Él sonrió con esperanza, suspiró y continuó su camino, mientras el caballo avanzaba a un ritmo constante.
— "Así que una princesa", se hablaba así mismo. "Tal vez fue una buena idea que mi madre me hiciera salir. Espero que no sea solo mi imaginación". — Su mente ya no podía apartar la imagen de aquellos ojos de color ámbar.
Los días pasaron y el rostro de la hermosa niña se quedó grabado en la mente del joven, como si fuera una imagen en bucle. Obsesionado, cabalgaba por el mismo lugar cada tarde, rogando al cielo por un segundo encuentro.
Lo extraño era que aquel lugar parecía haberse esfumado. Buscó en cada mapa de donde los eruditos de su reino guardaban información y consultó con el sabio, pero nadie parecía conocer la ubicación de ese bosque o no querían decirle.
Su familia, extrañada, notó el cambio radical. Él, que antes siempre lucía un rostro serio, prefería la comodidad de sus aposentos, escapando de los entrenamientos de defensa personal para leer bajo la luz de una lámpara. Ahora, esa rutina estable había desaparecido por completo. Deseaba fervientemente volver al exterior, con la esperanza de coincidir de nuevo con la niña que había cautivado su corazón con una sola mirada.
Su rutina había cambiado por completo; solo quería encontrar a la niña que lo había cautivado. El bosque, un lugar encantador y misterioso, se había vuelto su única obsesión.
"Esto es imposible. No encuentro el lugar. ¿Lo habré soñado? ¿Alguna pócima me hizo divagar?". Esta era la pregunta que el joven se repetía a diario, atónito y desesperado. "Pero, ¿por qué esta necesidad de volver a verla?".
Su rostro, lleno de angustia, delataba sus pensamientos. Aunque intentaba disimular frente a su familia, solo en la soledad de su habitación o en su búsqueda incansable conseguía despejarse.
Un día, con la convicción de no rendirse, decidió buscarla una vez más. Se escabulló de sus aposentos en silencio, dirigiéndose a las caballerizas para ensillar a su fiel corcel. Iba tan rápido que, sin darse cuenta, chocó de frente con un joven servidor del castillo. Esté, de edad similar a la suya, se inclinó de inmediato en una reverencia y se disculpó.
.- Lo siento príncipe. - Inclina su rostro en reverencia.
.- ¡¡Theodor!! .- Se alegra el jóven al verlo.
.-Creo que has llegado en buen momento. - Le dice emocionado el jóven príncipe.
.- ¿En qué puedo servirle alteza? .- responde este casi en un susurro.
.- Nada de eso Theodor, por favor, solo dime Alexander. Necesito tu ayuda. - Este creyó encontrar apoyo, ya no quería lidiar con esto solo.
.- Si altezzz… Alexander .- Corrigió inmediatamente.
.- Gracias, como aprendiz del sabio debes tener acceso a todos los archivos y mapas, ¿Cierto? - Comienza a interrogar Alexander a su recién compañero. Theodor apenas hace una leve asentimiento de cabeza, tenía dudas en responder.
.-¿Dime cómo llegar a este lugar? .- Le muestra un dibujo hecho por él, donde intentó recordar el camino que había recorrido en su paseo el día que vio a la pequeña. Se ubicaba con la pequeña brújula que siempre lo acompañaba.
Theodor lo mira extrañado, pero sabía lo que estaba buscando su amo, así que no dudó en ayudarlo, le indicó que esperase allí y regresó con un pequeño pergamino casi desgastado.
.- ¿Que hay allí que sea de su interés príncipe Alexander? .- Pregunta Theodor con curiosidad.
.- Tal vez pueda volver a ver a un ángel.- Sonríe con ojos soñadores.
.- Recuerde alteza, ese lugar es el límite con el reino vecino, el bosque frondoso se encuentra entre ambos reinos.- Le indica de manera cautelosa Theodor a su príncipe.
.- Si, ahora lo sé, tengo entendido que hay un tratado de paz, es zona neutral, espero no perturbar.- Comenta Alexander, perdido en sus pensamientos.
El aprendiz al verlo en silencio pensó en retirarse y hacer una reverencia.
.- ¡Espera por favor! .- Le indica Alexander con premura, aún necesitaba ayuda.
.- Sí alteza ¿Algo más en que pueda servirle? .- Responde obedientemente Theodor.
.- Solo Alexander por favor.- Dice el príncipe nuevamente. Theodor asiente y sonríe en complicidad.
.- ¿Sabes algo de la princesa de AL -MAD? .- Pregunta el príncipe casi en desespero.
.- Muy poco señor, aun no la muestran a la sociedad, están esperando la edad adecuada, es casi como un misterio.- Responde Theodor sinceramente, aunque su rostro muestra algo de duda.
.- Altez… Alexander, según el tratado, ambos reinos deben unir a sus herederos en matrimonio y así mantener la paz. - Completa Theodor su comentario, esperando ver la reacción del príncipe.
.- Gracias Theodor, has sido de gran ayuda. - Sonríe satisfecho, sus ojos con un brillo especial con la respuesta del joven aprendiz y se dirige al lugar indicado.
Ahora, Theodor entendía por qué el príncipe Alexander salía cada mañana y regresaba al anochecer. Recordó que, según los rumores, una de las casas de reposo de Al-Mad era el refugio de una princesa.
Ella vivía resguardada, protegida por un puñado de soldados y apartada de la sociedad. Aparte de ser la futura heredera, era el tesoro más preciado de sus padres, los reyes de Al-Mad, que la adoraban en secreto. La razón de su aislamiento seguía siendo un misterio para todos.
Mientras veía al príncipe alejarse, Theodor sonrió con una mezcla de temor y emoción. Su abuelo siempre le había hablado de una profecía antigua que estaba a punto de cumplirse.
Con este nuevo hallazgo, era probable que el momento del que tanto había escuchado estuviera cada vez más cerca.
—"Lux mentis, illuminatio mea" (La luz de la mente es mi iluminación), susurró, pidiendo sabiduría.
En ese instante, la profecía de su abuelo resonó en su mente: "Lux amoris corda eorum illuminet, vias eorum uniens, tenebras superans" (La luz del amor iluminará sus corazones, unirá sus caminos y vencerá las tinieblas).
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