Por escrito.

BIANCA

Después de unas largas 4 horas de viaje hemos llegado. Estefan prometió enseñarme varias partes de la ciudad si papá se lo permitía -sorprendentemente esta vez no se lo negó -continuamos por toda la ciudad hasta alejarnos un poco de toda la gente y llegar al campo. El auto entró por un camino lleno de pinos muy bien cuidados y después de ellos dejo a la vista una enorme casa, debe tener alrededor de cuatro o cinco pisos.

El auto se detiene frente a la fuente y al instante alguien viene y abre la puerta. Papá baja primero y después Estefan y finalmente yo. Miro toda la casa a detalle y me siento emocionada por los lugares donde podré aventurarme durante este pequeño viaje.

Un hombre nos espera en la entrada y nos da la bienvenida a toda la casa. Nos guía hacia nuestras habitaciones y la mía queda en el ala más lejana de donde están papá y Estefan.

—Gracias—murmuro.

El hombre asiente y deja mis maletas mientras que reviso la habitación y como está decorada. Tiene tonos negro y blanco. Camino y abro las puertas dejando a la vista el bosque de la finca. Hay una piscina y un enorme laberinto.

—Bianca.

Volteo y encuentro a Estefan en el marco. Cierra la puerta y se acerca a mí.

—Papá tendrá una reunión y no me necesita.

—¿Vamos por el laberinto?

—Por supuesto.

Ambos salimos de la habitación bajo la atenta mirada de todos los guardias. Corrí como una chiquilla emocionada y salimos al bosque. Bajamos las escaleras y empezamos a adentrarnos al laberinto, no sabíamos cuál es la salida, pero sí nos divertiríamos descubriéndolo.

—Estefan.

Me sobresalto cuando escucho una voz extraña.

Volteo y encontramos a una chica de cabello negro, alta y con los labios pintados de rojos. Mi hermano caminó hacia ella y la beso.

—Bianca, ¿Te molesta?—pregunto él.

—No—trago grueso—pero padre...

—Su reunión tardará horas. Tendré mi celular activo por cualquier cosa, si necesitas llamarme hazlo. Sé que no podrás sola.

Oh no. Eso parece un reto.

—Claro que voy a poder. Hagan sus cosas de enamorados.

Mi hermano asintió y se fue con Mónica, mientras que yo seguí adelante con todo el laberinto que quedaba ante mí. Me arrepentí de eso un rato más tarde. No encontraba la maldita salida.

Volteaba, caminaba de frente, intente varias opciones, pero ninguna daba con la salida. Mi orgullo era más grande que mi frustración por haber tardado cerca de dos horas después que Estefan me envió el primer mensaje.

Toque los arbustos que se han convertido en paredes del laberinto y al instante note que en algunas partes es más suave y húmeda, mientras que por otros lados son secos. Intente primero con la parte de húmeda y avance todo ese camino. Continúe hasta que este... se acabó.

—Nadie llega la primera vez hasta este punto.

Jadee al escucharlo aquí. Se mantiene cruzado de brazos y su rostro no es de buenos amigos.

—No me gusta que nadie se meta en mis cosas.

—L-lo siento. Solo tuve curiosidad.

—La curiosidad puede ser peligrosa—camino hacia mí y tuve que levantar la mirada cuando lo tuve a unos pocos centímetros—¿Eres la hija de Gabriele?

—Sí. Mi nombre es Bianca—hice una pausa—¿Acaso

no me recuerdas?

—Claro, la bastarda de los Corsi—suspiro—¿Quieres que te ayude a salir Bianca?

Si él me ayuda no sería justo. Quiero hacerlo por mí misma, aunque su presencia no me molestaba. Por primera vez me hablaba, él inició la conversación y me hablaba.

—No, pero... puede acompañarme—respondí—.Y no

soy una bastarda.

—Ante los ojos de los demás, si lo eres—oí caminar detrás de mí—.Sin embargo, para mí no, eres más que una simple bastarda y sé que todos pronto lo sabrán.

A qué se refiere con eso...

—¿Qué es lo que más deseas Bianca?

Su pregunta. Tengo dos deseos en la vida, pero sé que ninguno será capaz de cumplirse.

