POV AITHANA.
Mi corazón latía con una furia contenida mientras me acercaba a él.
Sebastián.
El hombre que me robó dos años de mi vida, dos años de promesas vacías y un futuro que nunca existió. Íbamos a casarnos, y él... él ya estaba casado.
Me engañó, me usó, me destrozó.
Ahora, en esta fiesta, iba a pagar por cada lágrima, por cada noche de insomnio.
No podía ir directamente hacia él. Necesitaba que me viera, que me deseara, que cayera en mi juego sin saber que era yo.
Tenía que ser una desconocida, una tentación irresistible.
Mi plan era simple: seducirlo, hacer que su esposa se diera cuenta de lo que estaba perdiendo, y que él sintiera el mismo vacío que yo sentí al descubrir su traición.
Me detuve a unos metros, permitiendo que mi mirada se posara en él. Busqué la manera perfecta de cruzar su camino, de captar su atención de forma casual. Vi una oportunidad cuando él se giró para hablarle a alguien. Tomé una copa de champán de una bandeja que pasaba, mi mano temblaba ligeramente, pero mi expresión era de una calma estudiada.
Caminé con una gracia calculada, como si estuviera perdida en mis pensamientos, pero asegurándome de que él pudiera verme. Mis movimientos eran deliberados, cada paso tenía una invitación silenciosa. Cuando estuve lo suficientemente cerca, dejé que mi mirada se encontrara con la suya por un instante fugaz, una chispa de intriga, nada más. Luego, volví a mirar hacia otro lado, como si no me importara su atención. Quería intrigarlo, hacerlo preguntarse quién era esta mujer enigmática.
Sebastián se giró, sus ojos recorrieron mi figura con curiosidad. Había captado su atención, justo como lo planeé. Una sonrisa apenas perceptible se dibujó en mis labios mientras me acercaba a la barra, como si buscara un respiro en medio de la multitud. Él, sin dudarlo, comenzó a caminar hacia mí.
—Disculpa— dijo su voz, esa voz que una vez me hizo soñar y que ahora me causaba repulsión. —No te había visto antes. Soy Sebastián— Extendió su mano, un gesto que me revolvió el estómago, pero que acepté con una sonrisa encantadora.
—Es un placer— respondí, suave y un poco ronca cambiando mi voz, tratando de sonar misteriosa. —Soy... Isabella— El nombre era una máscara más, una capa adicional para mi venganza. —Primera vez en una fiesta como esta. Es... interesante— Dejé que mi mirada se detuviera en él un segundo más de lo necesario, insinuando un interés que no era real, pero que él necesitaba sentir.
Él sonrió.
—Es bastante animada— respondió, sus ojos fijos en los míos. —Pero creo que la mejor compañía está aquí, en la barra— Mi corazón dio un vuelco.
Estaba cayendo en el anzuelo.
Ahora venía la parte difícil: mantener la fachada, hacerlo desear más, mientras mi mente maquinaba el siguiente movimiento.
Tenía que ser sutil, pero efectiva.
Tenía que hacerle sentir que yo era algo que él nunca había tenido, algo que valía la pena dejarlo todo por conseguir.
Mientras conversaba con Sebastián, sentí que el tiempo se dilataba, pero también que las distracciones eran inevitables.
Varias personas se acercaron, lanzándome cumplidos sobre mi apariencia, halagos que acepté con una sonrisa educada, pero sin dejar que me desviaran de mi objetivo principal.
Mi atención, sin embargo, se vio momentáneamente capturada por una presencia que se hizo más fuerte a mi alrededor.
Era la misma energía que había sentido antes, esa sensación de ser observada, pero ahora se sentía más cercana, más definida. Giré la cabeza disimuladamente, tratando de ubicar de dónde venía, pero solo alcancé a percibir una figura que se movía con sigilo entre la multitud, manteniendo una distancia prudente. Era la misma aura de misterio, pero ahora con un toque de familiaridad que me inquietaba.
Sebastián, ajeno a estas interrupciones, continuaba con su charla, ajeno a mi leve distracción.
—Entonces, Isabella— dijo, con esa sonrisa que ya empezaba a parecerme insoportable, —¿qué te trae a una fiesta como esta, tan lejos de tu... círculo habitual?—
Me volví hacia él, mi mente procesaba la dualidad de la situación: la necesidad de mantener mi fachada de seducción con Sebastián, y la creciente curiosidad, casi una premonición, sobre esta presencia que volvía a acercarse.
—Digamos que busco nuevas experiencias— respondí, con mi voz un poco más tensa de lo que pretendía. —Y a veces, las experiencias más interesantes se encuentran donde menos las esperas—
La verdad ya estaba como arta de hablar con él. Tengo que ser más fuerte si quiero terminar esto.
—Disculpa un momento, Sebastián—dije, manteniendo el tono seductor. —Necesito un retoque rápido— Él asintió, distraído por su propia conversación con alguien más que se había unido.
Me escabullí hacia los sanitarios, con mi mente acelerada. Al verme en el espejo, la furia volvió a asomar. Me retocé el labial con precisión, pero mi reflejo me devolvió una mirada intensa, y decidida.
Al salir, justo al doblar la esquina, me encontré cara a cara con él.
El hombre misterioso.
Su presencia era magnética, casi palpable.
—Hola de nuevo— dijo, con una sonrisa que no llegaba del todo a sus ojos, pero que era genuinamente intrigante. —Veo que la noche te trata bien—
Me sorprendió un poco, pero mantuve la compostura.
—Hola— respondí, mi voz un poco más suave esta vez. —Solo un poco—
—Tu copa parece haber llegado a su fin— comentó, señalando mi vaso vacío. —Permíteme invitarte a otra. No quiero que la conversación se detenga— Había algo en su manera de hablar, una mezcla de cortesía y una insinuación de algo más, que me atraía a pesar de mí misma. —Además, me gustaría presentarme correctamente. Soy Lorenzo—
—Gracias, Lorenzo— acepté, sintiendo una punzada de curiosidad. —Isabella. Y sí, mi copa estaba pidiendo a gritos ser rellenada— Mientras él iba a buscar las bebidas, mi mente trabajaba a toda velocidad. Este Lorenzo era un enigma, y justo en este momento, Sebastián empezaba a parecerme un obstáculo, no el objetivo.
Después de unos minutos de charla amena, donde Lorenzo demostró ser un conversador agudo e interesante, me lanzó la invitación.
—Isabella, me encantaría seguir esta conversación. Hay una reunión más exclusiva en dos días, en un ambiente de alta sociedad. Sería un placer si pudieras acompañarme— La oferta era tentadora, una puerta a un mundo diferente, y quizás, un nuevo ángulo para mi venganza.
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Updated 27 Episodes
Comments
Karina Vazquez Gonzalez
excelente historia llena de retos adversidades intrigas prejuicios y emociones encontradas excelente historia felicidades escritora
2025-09-13
2
Betty Saavedra Alvarado
Aithana a darle una lección a sebas
2025-09-14
1
Maya
Autora ponle imágenes
2025-09-13
1