelinegro.
Kilian le devolvió la sonrisa, a decir verdad le había agradado bastante ese chico.
—Que lástima no haber sabido antes— se lamentó el presidente del centro estudiantil.
—Nos acabamos de conocer hoy— le sonrió Aidan—. No tienes porque sentirlo.
—El viernes iremos a beber a un bar para celebrar el cumpleaños— les dijo Sayer—. Podrían venir.
—Gracias, aceptamos con gusto— sonrió Kilian.
Después del receso, los alumnos regresaron a las clases de la tarde.
—Nos vemos— se despidieron Kilian y Mael.
Los chicos les sonrieron y siguieron a su salón, los otros dos se dirigieron al suyo.
Las horas de la tarde fueron pasando y finalmente la jornada de estudios terminaba. Los alumnos salían de su salón para dirigirse a casa.
—Entonces no pasarás a tu casa— le dijo Aidan a su amigo.
—No, ya le avisé a mis padres que iré a tu casa para celebrar— le sonrió Sayer.
Se dirigieron al estacionamiento.
—¿Aún no abres el regalo qué te di?— le preguntó el pelirrojo mientras se ponía el casco.
—Quiero abrirlo en casa con los demás regalos— le sonrió Aidan.
—¿Qué eres, un niño de primaria?— se burló su amigo acariciándole la cabeza.
En eso aparecían Indigo y Odris, ambos caminaban al Audi. El castaño miró al par de amigos que se subía a la moto.
—¿Irás?— le preguntó de pronto Odris llamando la atención del castaño.
—Tengo que— le dijo Indigo—. Mis padres irán y es obvio que debo ir al cumpleaños de mi amigo— habló haciendo comillas con los dedos.
—Bueno, lo tendrán que hacer hasta que tus padres ya no estén— le dijo Mael.
Indigo dio un suspiro, ambos subieron al auto, el castaño iría a dejar a Odris a su casa como lo hacía todos los días antes de ir al cumpleaños.
Mientras que los chicos llegaban finalmente a casa de Aidan, para la no sorpresa de éste los padres de su rival ya se encontraban ahí.
—Hola a todos— les saludaron Aidan y Sayer una vez entraron.
—Que bien que están aquí— le sonrió Arturo a su hijo—. ¿Y no has venido con Indigo?.
El pelinegro le sonrió a los cuatro adultos.
—Indigo fue a dejar a Odris a su casa, llegará pronto— tomó de un brazo a Sayer para llevarlo a su habitación.
Entraron al dormitorio y dejaron las mochilas.
—¿Estás bien?— le preguntó Sayer a su amigo.
—Estoy harto— le dijo Aidan sentándose en su cama—. Me cansa fingir que nos llevamos bien, es una maldita pesadilla pensar que debemos hacernos cargo de la misma compañía.
—¿Qué piensas hacer respecto a eso?.
El pelinegro dio un suspiro.
—Sé que mi padre fundó esta compañía desde sus cimientos, pero tengo pensando en vender mi parte a un gran precio y hacer mi propio negocio— le dijo Aidan—. ¿Crees qué es muy egoísta lo que estoy pensando?.
—Creo que sería más egoísta si vives una vida de mierda por ellos— dijo Odris—. Tienes que ser feliz, y sabes que junto a él no lo serás jamás.
Aidan asintió.
—Ya es hora que lo sepan— dijo el pelinegro decidido—. Se los diré hoy, ya tengo veinte años y es hora que sepan la verdad.
Sayer se sorprendió por aquello, en realidad no era la idea que echara a perder la celebración, y más si estaban los padres de Indigo, eso sería realmente incómodo.
—¿Estás seguro de esto?. Yo creo que deberías esperar para hablar con ellos a solas, afectarás mucho sus sentimientos— le aconsejó Sayer—. Creo que deberías pensarlo bien.
—No, ya lo pensé demasiado. Si lo hablamos con seriedad sé que lo entenderán, además Indigo me apoyará. Él tampoco me soporta.
—Sí, tienes un punto a favor— le dijo Sayer con poco convencimiento.
Ambos chicos salieron de la habitación y se dirigieron al jardín de la casa. Los padres de Aidan habían preparado una parrillada con rica carne y buena comida. Además del pastel de cumpleaños. Indigo ya había llegado.
—Al fin estamos todos— les dijo Melvin tomando a su hijo por los hombros, Indigo le sonrió a su padre.
—Podemos comenzar— sonrió Cleissy la madre de Aidan.
Sayer miró a su amigo con nerviosismo, ya veía que el cualquier momento las cosas se salían de control y el cumpleaños se iba al carajo.
—Abre los regalos hijo— le dijo Arturo.
Aidan hizo caso y abrió primero los regalos de los cuatro adultos, les dio las gracias a todos por los lindos detalles.
—Abre el mío— le dijo Sayer al pelinegro.
Aidan tomó la cajita y la abrió, dentro había una pulsera similar a la que llevaba el pelirrojo.
—La hice yo— le sonrió Sayer, fue con su amigo y se la puso—. Llevamos la misma, es una pulsera de la amistad.
—Gracias— le sonrió Aidan dándole un abrazo.
