Capitulo 2 (Parte 3)

Al acabar de comer estuvimos por un largo rato sentados alejados el uno del otro en silencio, hasta que Sasuke dijo que me moviera y nos dispusiéramos a caminar de nuevo.

No paramos de andar hasta pasado el atardecer, que volvió a montar el campamento.

Me quedé observándole. Tenía la mirada fija en el fuego, sin expresión alguna en el rostro. Se veía demasiado tranquilo y relajado, y eso no era muy normal en él.

Parpadeó varias veces y dirigió sus ojos oscuros hacia mí.

―¿Qué?―Me preguntó. Yo mientras tanto seguí sin apartar la vista de él―. ¿Por qué me miras así?

―Solo estoy pendiente para saber el momento en que me asaltes―. Respondí.

―Lo que me estás diciendo es que, ¿en realidad quieres que lo haga?―. Inquirió con una sonrisa socarrona mientras se ponía en pie y se acercaba a mí.

―No he dicho eso―. Retrocedí hasta que mi espalda tocó un árbol cercano y no pude alejarme más.

Me acorraló contra el tronco mientras se apoyaba con una mano en él y la otra me sujetaba del mentón para poder besarme. No sé cómo se las ingenió para introducir su lengua en mi boca, pero la verdad es que lo recibí gustosamente. Aunque sabía que después de lo que vendría me arrepentiría toda la noche, al igual que las demás...

Sentí que la mano que me sujetaba descendía bajándome un poco la cremallera y acabar en mis manos. Que me sorprendió cuando noté que deshacía el nudo de la cuerda que las ataba.

Le miré entre sorprendida y confundida cuando se separó de mí. Mientras él seguía con la tarea de desabrocharme la camiseta que la había dejado a medias.

―Sasuke...

―No quiero oír ni una palabra―. Después de decir esto se volvió a acercar a mí y comenzó a darme pequeños besos detrás de mi oreja, mientras me rodeaba con sus brazos la cintura y subía hasta llegar a mi sujetador.

Después de desabrochar el cierre de mi sostén fue descendiendo sus besos hasta llegar a mi pecho, mientras bajaba sus manos a mis caderas para luego subirlas por mis costados hasta mis hombros y llevarse mi camiseta junto con el sujetador.

Me fue besando el cuello y el hombro, mientras una de sus manos acariciaba uno de mis senos suavemente. De mi boca no hacían más que escaparse jadeos y pequeños gemidos.

Volvió a subir a mi rostro y besarme apasionadamente, y yo no pude resistir rodearle el cuello con mis brazos enterrando mis dedos en su oscuro cabello rebelde. Hacía tiempo que deseaba hacer esto, pero no podía al estar con las manos atadas. Me agarró de las caderas y me puso a horcajadas sobre él.

Me sentía extraña en esta posición. ¿Acaso quería que yo llevase el control?

No sé lo que le está pasando en ese entonces por la cabeza, pero el caso es que no era normal que actuase así. No estaba siendo brusco como siempre lo era, sino dulce...

Descendió por mi pecho y lo llenó de pequeños besos mientras pasaba sus manos por mi espalda suavemente de arriba abajo, haciendo que los vellos se me pusieran de punta.

No sabía por qué actuaba así de repente, pero estaba segura de que esto era una pequeña parte de la verdadera cara del auténtico Sasuke. Debajo de todo ese odio y sed de venganza se encontraba un Sasuke diferente, y fue en ese momento donde lo estaba dejando salir...

Descendió hasta mis pechos y comenzó a succionar uno de ellos, mientras que el otro le prestaba atención con una mano. Enterré mi rostro en su cabello intentando ahogar algunos de mis gemidos que estaban aumentando mientras sentía que él me arrimaba más a él con la mano que tenía en mi cadera. Y pude sentir su excitación.

Bajé una de mis manos recorriendo su nuca hasta introducirla bajo su camisa y acariciar su suave y dura espalda. Lo aparté un poco de mi pecho y bajé mi rostro para besarle profundamente mientras le bajaba su camisa por los hombros, dejando al descubierto su bien formado torso completamente. Y no pude resistir acariciarlo desde sus pectorales bajando por sus abdominales para luego subir y enredar los brazos alrededor de su cuello, sintiendo nuestros torsos desnudos en contacto.

El gemido que soltamos fue acallado por nuestro beso. Cada vez me apretaba más contra él, y eso conllevaba a rozar su parte de abajo con la mía. Me estaba volviendo loca con ese roce.

