La Carga del Creador
Hace cinco años.
El aroma a éter y ozono quemado se filtraba por las rendijas de la oficina insonorizada. Diego, con su barba de tres días y una mirada que mezclaba cansancio y maníaca convicción, se recostó en su silla de cuero, enfrentando al Hombre Extraño. Este último, de impecable traje gris y ojos fríos, mantenía una postura inmutable.
—Tu Proyecto Babel es una solución elegante para un problema terrible, Diego —dijo el Hombre Extraño, con la voz suave y desprovista de emoción—. Pero toda solución conlleva un costo. En este caso, el fin de la civilización tal como la conocemos.
Diego asintió, jugando con un pisapapeles de cuarzo. —¿Y cuál es tu pregunta, Nathaniel? ¿La moralidad de reiniciar el reloj? Ya he debatido eso con mi espejo.
—No. Mi pregunta es sobre Leopold. Él es la única variable puramente humana en tu ecuación. Cuando el polvo se asiente, cuando la biomasa de la humanidad cambie... ¿qué harás con tu hijo? ¿Lo dejarás vivir en el mundo que has creado?
Diego detuvo el movimiento del cuarzo. El nombre de Leopold, siempre un ancla, lo hizo sentir mareado.
—Leopold no es parte del proyecto. Es mi hijo —respondió Diego, la voz áspera.
—Pero el mundo que él conoce va a desaparecer por tu mano. Si lo dejas intacto, puro, será un anacronismo. Un eslabón débil en la nueva cadena evolutiva que estás forzando. ¿No sería más ético, por el bien de la nueva era, convertirlo? ¿Asegurarte de que sobreviva, no como tu hijo, sino como una de tus creaciones?
Diego se levantó y se acercó a la ventana blindada. El sol de la mañana se reflejó en sus gafas.
—Leopold es la única razón por la que necesito creer que la humanidad merezca una segunda oportunidad. No lo tocaré. Él elegirá su camino. Pero si elijo reiniciar el mundo, mi ética dicta que debo protegerlo de las consecuencias de mi propio genio. Lo pondré a salvo, y que sea el universo quien decida si mi experimento, el de ser un buen padre, funciona.
Nathaniel sonrió, un gesto que no llegaba a sus ojos. —Que así sea. Pero recuerda, Diego: el universo no perdona la ambición.
Despertar en el Umbral
Actualidad. Bosque adyacente al pueblo.
Leopold parpadeó, el olor a tierra mojada y pino agudo en sus pulmones. El golpe debió ser fuerte; la nuca le latía con un ritmo sordo. Estaba tirado junto a la mochila que su padre le había dado, el bosque en un remolino de colores a su alrededor. Lo último que recordaba era la discusión con Diego y luego... la oscuridad.
Se incorporó, el mundo girando. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
Un sonido, no, un trueno, sacudió el aire. Era un rugido profundo, metálico, seguido de un destello anaranjado que tiñó el cielo sobre el follaje. No era una tormenta. Era una explosión.
Leopold se arrastró hacia el borde del bosque y miró hacia el pueblo. Una columna de humo negro, grasoso y monstruoso, se elevaba sobre el distrito industrial. El epicentro era inconfundible: la zona de los Laboratorios Dídico, el complejo donde su padre había trabajado en las últimas fases del "Proyecto Babel".
El pánico lo golpeó, frío y paralizante. Si ese era el Laboratorio Delta, la instalación principal de Diego...
La Traición del Genio
Una hora antes. Laboratorios Dídico, Nivel B3.
Diego y la chica de cabello rosa neón, a la que él había bautizado Lys, estaban al borde de una plataforma que dominaba un generador de fusión pulsada. La luz azul cian pulsaba rítmicamente.
—¿Te enviaron a matarme, Lys? —Diego preguntó, sin dramatismo, con una extraña resignación.
Lys, de unos veinte años, aunque solo tenía dos años de existencia, apoyó la punta de una cuchilla de obsidiana en el cuello de Diego. Sus ojos, dorados y rasgados, eran la prueba viva de las modificaciones genéticas que la hacían superior.
—Eres un error, Padre —su voz era sintética, sin la calidez que Diego había intentado infundir en su programación emocional—. El Proyecto Babel es una aberración, una forma arrogante de forzar la evolución. Me creaste para entender el potencial, no para ejecutar tu juicio final. La organización dice que eres un peligro para la supervivencia real.
—La supervivencia real es el problema, Lys. La estupidez de la masa. La autodestrucción lenta. Yo estoy ofreciendo una mutación forzada, una oportunidad. Lo que me pides que pare no es solo el proyecto, sino mi última esperanza. ¿Y qué pasa con tu vida, Lys? ¿Tus emociones? ¿Tu libre albedrío, la cosa más preciada que te di?
—El libre albedrío me dice que te detenga. No quiero ser un arma. Y no quiero que otros se conviertan en lo que tú deseas.
Justo cuando Diego iba a responder, una alarma de intrusión sonó, ahogando el zumbido del generador. Una luz roja parpadeó en el monitor de seguridad de la sala.
Intruso: Acceso denegado. Eliminación de guardia de seguridad en punto de control 3.
Un hombre con una máscara oscura y militarizada entró en el laboratorio, esquivando los rayos láser de defensa. Se dirigió no a Diego, sino al corazón de los generadores.
Lys dudó, su cuchilla temblando. —No lo hagas más difícil, Padre.
—Demasiado tarde, Lys. Ese hombre no viene por mí. Viene por el Babel.
El intruso alcanzó el panel principal y tecleó un código, activando el protocolo de sobrecarga en los generadores. Peor aún, un contador digital rojo se encendió junto a la consola: Bomba H Activada. T-60 segundos.
El pánico se apoderó de la sala mientras las luces de advertencia parpadeaban. Los generadores vibraban, preparándose para una catastrófica liberación de energía. Diego se abalanzó hacia Lys, empujándola justo cuando el intruso disparó. La bala alcanzó un tanque criogénico.
—¡Es hora de que tomes tu propia decisión, criatura! —gritó Diego.
Lys, viendo el contador llegar a T-05, susurró: —Lo siento.
¡BUM!
La explosión fue sorda y total. El metal gritó, la luz azul se volvió blanca y la onda de choque arrasó el subnivel, pulverizando todo a su paso.
El Abismo Doméstico
Actualidad. Bosque adyacente al pueblo.
Leopold, aterrorizado, se levantó tambaleándose del suelo. El calor de la explosión era palpable incluso a esa distancia. Su padre estaba allí. ¿Estaba...? No podía permitirse terminar ese pensamiento. Tenía que ir.
Se dio la vuelta para tomar la mochila y su corazón se detuvo.
Parada sobre él, con los ojos inyectados en sangre que antes eran un suave color miel, estaba Olivia, su novia. Su cabello castaño se había erizado en espinas oscuras, la piel de sus brazos estaba agrietada como basalto caliente, y de sus hombros comenzaban a emerger lo que parecían ser fragmentos óseos. Su boca, abierta en un gruñido gutural, revelaba dientes alargados y serrados.
La explosión en el laboratorio, el epicentro del Proyecto Babel, había sido el detonante final. Olivia, probablemente ya expuesta a los agentes de Diego o portadora latente, era ahora una de las Criaturas de la Evolución Forzada.
Leopold se quedó congelado, sin poder gritar.
Olivia, su dulce y gentil Olivia, lanzó un grito inhumano y se abalanzó sobre él.
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Updated 36 Episodes
Comments
Kelly Andrade
😃Continúa, me encanta.
2025-09-30
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