—Respeto—murmuré—.Cada persona que conozco es respetada, tiene poder y hacen cosas por ellos. Yo... no tengo nada así, me gustaría algo así.

—Todos quieren respeto y poder, pero este se gana ¿Tú lo has ganado?

Sí, me he forjado bajo malos tratos y jamás he dejado que me arruinen.

—Sí. Lo merezco.

—¿Puedo preguntar como llegaste hasta este punto del laberinto?—pregunto él.

—El césped—volteé a la izquierda primero, toque de nuevo las paredes y la suavidad ya acabo—es suave y húmedo, por un lado, y por otro seco.

Continúe tocando ambos lados y él se mantiene en silencio a mi lado.

—¿Por qué está aquí?

—Cuando crearon este laberinto quise que sea de rosas, quise un lugar lleno de su belleza y aroma... pero solo hay espinas. Todos los días vengo aquí—pasa sus dedos por las espinas—.Y te vi... me causas curiosidad Bianca.

—¿Curiosidad?

Sus palabras hacen que me detenga, pero no voltee. Lo escuché caminar por las rocas hasta mí y sentí su respiración chocar con mi coronilla. Sus manos rozaron de manera suave mi brazo y hablo con esa voz grave que posee.

—Desde la primera vez que te vi he sentido una gran curiosidad por ti. Por tu belleza, pero más—sus manos se posaron en mi cintura y me hicieron voltear a él. Vi sus ojos azules y me perdí en ese bello color—en esa mirada. Tu mirada triste.

—N-no estoy triste.

—No me refiero a eso—una de sus manos sube a mi mejilla y quiero que continúe tocándome. Pero aleja los dedos y cuando mi mentón está arriba oculta las manos en sus bolsillos.

Espere a que haya algún otro acercamiento, pero no lo hubo debido a un grito.

—¡Bianca!

Estefan aparece unos metros delante de mí. Corre con una linterna y se sorprende al ver al capo conmigo.

—Lo siento, capo—habla mi hermano—Que bueno que la encontró. Papá está preocupado.

—Sí, conozco a la perfección este sitio. No tardó demasiado.

—Gracias, señor.

Estefan me sujeta de la mano y empieza a caminar conmigo, avanzamos unos metros, volteamos a la derecha en una esquina y finalmente... está la salida. Después de todo no me faltaba mucho por salir.

—Estas un asco, Bianca—dice papá al verme. Sus ojos solo demuestran decepción como siempre—.Ve y cámbiate.

Moví mi cabeza y continué caminando con Estefan quien me dejo en mi habitación. Me quité los zapatos para no ensuciar de tierra el cuarto y entré al baño. Me quité el resto de la ropa y al estar desnuda me hundí en la bañera.

El agua me cubrió por completo y ante la soledad... empecé a acariciarme por los mismos lados que el jefe de la mafia Ndrangheta me había tocado.

**************

—El consigliere del capo me presto su ajedrez. Las piezas son rojas y blancas, pero funcionarán. Escoge cual quieres.

—Las blancas.

Él asintió y ambos empezamos a ordenar las piezas. Estas tienen diferente forma en cada pieza, incluso los peones, tienen un pequeño diamante. Soy la primera en iniciar el juego y mi primer movimiento es el caballo.

Nuestros juegos son mayormente en silencio hasta que uno de los dos anuncia en voz alta que gano. Sin embargo, por alguna razón, Estefan cambia nuestra tradición.

—¿Te agrada el capo Dante?

Venzo su reina y sonrió de lado por el descuido.

—Sí, parece... una buena persona.

Él mueve su peón, el último que le queda y avanza dos pasos.

—Me alegra oír eso—muevo mi torre y logro derribar a su peón. Espero algún movimiento de su parte, pero él se detiene.

Quito la mirada del ajedrez desde que iniciamos.

Estefan no luce bien. Solo se queda quieto y tiene las manos enterradas en el sofá.

—¿Qué pasa?

—Bianca... papá y yo tenemos que volver en una semana a Sicilia.

—¿Tan rápido? Pensé que nos quedaríamos más días.

Pensé que Estefan lucia así porque no podría llevarme de paseo por la ciudad, eso me ponía triste, pero no quiero que mi hermano se sienta igual por no cumplir su palabra. Antes de poder decir alguna palabra más, uno de los guardias se acerca, no es de los nuestros, sino uno de la Ndrangheta.