Vi que se sacaba completamente la camisa y la hacía a un lado, para luego volver a besar mi cuello y comenzar a introducir sus manos en la parte de atrás de mi pantalón. No pude remediar pegar un respingo cuando sentí que empezaba a acariciar mi intimidad desde esa posición. Escondí mi rostro entre el hueco de su hombro y cuello, mientras gemía y respiraba entrecortada mente. Mientras él se entretenía mordiendo y acariciando con su lengua mi oreja. No podría aguantar mucho tiempo así.

―Sas...suke―. Intenté llamarle, pero el profundizó las caricias que me estaba brindando abajo, provocando que mis gemidos acabaran aumentando.

―Creo haberte dicho que no quiero oír ni una palabra―. Me dijo al oído con voz ronca y jadeante mientras me apretaba más a él si podía.

―Pero es que...no puedo más...

―Y más que no vas a poder―. Tras decir eso me agarró de las caderas y me apartó de su regazo para colocarme de nuevo contra el tronco del árbol.

Se echó sobre mí, y comenzó a succionar de nuevo mis pechos, mientras bajaba mis pantalones lentamente. Después de habérmelos sacado por completo fue descendiendo sus besos hasta mi vientre, entreteniéndose en mi ombligo. Pero no se detuvo ahí. Descendió cada vez más hasta llegar a posicionarse entre mis piernas. Gemí fuertemente cuando su lengua comenzó a acariciar mi intimidad. Sujeté con mis manos un manojo de hierba mientras no paraba de retorcerme y arquear la espalda.

No paró de jugar conmigo, y cuando estaba a punto de alcanzar el orgasmo rápidamente se retiraba y empezaba a masajear mis senos. Y cuando pasaba un momento volvía a hacer lo mismo.

Yo no podía más y le supliqué que acabase de una vez. Pero más que suplicar más bien sollocé para que no parase. Pero él se hizo de rogar, y tras aguantar un rato más y cuando a él le dio la gana, se retiró de mí y chocó sus caderas contra las mías. Me agarré a su espalda mientras volvía a arquear la espalda.

Me estaba embistiendo bruscamente, pero para mí el ritmo que llevaba era delicioso, perfecto. Y pronto los dos empezamos a llegar al clímax y yo enredé fuertemente las piernas en sus caderas mientras soltaba casi un grito de placer al llegar al orgasmo que él me siguió a los pocos segundos con un ronco y fuerte gemido.

Se desplomó agotado encima de mí respirando entrecortadamente, al igual que yo.

Tenía la vista fija en el hueco oscuro de la copa de los árboles, donde podía apreciarse un pedazo del cielo estrellado de esa noche. Sentí que Sasuke se removía un poco y se acomodaba para esconder su rostro en mi cuello. Ya parecía que respiraba con normalidad. Mantenía los ojos cerrados y el rostro muy relajado. Estaba a punto de quedarse dormido o ya lo estaba, no lo sabía muy bien. Pero yo no pude resistir el impulso de abrazarle y acomodarme también contra él enterrando mi rostro en su oscuro cabello percibiendo así su aroma que me encantaba.

Esa noche había sido diferente de todas las demás. Él mismo había sido diferente. Y por primera vez desde que comencé a acostarme con él, no me estaba arrepintiendo de nada. Al contrario, deseaba que para la próxima vez todo fuera igual o mejor que aquella.

Le besé en la coronilla, y de repente, como si ese contacto le hubiese quemado se apartó de mí rápidamente, alejándose hasta el otro extremo del campamento. Su rostro, antes relajado, había cambiado a uno lleno de crispación y el ceño fruncido.

No entendía lo que le sucedió, cuando hacía un segundo estaba bien.

―Sasuke, ¿qué...?

―¡CÁLLATE!―No pude remediar contraerme ante su grito―. ¡Si vuelves a abrir la boca o hablar de esto lo pagarás muy caro! ¡¿Me oyes?!

―S-sí...―. Después de contestarle se dio la vuelta y se adentró en el bosque, dejándome sola en el campamento.

Aún seguía sorprendida por su reacción. No había hecho nada para que se pusiera así de agresivo conmigo, nada. Y creía que esa noche sería diferente y que no volvería a llorar...

Miré la blanca camisa de Sasuke que estaba tirada en el suelo. Alargué mi mano para alcanzarla y la abracé para enterrar mi rostro en ella y comenzar a sollozar débilmente.

Estuve un largo rato así hasta que el sueño me venció, y quedé dormida profundamente con su camisa protegiéndome del frío de la noche.

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