Aerya bajó la cabeza, recordando los días oscuros, las heridas que aún sentía en su cuerpo y alma, y los sacrificios que había hecho en silencio.
Aerya Luminel
(con humildad, voz firme)
Su majestad, haré todo lo que esté en mis manos para proteger a la princesa. No fallaré.
Elyssar Valeniel
(con una sonrisa suave)
Tú eres más que una amiga para Nymira. Serás su guardiana, su escudo invisible. Una vez que nos vayamos, contarás con toda nuestra confianza.
El Rey Alarion asintió solemnemente.
Arion Estelari
Este secreto debe permanecer entre nosotros. Ni siquiera Nymira debe saber la verdad todavía. No queremos ponerla en peligro ni hacerla sentir insegura.
Aerya Luminel
Aerya asintió, sintiendo el peso de esa responsabilidad caer sobre sus hombros con toda su fuerza
Esa noche, mientras la luna iluminaba con su luz plateada las torres del castillo, Aerya se sentó frente a la ventana de su habitación. La brisa fresca acariciaba su rostro, pero en su mente resonaban las palabras del rey y la reina.
Aerya Luminel
(pensando, con determinación)
Ella me conoce como amiga, como alguien común y corriente. Pero ahora debo ser más. Debo protegerla sin que ella lo sepa, sin romper la confianza que tenemos.
Las estrellas comenzaban a brillar, y aunque el camino que se abría ante ella era incierto y peligroso, Aerya estaba lista para enfrentar cualquier desafío.
El sol apenas comenzaba a asomarse sobre los muros del castillo de Élarion cuando Nymira y Aerya ya se encontraban en los jardines interiores, rodeadas de flores y árboles que susurraban con la brisa. Las risas de ambas llenaban el aire mientras jugaban, como lo habían hecho desde niñas, en un mundo donde la inocencia aún parecía eterna.
Nymira Estelari
(con una sonrisa traviesa)
Aerya, ¿recuerdas cuando intentamos escalar la torre y casi nos regañan?
Aerya Luminel
(riendo, con un brillo en los ojos)
¡Claro! Y tú casi te caes porque te distrajiste mirando el atardecer.
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