—Señorita.

Me extiende un pequeño sobre que está sobre una bandeja y da unos pasos atrás. Estefan me mira con atención mientras que abro el pequeño sobre.

"Bianca, no te has llevado la mejor impresión de mí en este viaje. Para arreglar ello te pido que me acompañes esta noche a cenar. Solo los dos. Escribe tu respuesta y devuelve esta carta. Dante Rossi"

El guardia se acercó y sobre la bandeja tiene un bolígrafo. Oculté mi sonrisa ante los dos presentes aquí y di una respuesta afirmativa. Deje la carta sobre la bandeja y el hombre volvió a entrar en la casa.

—¿Continuamos?—le pregunté a Estefan.

—Claro... pero ¿Qué ha sucedido?

—Tú tienes tus cosas y yo las mías—respondí.

Él asintió aún con duda y entonces continuamos con dos juegos más. Estefan se cansó de perder y volvió a la casa mientras que yo me quede guardando las piezas. Estaba algo nerviosa por la cena de esta noche.

Entre en mi habitación y entre mis cosas encontré uno de los vestidos más bonitos que tenía, que una vez Estefan me obsequio. Mire la hora y son cerca de las cinco, tengo suficiente tiempo para arreglarme.

Utilicé la ducha y luego empecé a arreglarme. Deje mi cabello marrón suelto, acomode las ondas de tal manera para que no se vieran desordenadas y me coloque el vestido rojo. Termine de maquillarme y me coloque de pie. No estoy acostumbrada a usar tacones, pero esta noche lo amerita. El capo de la Ndrangheta me invito a una cena, solo los dos.

Cuando el reloj marco las siete, tomé todo mi valor y abrí la puerta. Bajé las escaleras y en la entrada encontré a dos guardias. Antes de salir escuché una garganta aclararse, alce la mirada y encontré a mi padre.

Me quede quieta, pero él solo asintió como si supiera todo. Solté el aire que contuve y los guardias abrieron la puerta y continúe.

Subí al auto que ya me esperaba. El señor Dante no estaba ahí, pero sí dos guardias. Las rejas de la mansión se abrieron y empezamos a irnos de aquí. Me senté frente a la ventana de tal modo que podía ver todo.

Estamos en una de las villas por lo que nos tardamos un poco en llegar al centro de la ciudad. No pude evitar sonreír al ver el lugar a estas horas de la noche. Las luces mantienen el lugar bello, todo es bello.

El auto se detuvo frente a un edificio de unos 3 pisos. Uno de los guardias abrió la puerta y bajé. Camine hacia la entrada y deje que él hablara. Las puertas se abrieron y esperamos el ascensor. Subimos al tercer piso, el cual es una azotea, es enorme y está decorada con rosas y solo hay una mesa y Dante ya está aquí.

—Hola Bianca—saludo—.Me alegra que aceptaras mi invitación.

—Hola, me sorprendió que me haya invitado.

—Tenemos mucho por hablar—asentí.

Él jaló una de las sillas e hizo que me sentara primero. Dos meseros se acercaron y dejaron una carta para cada uno. La mesa está decorada también por pétalos de rosas rojas, todo el lugar y tiene luces cálidas manteniendo la elegancia y el romance.

—Quiero el bistec allá fiorentina.

—Lo mismo—dijo Dante.

Los meseros tomaron las cartas y ambos se alejaron.

Dante y yo estamos tan cerca, uno frente al otro. Y ese color de ojos me hace recordarlo como el primer gusto amoroso que tuve.

—Calabria es hermoso—murmuré para hacer conversación—.Gracias por invitar a mi familia.

—Tu padre es uno de los mejores socios que tengo, tuvimos unos pendientes e invitarlos a casa era lo mínimo que podía hacer—contesto—¿Cómo te va con el piano?

—Va bien, soy la mejor.

Estoy en ascuas el que me haya invitado aquí. Algo debe de querer, jamás se ha acercado a mí y ahora vine y me dice lo hermosa que soy. Me dice cosas que sé y que creo que él sabe. Solo está evadiendo el punto.

