La brisa nocturna me despejó un poco la cabeza, pero no fue suficiente para calmar el temblor eléctrico que sentía por dentro.
Caminamos en silencio unos metros, nuestras manos rozándose apenas, como si ninguno de los dos supiera si debía soltarse o aferrarse más fuerte. Ethan, con su sonrisa traviesa, parecía tener un plan.
Ava
¿A dónde vamos?
Pregunté, cuando nos alejamos cada vez más de la fiesta y de las luces.
Ethan
Confía en mí.
Dijo simplemente, lanzándome una mirada rápida.
Ethan
No soy tan malo como para venderte a un circo.
Su sonrisa ladeada hizo que mis labios amenazaran con curvarse.
Caminamos unos minutos más hasta que lo vi.
El acuario.
Un edificio de vidrio y metal, enorme y hermoso, con luces apagadas y un cartel de "Cerrado" colgando de la entrada principal.
Me detuve, mirando a Ethan como si estuviera loco.
Ava
Está cerrado.
Ethan
Detalles.
Sonrió, como si eso no fuera un problema en lo más mínimo.
Antes de que pudiera protestar, se acercó a la valla que rodeaba el lugar, midió la altura con los ojos y luego se volvió hacia mí, con esa mirada de chico travieso que sabía exactamente cómo meterme en problemas.
Ethan
Vamos.
Dijo
Ethan
Será divertido.
Negué con la cabeza, cruzándome de brazos.
Ava
Estás completamente loco.
Ethan
Tal vez.
Se encogió de hombros.
Ethan
Pero... ¿No quieres hacer algo que no puedas contar mañana?
La idea me hizo reír, nerviosa.
Ava
No sé escalar vallas.
Ethan
Para eso estoy yo.
Se acercó, su presencia envolviéndome, cálida, peligrosa.
Ethan
Solo confía en mí.
Dudé.
Un segundo.
Dos.
Y luego suspiré, sabiendo que ya había perdido la batalla antes de pelearla.
Ava
Bien
Ava
Pero si me rompo algo, es tu culpa.
Ethan
Trato hecho.
Se colocó frente a la valla, entrelazó las manos a modo de escalón y me miró, esperando.
Resoplé, más por orgullo que otra cosa, y puse el pie en sus manos. Ethan me levantó con una facilidad pasmosa, como si no pesara nada. Sus manos fuertes en mis tobillos, su cuerpo firme tan cerca del mío que sentí su calor a través de la ropa. El roce de sus dedos, la cercanía de su pecho... todo era demasiado.
Me impulsó hacia arriba y, con un pequeño grito ahogado, me encontré sentada en la parte superior de la valla.
Ethan
Ahora salta hacia el otro lado.
Dijo, divertido. Lo miré, escéptica.
Ava
¿Y tú?
Él sonrió, retrocedió dos pasos... y con una agilidad impresionante, saltó y trepó la valla como si fuera un simple escalón. Un segundo después, aterrizó a mi lado, agachándose con una elegancia peligrosa.
Ava
Vaya...
Murmuré, rodando los ojos mientras me deslizaba torpemente hacia el otro lado.
Aterrizar fue menos elegante. Tropecé un poco, pero Ethan atrapó mi brazo a tiempo, sujetándome contra su pecho.
Ethan
Tranquila, Indiana Jones.
Rió en mi oído.
Mi corazón palpitaba de puro nerviosismo... o tal vez era la forma en que sus brazos aún me envolvían.
Ava
¿Ahora qué?
Ava
¿Me vas a enseñar a abrir cerraduras?
Pregunté, medio en broma.
Él soltó una carcajada baja, sacó un pequeño objeto de su bolsillo (que honestamente prefería no preguntar de dónde había salido) y en cuestión de segundos, forzó la cerradura de la puerta trasera con una facilidad que debería haberme asustado más de lo que me asustó.
La puerta crujió ligeramente y Ethan me hizo un gesto galante para que pasara primero.
Ethan
Después de ti, pelirroja.
Entré, sintiendo cómo el aire fresco y salino del acuario me envolvía. Estaba oscuro, pero las luces de emergencia iluminaban débilmente los pasillos de vidrio. Todo era mágico. Irreal.
Peceras gigantes se alineaban a los costados, iluminadas en tonos de azul y verde, como mundos submarinos suspendidos en la oscuridad.
Susurré, sin poder evitarlo.
