BIANCA
Miro el vestido de novia por el espejo. Es de encaje, en corte sirena y con tirantes que caen por mis brazos. Es muy hermoso y me sorprendió que me quede perfecto, a mis medidas exactas en tan poco tiempo.
Después de una larga conversación con el capo de la Ndrangheta, ayer firmamos el trato en el que se establece nuestros beneficios y deberes para esta unión. Hemos pactado lo que sí y lo que no en este matrimonio por conveniencia. No era tonta, ni una bruta está unión estaba más a mi beneficio que al de él. Después de leerlo, añadí un par de cosas más y entre ellas estaba que podía finalizar el matrimonio en cualquier momento si él incumplía su palabra y Dante acepto.
Papá no mencionó palabra cuando le hable sobre el matrimonio, tal vez porque Dante se quedó a mi lado en todo momento.
La esposa del capo. Ese título me da tantos beneficios y escalofríos. Había conocido a varias esposas de la cosa Nostra, todas ellas son altas, con excelentes cuerpos tonificados y vistiendo siempre de la ropa más costosa y yo no soy nada de eso.
No soy alta y debo admitir que debería ejercitarme más. Mi ropa tampoco es de la mejor, papá no suele comprarme cosas como a Loretta. La mayoría de las veces tuve que remendar mi propia ropa con hilo y aguja.
Cuando escuche unos golpes en la puerta, la empleada que me ayudaba se alejó y abrió la puerta a Estefan.
—¿Está lista?
—Gracias—le dije a la empleada.
Ella asintió y dejo mi cabello decorado con flores y el velo. La boda será en el jardín de la casa y aunque solo de mi familia estarán papá y Estefan, el señor Dante me comento que vendría algunos de sus familiares.
Me levanté del buro y salí de la habitación sin mirar a mi hermano. Aún me sentía molesta y resentida con él. Estefan nunca va contra las órdenes de papá y es claro que no lucharía por mí. Al fin y al cabo, solo somos medios hermanos. Mismo padre, diferente madre.
Mi madre solo fue la aventura de una noche y la de él, la esposa más amada y respetada de la Cosa Nostra.
—Bianca, por favor tenemos que hablar. Debes explicarme qué pasó.
—Voy a llegar tarde a la boda. A mi boda.
—Escúchame.
Antes de salir al patio, Estefan me tomo del brazo y me detuvo. Me acorralo entre la pared y por primera vez hoy lo vi a la cara. Tiene los ojos rojos e hinchados con grandes ojeras alrededor. Su corbata no está bien hecha y su traje no se ve bien.
—No puedes hacer esto, lo sabes. Siempre quisiste ser libre. Irte de aquí—bajo su tono y se acercó a mi oído—.Te sacaré de aquí. Lo prometo. Dímelo y prometo hacerlo.
—Me conoces poco, Estefan. Quiero respeto, quiero que todos los que me humillaron se arrepientan i¿Por qué no lo entiendes?! Claro, tú siempre has vivido como rey, yo como basura.
Solo por esta boda. Él se alejó y salimos por la terraza. Bajamos al campo donde hay un camino de rosas blancas, algunas sillas y el final del camino se encontraba el señor Dante y la persona que nos casará.
Papá se acercó a mí y se quedó a mi lado.
—Bien, te voy a entregar.
Mire a mi padre con tanto odio.
—No—hablé.
Él se vio sorprendido y antes de poder tocarme, Estefan hablo.
—Lo haré yo entonces.
—Tampoco—vi el ramo de rosas y petunias que tengo entre las manos—Caminaré sola. Siempre he estado sola.
—Como quieras—dice papá.
Ambos se fueron a sentar en la parte en la que se supone donde deberían ir mis invitados, pero solo estuvieron ellos dos. Por el otro lado,, en la parte del señor Dante hay muchas personas. Más de las que esperaba. Mujeres y hombres, uno de ellos está en silla de ruedas.
La pieza de piano empieza a resonar en el lugar abierto y es mi señal para entrar. Sin ser llevada del brazo de nadie, camine hacia el hombre de Ndrangheta para unirme en matrimonio. Las cosas que hablamos vienen a mi cabeza. Poder, dinero y respeto son mis beneficios y mis obligaciones como esposa, entre tantas como lealtad.
Llegue al altar y el señor Dante me extendió la mano y me dedico una leve sonrisa entre todos los rostros serios. Correspondí y lo sujeté de la mano.
Para no hacerla tan largo, solo oigo al oficiante y cuando me toco hablar, respondí sin dudar.
—Dante Rossi te tomó como esposo. Te prometo ser leal y respetuosa. Dedicaré mi vida hacia ti. Toma esta sortija como un símbolo de nuestra unión—tome el anillo y se lo coloque en el dedo.
Él sonrió de lado.
—Bianca Corsi te tomo como esposa. Juro, brindarte respeto y lealtad en cada momento de mi vida—toma la sortija y la coloca en mi dedo—.Desde este momento serás mi mujer, la mujer del capo de la Ndrangheta.
Se declaró oficial nuestro matrimonio. Prometimos y juramos lealtad. Ser una fuerza juntos y todos los invitados fueron testigos de ello.
Tímidamente, me acerqué, no obstante, el capo noto mi nerviosismo y me acerco a él rápidamente para besarme. El beso no duro mucho fue poco, pero lo suficiente para continuar con la ceremonia.