Los meseros dejan la comida sobre la mesa, viéndolo desde otro lado, esta invitación me sirve para conocer los platillos de Florencia.

—¿Puedo saber a qué se debe su invitación capo?

Él alzó su mirada del plato y dejo los cubiertos de lado. Su mano viajó por su barba y se acomodó en la silla.

—Querida Bianca ¿Hace cuanto nos conocemos? ¿Tres o cuatro años ya?

—Sí, hace varios.

—Exacto, pero nunca nos hemos acercado, no tanto como ayer. Dijiste que deseas poder y respeto y yo soy capaz de dártelo. Llegaste a descifrar mi laberinto y eso nadie lo ha hecho, siempre han necesitado de ayuda y me confirma que seas única.

—Soy una chica brillante.

—Lo sé. Y por eso quiero proponerte un contrato. Un contrato que te va a beneficiar tanto como a mí—fruncí el ceño y decidí tomar un poco del vino que han servido —.Те propongo matrimonio.

—¿Qué?

Esa propuesta hizo que rápidamente hiciera atragantarme con el vino. Él se quiso levantar, pero lo detuvecon una ceña. No tarde en componerme y volví a la realidad. Debo haberlo escuchado mal.

—¿Dijo matrimonio?—él asintió—¿Con una bastarda?

—La gente tiene un concepto diferente a lo que verdaderamente es cuando personas de mierda se lo andan repitiendo una y otra vez—hace una pausa—.No veo en ti a una bastarda, Bianca.

—¿Entonces? ¿Por qué quiere casarse conmigo?

—Me gusta el que pienses por mí, Bianca—suspira—.Necesito una esposa debida a las fuertes insistencias de mis aliados, un matrimonio con la Cosa Nostra sería mantener la alianza y para ti poder e independencia.

Esa propuesta es sorprendente. No sé qué decir o que hacer y mi silencio parece eterno.

—¿Y este matrimonio será para siempre?

—Existe el divorcio.

—¿Y si me niego?

—Es por eso por lo que estamos aquí. Lo que sucede en territorio desconocido, se queda ahí como si nada hubiese sucedido.

Poder y respeto. Estoy harta de ser tratada como basura por todos en Sicilia, en siempre ser evitada en las fiestas y reuniones, que mi padre me golpee o humille y deje que también Loretta lo haga.

—No tienes que darme una respuesta ahora. Tienes tiempo para pensarlo, estarán varios días aquí. Vamos a disfrutar de esta cena ¿Sí?—asentí.

Será lo mejor.

Él siempre me ha gustado. Desde el primer momento que lo vi, pero el abuelo decía que estaba mal y Estefan me insistía que debía de olvidar ese tonto enamoramiento. No era amor, eso es claro, solo era atracción.

Ahora sucede esto, creo que la Lluvia de 18 años se hubiese emocionado mucho, pero lo que soy ahora no lo sé. Es un matrimonio, involucra responsabilidades y obligaciones. No obstante, como dijo, podemos llegar a un acuerdo y finalizar este matrimonio.

¿Abuelo Maximino me estás enviando esta señal de vida? Por favor que sea que sí, dudo que de muerto dejes que esto me pase.

Después de un largo rato, con una conversación muy entrenida supe que fue de él en este tiempo. На viajado mucho, ha invertido en distintos negocios lejos de la Ndrangueta y están recibiendo demasiadas insistencias por sus socios con que ya debe y tiene que casarse. También le cuento sobre mí y como he ido a un conservatorio, sé diferentes partituras y he mejorado bastante, pero creo que su historia es más interesante.

Entre risas y después de 4 horas decidí decírselo:

—Siempre me gustaste—sonrió levemente—.Me gustaste desde la primera vez que te vi, Dante.

—No lo sabía Bianca.

—Quiero poder y respeto y no va a obligarme a hacer nada que no quiero. Nunca—declaré—.Este va a ser un matrimonio por conveniencia, nada más.

—Por supuesto, ambos ganamos—se acerca.

—Acepto, pero lo que quiero debe estar por escrito.

Él asintió y sonrió de lado. Yo también lo hice, aunque seguro tomo una decisión apresurada, debo hacerlo. Todos se van a arrepentir de como me han tratado.

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