—Muy bonita— le sonrió Claissy a Sayer. El chico le sonrió.
—¿Y tú le has traído algo?— le preguntó Melvin a su hijo.
Indigo se acercó a Aidan y le dio una cajita roja.
—Toma— le dijo mirando sus ojos—. Feliz Cumpleaños.
—Gracias— el pelinegro también lo miró, pero por primera vez sintió que los ojos de Indigo eran diferentes. Como si ese odio ahora se notara indescifrable. El chico abrió la cajita viendo un collar de plata con un dije de corazón brillante. Aidan se sintió extrañamente confundido y algo nervioso por aquel regalo. Seguramente lo hacía para ridiculizarlo frente a su familia.
—Esto— dijo Aidan tratando de hablar claro. Sayer miraba a su amigo sin entender porque veía así la cajita.
—Lo escogí yo— le dijo Indigo con rostro serio. Se acercó y sacó el collar de la cajita. Todos miraban en silencio—. Lo encontré lindo para ti— le habló mientras se lo colocaba.
Aidan estaba tieso, su corazón se disparó con fuertes latidos y su rostro comenzó a sonrojarse levemente. Indigo luego se puso frente a él para verlo a los ojos, luego miró el collar.
—Es como lo imaginé, se ve lindo en ti.
El pelinegro estaba tan descolocado que no sabía que responder. Sayer sintió que las cosas se estaban colocando un tanto raras.
—¡Es hora del pastel!— gritó el pelirrojo llamando la atención de todos.
Cleissy y Evelyn fueron a la cocina por el pastel, los demás se quedaron afuera esperando.
Unos minutos después salían ambas mujeres cantando el cumpleaños feliz para Aidan. El chico se acercó y sopló las velas. Luego hicieron un brindis y continuaron comiendo y bebiendo.
—¿Qué fue todo eso?— le preguntó Sayer a su amigo.
—No lo sé, Indigo siempre me regalaba cosas que sus padres le sugerían. Pero dijo que ahora él lo escogió para mí— le dijo Aidan—. Creo que quiere burlarse.
El pelirrojo miró a su amigo y luego dirigió sus ojos a Indigo, el castaño no les había sacado la mirada de encima.
—Yo creo que deberías dejar de pensar tanto— le sonrió Sayer—. Es tu cumpleaños, disfrutemos de la comida y el pastel.
Aidan le hizo caso a su amigo, después de todo cuando fuera el cumpleaños de Indigo él también se burlaría.
Los padres de ambos estaban bastante felices con lo que habían visto, ahora Arturo y Melvin podían llevar a cabo la idea que tenían. Estaban seguros que con lo que habían visto no habría problemas en poner en marcha lo que habían discutido por algún tiempo.
—¿Crees qué lo deberíamos hablar ahora?— le preguntó Arturo a su amigo.
—Es el cumpleaños de tú hijo— le sonrió Melvin—. Deja que los chicos disfruten, después haremos una reunión familiar para hablar de eso.
—De acuerdo— le dijo Arturo.
Cerca de las diez de la noche, Aidan fue en su moto a dejar a Sayer a su casa. El pelirrojo no le dijo nada a su amigo de como vio que Indigo no le sacó los ojos en toda la celebración.
—Gracias por traerme— le dijo Sayer bajando de la moto.
—Te veré mañana— dijo Aidan—. Gracias por el regalo— levantó su mano derecha.
El pelirrojo sonrió.
—Es nuestro lazo de amistad. Ve a casa con cuidado— Sayer se despidió de su amigo y se dirigió a su hogar.
Aidan puso la moto en marcha y regresó. Llegó justo cuando la familia de su rival se despedía para irse. Dejó su moto afuera y se acercó a la puerta.
—Fue una linda tarde— le dijo Evelyn a Cleissy—. Nos vemos mañana en el salón de belleza.
—Por supuesto— le sonrió la mujer.
Arturo y Melvin quedaron de acuerdo en el día de la reunión familiar para hablar de tan importante asunto. Ambos hombres estaban felices de poder al fin dejar su gran patrimonio en manos de sus hijos.
—Feliz cumpleaños— le dijo Indigo a Aidan, el pelinegro lo miró con algo de desconfianza.
—Gracias— dijo apenas.
—Espero te haya gustado el regalo.
Aidan se llevó una mano instintivamente al cuello para tocar el dije de corazón.
—No sé porque me regalaste algo así, tal vez quieres burlarte de mí— le dijo el pelinegro—. Pero te recuerdo que aún no es tu cumpleaños, yo también me puedo reír de ti.
—Sólo quiero saber sí te gustó, no si te vas a vengar— dijo Indigo mirando sus ojos.
Nuevamente ese extraño sentimiento se apoderó de Aidan, sintió que sus mejillas nuevamente se acaloraban.
—Sí-me gustó— respondió el chico con un hilo de voz.
Indigo hizo una pequeña sonrisa ladina. Luego de eso se retiró con sus padres de la residencia Cinn para volver a su casa.
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Comments
Alida
No puedo esperar a leer el siguiente capítulo, sigue adelante! 💪
2025-10-27
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