Cenicienta

POV NARRADORA

La invitación de Lorenzo era una oferta tentadora, un desvío inesperado pero interesante en el curso de su venganza. Aithana, bajo el nombre de Isabella, sintió una chispa de anticipación.

Este Lorenzo era un enigma, y la promesa de un evento de alta sociedad era una oportunidad que no podía dejar pasar. Podría ser una pieza clave en su juego, o simplemente una distracción bienvenida.

—Sería un placer, Lorenzo— respondió, con su voz teñida de un interés genuino. _Me encantaría acompañarte—

En ese momento, mientras él sonreía complacido, Aithana sintió una punzada familiar en su muñeca. Al disimuladamente mirar su reloj, se dio cuenta de que el tiempo había volado.

Sebastián, a lo lejos, la buscaba con la mirada, ajeno a la conversación que estaba teniendo lugar.

Era hora de desaparecer, de dejarlo con la intriga.

—Oh, mira la hora— exclamó, repentinamente apresurada. —Debo irme ahora mismo. Ha sido un placer conocerte, Lorenzo— Sin darle tiempo a reaccionar, se giró para irse.

—Espera, Isabella— la llamó Mateo, extendiendo una mano. —Permíteme llevarte. No quiero que te vayas así—

Aithana se detuvo, pero no se giró completamente.

La idea de irse con él, de permitirle acercarse más, era tentadora, pero su plan contra Sebastián aún era la prioridad. Además, ¿quién era este Lorenzo realmente?

—Te lo agradezco, Lorenzo, pero no puedo— dijo, firme pero amable. —Tengo... otros planes— Y con eso, se alejó rápidamente, dejando a Lorenzo con la duda y a Sebastián, que la observaba desde la distancia, con una pregunta en los ojos.

Mateo observó la figura de Isabella desvanecerse entre la multitud, una mezcla de sorpresa y una curiosidad le recorrió. No era fácil para él dejarse cautivar.

Había visto y conocido a mucha gente, especialmente en su círculo, y la mayoría le resultaban predecibles, hasta aburridas.

Pero Isabella... había algo en ella, una combinación de elegancia, inteligencia y un velo de misterio que lo había intrigado desde el primer momento.

Y ahora, huía como Cenicienta.

La comparación le pareció casi cómica, pero también extrañamente acertada.

Había algo en su partida apresurada, en esa negativa tan educada, pero firme, que le hacía pensar que ella guardaba secretos, que tenía una vida o un propósito que iba más allá de lo que mostraba.

No era solo una mujer bonita en una fiesta; era un enigma que él, por primera vez en mucho tiempo, sentía el impulso de descifrar.

—Interesante— murmuró para sí mismo, una leve sonrisa curvó sus labios.

Sebastián, a quien apenas había notado hasta ahora, ahora le parecía irrelevante. Su atención estaba completamente fijada en la mujer que acababa de desaparecer. Definitivamente, quería saber más de Isabella.

Y estaba seguro de que la volvería a ver.

Aithana se deslizó en el primer taxi que vio, el corazón latiéndole con una mezcla de adrenalina y satisfacción. Dio la dirección de la casa de su amiga Valeria, y mientras el taxi arrancaba, sacó su teléfono.

**Aithana:** —Ya voy para allá. Prepárate para los detalles—

Se recostó en el asiento, el calor de la noche europea filtraba por la ventana. Con un suspiro, se quitó el antifaz, revelando sus ojos cafés brillantes de triunfo.

Cerró los ojos por un instante, y una sonrisa de pura complacencia se dibujó en sus labios.

El plan estaba funcionando, y la noche apenas comenzaba.

Diez minutos después, llegó a la casa de Valeria. Pagó al taxista y prácticamente voló hacia la puerta, donde Valeria la esperaba con una sonrisa ansiosa.

—¡Entra, entra!— susurró Valeria, abriendo la puerta de golpe.

Ambas subieron corriendo a la habitación, cerrando la puerta con seguro.