Pensé que la familia del señor Dante no me aceptaría, me verían con indiferencia por el lugar de donde provengo, pero... no fue así. El padre de mi ahora esposo es el hombre que está en silla de ruedas y él junto a su esposa se acercó. Sorprendentemente, la mujer me dio un fuerte abrazo.
—Bienvenida a la familia querida—acaricio mi espalda—Estás tan flaca y pequeña. Ya mejorarás. Necesitamos mujeres fuertes.
—Felicidades—hablo el hombre—a los dos.
—Gracias, señor.
—Mira cariño, allá está Gabriele—la mujer negó con la cabeza—.Parece que sigue igual de gruñón... que pena—suspira—Hay que acercarnos a fastidiarlo.
—Vamos.
Ambos se alejaron y el señor Dante me sujeto de la mano.
—Parece que su madre es agradable—susurre.
—Lo es. Es muy... animada. También deja de hablarme de usted, Bianca—sus ojos verdes recaen en mí—Somos marido y mujer. Compartiremos vida desde este momento. Llámame solo Dante.
Asentí y agaché la mirada.
Él prosigue y me presento a los demás invitados.
Todos me mostraban respeto y en más de una ocasión algo dentro de mí lo disfruto. Disfruto no ver el asco, la burla o la indiferencia. Solo respeto.
—Nos vamos—dice papá al acercarse—.Fue un gusto, Dante.
Papá quiso estrechar la mano con Dante, pero él no contestó. Esta vez quien fue visto con indiferencia fue él. Padre alejó su mano cuando vio lo mismo que todos.
—Adiós, Bianca—hablo Estefan.
Tragué grueso y asentí.
—Adiós.
No mire a papá y los dos se fueron.
La noche continuo, en la que hable con algunas mujeres. Algunas son esposas de los socios más importantes de Dante y otras son primas. Todas me reciben de una manera cálida y amistosa a la "familia".
Partimos el pastel y a eso de las 8 de la noche, algunos invitados se fueron yendo, entre ellos los padres de Dante y yo ya no quería seguir ahí. El vestido me cansaba y los tacones me hacían sentir incómoda.
—¿Te molesta si voy a descansar?—pregunte.
—No, cariño.
Sé que esa palabra solo lo uso ante sus socios. Asentí y subí a la habitación. Mi nueva habitación que compartiría de ahora en adelante con Dante. Tomé asiento en el buro que ahora es mío y encendí las luces. Lo primero que quite fue el velo y pensé que este espectáculo de boda se tendría que repetir dentro de un año.
Es uno de los factores en los que quede con Dante. Una boda religiosa, la quiere enorme y elegante en el cual pueda sentirme como una reina.
Me levanté y con dificultad fui desabrochando el vestido para quitármelo. La soledad en la que tanto me había acostumbrado a vivir acabo cuando Dante cruzo por la puerta. Detuve mis dedos y no proseguí con lo que hacía.
Mi esposo... entra con una botella de alcohol en la mano. Bebe de ella mientras se mantiene recostado sobre la pared.
—Te ves jodidamente hermosa así.
—No me digas lo que sé—lo escucho reír—Estoy por cambiarme para dormir. Creo que deberías hacer lo mismo—hago una leve pausa y pienso bien en decirlo—.Estás ebrio.
—No estoy ebrio.
Deja la botella de alcohol en el buro a su lado.
Camina bien, sin tambalearse y parece que dice la verdad. Al llegar a mí se pone de rodillas y me toma desde el vestido, trato de retroceder, pero mantiene sus agarres fuertes y sonríe un poco.
—¿Tienes miedo de mí?—pregunto con voz grave.
Me quede fija en el color azul de sus ojos. Respiro fuerte y puedo escucharlo en la silenciosa habitación. Mis piernas tiemblan y soy incapaz de siquiera intentar volver a moverme. A mí viene su promesa y su palabra de no usar la fuerza conmigo, pero por alguna razón no necesitaba que lo dijera en voz alta.
—Por alguna razón... te veo lastimando a todo el mundo, matándolos y quebrando sus cuellos en tus manos—me inclino y tomo su perfecto rostro en mis manos—.No te imagino haciéndome daño. Así que no, no te tengo miedo.
Él sonríe de lado y aun en el suelo me toma y me besa. No me negué a besarlo, aunque perdí el compás de sus labios, ya que este... este es mi primer beso. Intente seguir, pero me entorpecía algunas veces.
Me soltó y volví a levantarme. El mafioso se quedó de rodillas a mí tomándome de la mano.
—No dije mis votos solo por decirlo. Te prometo esposa mía mi lealtad y mi vida... pondré el mundo a tus pies y te atraeré la luna del cielo si es lo que quieres.
—No te amo—susurré.
—Lo sé. Es demasiado pronto para hablar de amor. Esta unión es por conveniencia, pero... estamos unidos ahora.
—Ahora solo somos los dos. Hay que llevar todo de la mejor manera.
—Exacto, hermosa.
Se levantó del suelo y después de dejar un beso en mi frente entro al armario. Termine de vestirme con rapidez y me cambie al pijama que traje de casa.
Me acosté en la cama y me cubrí hasta el cuello. Unos minutos después mi esposo vino y se acostó a mi lado. No me toco, ni me acerco a él, pero sentía su respiración cerca de mí.
—Y no estoy ebrio. Yo nunca me embriago.
Asentí y solo cerré los ojos. Lo que pensé que sería una noche dolorosa y llena de lágrimas no fue así. Fue tranquila y por una vez en mi vida me sentía especial para alguien.
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Comments
Ceridwen
Los personajes están bastante buenos 💪😎
2025-09-26
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