Puertas cerradas...

Lo del apartamento era solo una prueba de todo lo que era capaz de hacer el despiadado Russell con tal de orillar a Mar a aceptar su contrato como amante...

Mar se despertó con un dolor de cabeza palpitante, recordando la odisea que había vivido la noche anterior. Se sentó en la cama, llevándose las manos a las sienes, mientras intentaba organizar sus pensamientos. Sentía los ojos hinchados de tanto llorar. Con un suspiro cansado, se levantó y se dirigió al baño, donde dejó que el agua tibia de la ducha resbalara por su piel. Se preparó para enfrentar un nuevo día, aunque en el fondo sentía que no tenía fuerzas.

Mientras tanto, en una lujosa mansión en el otro extremo de la ciudad, Efraín Russell ejercitaba su cuerpo con disciplina. El sudor corría por sus músculos marcados, y cada movimiento de sus pesas era acompañado por un único pensamiento: Mar Montiel.

Mar era una mujer alta y esbelta, con la piel blanca adornada por pequeñas pecas que hacían resaltar su belleza natural. Sus labios carnosos y esa sonrisa encantadora la convertían en un deseo imposible de ignorar. Russell había regresado de un viaje de trabajo cuando la vio por primera vez, ocupando el puesto de directora de marketing de su empresa. Desde entonces, decidió que ella sería suya y si el CEO de "Beauty Cosmetics" quería algo lo obtenía a como diera lugar.

Pero Mar no era como las demás mujeres que habían pasado por su vida. No se doblegaba, no caía en sus juegos, no se derretía ante sus lujos ni sus encantos. Russell lo había intentado todo: insinuaciones, regalos, invitaciones. Y ella siempre lo rechazaba con firmeza.

Cegado por esa resistencia, Russell la investigó. Descubrió que tenía un hijo, pero nadie sabía quién era el padre. También averiguó que su propia madre la había echado de casa al enterarse de su embarazo y que, desde entonces, Mar había tenido que luchar sola para criar a su pequeño. Esa vulnerabilidad le parecía a él un arma perfecta. Creía que conocer sus secretos le daba poder. Estaba decidido a quebrarla, y no le importaba qué tan bajo debía caer para lograrlo. Ella estaría en sus brazos aunque fuera contra su voluntad.

Esa mañana, Mar, Kayla y el pequeño Jhosuat desayunaron en un restaurante sencillo cercano al hotel. El niño reía inocente, mientras su madre apenas probaba bocado. Tras dejarlo en la escuela, Kayla se volvió hacia su amiga, preocupada.

—Mar, ¿qué harás con lo del apartamento? —preguntó, con el rostro preocupado.

—No lo sé —respondió ella con un dejo de cansancio—. Intentaré hablar con Braulio, mi abogado. Pero, por ahora, debo ir al trabajo… y rogar porque no me encuentre con Russell. Fue suficiente con lo de ayer para tener que lidiar con él también hoy.

Kayla le tomó la mano con fuerza.

—Mar, no retes más a ese hombre. Ya viste de lo que es capaz.

Mar soltó una breve carcajada amarga.

—No te preocupes, Kayla. Lo mantendré a raya, como siempre.

Sin embargo, al llegar a la oficina, un mal presentimiento la invadió. La secretaria de Russell, Maggie, la esperaba con nerviosismo.

—El jefe la está esperando, licenciada Montiel —dijo, evitando mirarla a los ojos.

Mar respiró profundo, acomodó sus tacones y caminó hacia la oficina. Antes de que tocara la puerta, la voz de Russell retumbó desde adentro:

—Entra.

La mujer abrió la puerta, y el sonido de sus pasos resonó en el impecable piso de mármol. Efraín se reclinaba en su silla de cuero, con una sonrisa cínica.

—Para haber pasado la noche en un hotelucho de mala muerte, sigues viéndote radiante —dijo con voz venenosa—. ¿Sabes algo, Mar? Eres mi puta obsesión. No descansaré hasta tenerte en mis brazos. Lo de anoche fue solo una muestra de todo lo que puedo hacerte si no aceptas mi propuesta. Ya te he esperado demasiado. Y la paciencia ya se me agoto.

Mar apretó los puños, intentando no dejarse llevar por la ira.

—Señor Russell, ¿qué quiere de mí? —preguntó con firmeza.

Él soltó una carcajada amarga.

—Sabes perfectamente lo que quiero. Quiero que seas mía, que me pertenezcas. Y no me importa qué tenga que hacer para lograrlo.

El corazón de Mar latía con fuerza.

—Sabía que era un imbécil, pero no pensé que tanto. Jamás voy a pertenecerle. Eso se lo juro —lo enfrentó con los ojos encendidos de furia.

—Ya lo veremos, Mar —gruñó él, desfigurado por la rabia—. Prepárate, porque haré que te arrepientas cada segundo de tu existencia por tu rechazo. ¿Tienes idea de cuántas mujeres matarían por estar en tu lugar?, y tú osas rechazarme.

Ella ya no pudo callar más. La rabia acumulada por años de acoso, sumada a la impotencia de haber perdido su hogar y tener que salir en la noche como si estuviera huyendo, la hicieron explotar como un volcán. Mar gritó todo lo que se había guardado, lo que nunca se había atrevido a decirle por miedo a perder su trabajo. Ahora ya no tenía nada que perder.