Se tiraron en la cama, y las risas ahogadas escaparon en susurros cómplices.

—¡Cuéntame, cuéntame ya!— exclamó Valeria, con sus ojos brillando de emoción. —¡Quiero saberlo todo, bien detallado! ¿Cómo estuvo? ¿Lo viste? ¿Habló contigo?—

Aithana, todavía sonriendo, la miró. —¡Uy, amiga, ni te imaginas! Fue... épico. Sebastián cayó en el anzuelo, ¡totalmente! Le hablé, le sonreí, le dejé pensando...—

—¡No me digas!— rio Valeria, dándole un suave codazo. —¡¿Que mas paso? Quiero que me cuentes todo—

—¡Ahí viene lo bueno! ¡Conocí a alguien muy misterioso!—dijo Aithana, sentándose y adoptando una pose dramática. —Justo cuando Sebastián estaba más enganchado, el hombre misterioso, que se llama Lorenzo, se me acercó. ¡Y me invitó a otra fiesta, en dos días! ¡En la alta sociedad!—

Valeria abrió los ojos como platos. —¡No me jodas! ¿Y tú qué le dijiste?—

—Le dije que sí, obvio— respondió Aithana, con un guiño. —Pero luego, cuando vi el reloj... ¡actué como Cenicienta! Me fui corriendo, dejándolo a él y a Sebastián con la intriga—

Ambas estallaron en risas ahogadas, la complicidad flotaba en el aire.

—¡Eres una genia, Aithana!— dijo Valeria, abrazándola. —¡Esto va a ser más fácil de lo que pensábamos!—

Con una última carcajada, Aithana se levantó de la cama. Se quitó el vestido con cuidado, lo dobló y lo dejó sobre una silla.

El peso de la noche, la adrenalina y la satisfacción de su plan la invadían.

—Bueno, creo que ya es hora de dormir— dijo, bostezando. —Mañana hay universidad y más planes—

Valeria asintió, ya acurrucándose bajo las sábanas. —Sí, yo también estoy muerta. ¡Pero valió la pena!—

Ambas se metieron en la cama, el silencio cómodo de la amistad las envolvio. Aithana cerró los ojos, sintiendo la satisfacción de una noche bien ejecutada.

Sabía que su padre pasaría por ella más tarde para llevarla a la universidad, y aunque el día prometía ser largo, la intriga de Mateo y los próximos pasos en su plan contra Sebastián la mantenían con una energía renovada.

Aithana, ya en la cama, sintió que Valeria se revolvía inquieta.

—Oye— susurró Valeria, —me estoy acordando de algo...—

Aithana abrió un ojo. —¿Qué cosa?—

—Cuando estabas con Mateo, y Sebastián te miraba... ¡me imaginé a Sebastián pensando que Mateo era tu nuevo novio y tú le estabas haciendo cuernos a él con Mateo!—

Aithana no pudo evitar soltar una risita ahogada. —¡Ay, Valeria! ¡Eres terrible! ¡Imagínate la cara de Sebastián si supiera que soy yo y que todo esto es parte de un plan!—

—¡Sería legendaria!— rio Valeria, dándole un codazo suave. —¡Como cuando no nos quiso llevar de compras y se enteró de que le cambiamos el azúcar por la sal en el café!—

Ambas se echaron a reír en silencio, imaginando las posibles reacciones de Sebastián.

Era ese tipo de complicidad, de recordar travesuras pasadas y crear nuevas, lo que hacía su amistad tan especial.

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Comments

Clemen Franco Arevalos

Clemen Franco Arevalos

Kelinda, aquí voy leyendo una más de tu creación, desde ya te deseo éxitosssss!! Un abrazo! 🤩👌👌👌👍🌹🇵🇾💐

2025-09-14

3

Betty Saavedra Alvarado

Betty Saavedra Alvarado

Isabella no juegues con fuego que te puedes quemar

2025-09-14

2

Isabel...

Isabel...

estás mujeres son muy malas 😂

2025-09-15

2

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