Ambas se sentaron en un banco de piedra, recuperando el aliento, disfrutando de la calma de ese instante que parecía suspendido en el tiempo.
De repente, la puerta principal del castillo se abrió con un eco resonante. Un grupo de caballeros entró, y entre ellos destacaba un hombre de porte imponente, con una mirada seria y segura. Era Thalion, el tío de Nymira, y el nuevo rey del reino desde que sus padres se mudaron.
Nymira Estelari
(sorprendida)
¡Aerya, mira! Es el tío Thalion. Dicen que es un gran líder.
Aerya sintió un leve nudo en el estómago al verlo, aunque no entendía del todo por qué. Su nerviosismo crecía cada vez que Thalion estaba cerca, y eso le hacía tartamudear sin control.
Aerya Luminel
(tartamudeando, apartando la mirada)
S-sí, h-he escuchado... que es muy justo y fuerte.
Nymira notó la incomodidad de su amiga y le dio un codazo juguetón.
Nymira Estelari
(riendo)
Te pones roja cuando miras que él está cerca. ¿Qué pasa, Aerya?
Aerya intentó sonreír, pero sus palabras se atascaban.
En ese momento, Thalion se acercó con una sonrisa amable y un gesto cortés.
Thalion Estelari
(suave pero firme)
Me alegra ver que la princesa no está sola. Y que su amiga la acompaña.
Aerya sintió cómo el corazón le latía con fuerza, intentando controlar la tensión que le causaba la presencia del rey.
Mientras tanto, Nymira miraba a su tío con admiración, ignorando el secreto que Aerya guardaba y el vínculo especial que comenzaba a tejerse, aunque de manera invisible, entre la guardiana y el rey.
Nymira Estelari
(con entusiasmo)
Espero que vengas más seguido, tío Thalion.
Thalion Estelari
(con una sonrisa)
Lo prometo, princesa.
Así, entre risas, nervios y nuevos encuentros, la vida en el castillo de Élarion comenzaba a cambiar lentamente, preparando el escenario para desafíos y sentimientos que aún estaban por descubrirse.
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