La altanería de Mar fue la chispa que encendió la furia de Russell. Se levantó de su silla con la violencia de un león acorralado y caminó hacia ella con pasos peligrosos. Sus ojos estaban cargados de perversidad. Mar retrocedió instintivamente, pero él la alcanzó, tomándola con brusquedad del mentón y arrinconándola contra la pared.

—Muy bien, preciosa. Tú lo has decidido. Quería hacer las cosas bien, darte la vida de reina que una zorra como tú sueña, pero me desafiaste… y eso no lo perdono —escupió con voz envenenada.

—¡Suélteme! —gruñó ella entre dientes.

—No lo haré —replicó él, y acto seguido una bofetada brutal impactó la frágil mejilla de Mar.

El golpe fue tan fuerte que la hizo tambalear hasta caer al piso. Russell se abalanzó sobre ella como un depredador, intentando arrancarle la camisa. Los gritos de Mar llenaron la oficina, mientras forcejeaba con todas sus fuerzas. Él, enceguecido, la sujetó del cuello, cortándole la respiración. La mujer luchó desesperada hasta que sus fuerzas la abandonaron y se desmayó.

Cuando Russell vio como ella dejó de luchar y se desvaneció, reaccionó intentando reanimarla.

En ese instante, la puerta se abrió de golpe. Víctor, el vicepresidente, y Maggie, la secretaria, entraron alertados por los gritos. La escena era innegable: Russell despeinado, con la corbata deshecha, el rostro arañado y el cuerpo sobre la mujer inconsciente.

—¡Por Dios, Efraín, estás loco! —gritó Víctor, corriendo a auxiliar a Mar.

—Corre por alcohol —ordenó a Maggie, quien observaba la escena paralizada.

Efraín, con el pánico reflejado en su rostro, se llevó las manos a la cabeza.

—¿Está muerta? —preguntó con voz temblorosa.

—¡Cállate! Ruega más bien porque despierte. Eres un animal, ¿cómo se te ocurre intentar tomarla a la fuerza? Has perdido la cabeza por tu maldita obsesión —lo reprendió Víctor.

Maggie regresó con alcohol, y Víctor empapó un algodón que colocó bajo la nariz de la frágil mujer. Mar abrió lentamente los ojos, aunque seguía como ida. Sin pensarlo, Víctor la cargó y salió corriendo rumbo al hospital más cercano.

Russell se quedó paralizado. Sabía que, si Mar lo denunciaba, su imperio podía derrumbarse y terminar en la cárcel. El miedo lo consumía. Por eso, junto a Víctor, empezó a idear un plan para silenciarla.

Horas después, Mar despertó en la camilla del hospital. Desorientada, vio la imponente figura de Víctor a su lado y recordó el horror vivido. Las lágrimas brotaron incontenibles.

—¿Ese imbécil me violó? —preguntó ahogada en llanto.

Víctor la sostuvo por los hombros, tratando de calmarla.

—No, Mar. Se contuvo. Pero escucha bien: en cuanto salgas de aquí deberás irte de esta ciudad con tu hijo y tu amiga Kayla. Ya sabes la razón de su ataque. Y si te atreves a denunciarlo, la que puede acabar en prisión eres tú.

Mar lo miró incrédula.

—¿De qué diablos hablas? ¡Yo no le he hecho nada! Él siempre me acosa, ¡intentó violarme! —gritó con frustración.

Víctor le entregó una carpeta.

—No te hagas la inocente. Si Efraín te atacó fue por venganza, porque junto a tu amante, el contador, le robaste dinero a la compañía. Aquí están los comprobantes.

Mar arrojó la carpeta con furia.

—¡Esto es mentira! ¡Jamás le he robado un centavo a la empresa, y mucho menos tengo nada con ese hombre!

—Es tu palabra contra la suya y contra las pruebas. Así que desaparece, porque si no lo haces ahora, la próxima vez Efraín sí cumplirá su objetivo, y nadie podrá salvarte —sentenció Víctor con frialdad.

Sin opciones, Mar entendió que la habían acorralado. Se quedó sola en la habitación, quebrada, pensando en todo lo que había perdido. Su madre la había echado de casa, ahora su jefe la destruía laboral y moralmente, y además la acusaban de algo falso. El llanto la consumió mientras abrazaba la única certeza que le quedaba: debía proteger a su hijo, aunque tuviera que marcharse con el corazón destrozado y las manos vacias...

Más populares

Comments

Carmen Palencia

Carmen Palencia

desde el primer capítulo quedé enganchada con esta hermosa novela pero nos das un solo capítulo por favor quiero que nos deleite con varios capitulos seguidos que me encanta esta novela

2025-09-30

6

David Aparicio

David Aparicio

Que asco de hombre, a lo que tiene que llegar para poder conseguir a una mujer, acorralarla por todos los medios para que ella ceda a sus deseos impuros, pero que bueno que ella no cae aunque tenga que padecer. Ojalá Mar se busque un novio mafioso para que le haga la vida imposible a ese Rusell y le haga pagar todo lo que le ha hecho a ella.

2025-10-01

2

Ingris Pérez

Ingris Pérez

me gustó desde el primer capitulo pero la verdad que no entiendo a la escritora tan buenas sus novelas y siempre das un capítulo diario 🤭

2025-10-02

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play