Ethan se acercó por detrás, tan cerca que sentí su respiración en mi cuello.
Ethan
No está mal, ¿eh?
Murmuró.
Me giré para mirarlo y, por un segundo, nos quedamos ahí. Demasiado cerca. Demasiado conscientes.
Sus ojos buscaron los míos, y la atmósfera entre nosotros cambió. Se volvió más densa, más cargada
Ya no era solo aventura.
Era algo que se deslizaba por mi piel como electricidad. Y en esa penumbra azulada, con el sonido lejano del agua burbujeando y la vida marina flotando detrás del vidrio, supe que estaba a punto de cruzar una línea de la que no habría regreso.
Me separé de inmediato y empezamos a caminar.
Caminábamos despacio entre los enormes tanques de agua iluminados, donde peces de colores imposibles nadaban como en un ballet silencioso. Cada tanto, Ethan señalaba alguno y hacía un comentario ridículo, consiguiendo arrancarme sonrisas a pesar de mí misma.
Pasamos junto a un tanque de medusas que brillaban como fantasmas etéreos, y él se detuvo a mirarlas, con una expresión curiosamente seria.
Ethan
¿Sabes?
Dijo, sin apartar los ojos de las criaturas flotantes.
Ethan
Siempre me han gustado las medusas.
Ethan
Parecen frágiles, pero pueden matarte si te descuidas.
Lo miré de reojo.
Ava
¿Una especie de metáfora de tu vida amorosa?
Él soltó una carcajada baja, esa risa suya que parecía raspar un poco al salir.
Ethan
Touche.
Admitió, girándose hacia mí con una ceja arqueada.
Seguimos caminando en silencio unos pasos más, hasta que, sin poder evitarlo, pregunté:
Ava
¿Traes a todas las chicas aquí?
No era una pregunta inocente. Mi voz sonó más cargada de celos de lo que quería admitir.
Ethan soltó una risa suave, llena de diversión.
Ethan
¿Qué te hace pensar que soy tan predecible?
Ava
No lo sé...
Encogí los hombros.
Ava
Parece tu estilo.
Ava
Un sitio cerrado, un poco prohibido, mucho encanto...
Se detuvo, dándome la cara, esa sonrisa lenta dibujándose en sus labios.
Ethan
Te decepcionaría saber cuántas chicas piensan que soy menos interesante de lo que aparento.
Ava
¿Así que... no?
Negó despacio, acercándose un poco más.
Ethan
No.
Su voz bajó una octava, volviéndose más íntima.
Ethan
Esto es exclusivamente para ti, pelirroja.
Mi corazón dio un vuelco estúpido.
Sus palabras se quedaron flotando entre nosotros, como la música de un violín que nadie más podía oír.
Nos quedamos quietos, solo mirándonos.
El mundo parecía contener la respiración.
Podía sentir su mirada en mis labios. Podía sentir mi propia necesidad creciendo, envolviéndonos. Ethan dio un paso más, tan cerca que sus dedos rozaron los míos. Y entonces, cuando su rostro estaba a centímetros del mío, cuando sus ojos ardían con esa promesa no dicha...
Un golpe seco resonó en el silencio.
Algo metálico. Algo demasiado real.
Salté del susto, y Ethan reaccionó en el acto. Sin pensarlo, me agarró del brazo con firmeza.
Ethan
Vamos.
Susurró, su voz grave y urgente.
Corrimos, riendo entre jadeos, nuestros pasos resonando en el suelo pulido del acuario.
Atravesamos pasillos llenos de tanques gigantescos, peces desconcertados siguiéndonos con sus ojos redondos.
Ethan empujó una puerta lateral que daba de nuevo al patio exterior. Salimos al frío de la noche, respirando fuerte, y él no soltó mi mano hasta que estuvimos bien lejos de la entrada.
Nos escondimos tras un contenedor, riendo en voz baja, nuestros cuerpos pegados por la adrenalina.
Ava
¿Siempre es así salir contigo?
Susurré, sin poder dejar de sonreír.
Ethan
¿Correr por nuestras vidas después de casi besarte?
Susurró de vuelta, su aliento rozando mi mejilla.
Ethan
Sí. Bastante típico.
Nuestras risas se apagaron poco a poco, hasta que todo lo que quedó fue esa tensión.
Es casi...
Y la certeza peligrosa de que la próxima vez... no habría interrupciones.
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