Otro día más de entrevistas para Camilo , que llegó a la pensión con la misma cara con la que uno mira el fondo vacío de la nevera resignado, desganado y con un hambre emocional que ni el chocolate cura. El día había sido una tragedia en tres circunstancias distintas , cada una peor que la anterior. Tres entrevistas, tres rechazos, y una máquina de palomitas menos en el mundo. Si algo había aprendido Camilo en este tiempo, era que incluso fallar podía salir muy caro.
Abrió la puerta de la pensión con la gracia de un gato enyesado y, sin ver bien por dónde caminaba, se enredó con el palo de la escoba que alguien había dejado mal apoyado en la entrada.
—¡Mier...coles! —gritó mientras caía de frente, como una bolsa de papas mal amarrada, directo al piso.
El estruendo resonó por toda la casa como un trueno malcriado. Desde la sala, una voz conocida y llena de ironía lo recibió antes de que pudiera levantarse.
—¡Ya llegó el inútil! —exclamó Angie, con su bastón apoyado en la rodilla y el control remoto en la otra mano—. Deberías comprarte un celular, y dejar de tener a toda mi familia con el alma en la mano. Pobre mi nieta, enamorada de un bueno para nada. La verdad, no sé qué le vio a usted. ¿Será por esos ojos azules grisáceos que parecen sacados de una telenovela venezolana? O será por esa ropa de niño rico... aunque yo apuesto que todo eso es regalado —remató, girando los ojos y sentándose frente al televisor como si nada.
Camilo, aún en el suelo, se sobó la frente con una mezcla de dolor físico y emocional. No dijo nada. A esas alturas, ni fuerzas tenía para discutir con su adorable tormento. Se levantó como pudo, sacudiéndose el pantalón con dignidad fingida, pero no alcanzó a dar ni dos pasos cuando volvió a oír esa voz, ahora más fría que beso de suegra.
—¿Consiguió trabajo por fin? —preguntó Angie, sonriendo con malicia mientras subía el volumen a su novela.
—No, señora. Ni para vender palomitas en el cine me dejaron —respondió Camilo, resignado, dejándose caer en una silla como si el mundo pesara veinte toneladas.
Y cómo lo iban a dejar, si había dañado la máquina de palomitas al meterle demasiados granos, y de paso descompuso la máquina de Pepsi al intentar limpiarla con agua caliente. " Soy un genio pensó Camilo".
Angie lo miró de reojo. Camilo, con la cabeza baja, parecía un pajarito mojado. A sus veintisiere años, nunca se había visto tan derrotado. Para él, estar sin dinero era como estar sin aire era insoportable.
Pasaron unos minutos de silencio incómodo, solo interrumpidos por los lamentos dramáticos de la protagonista de la novela. De pronto, el celular de Angie sonó con su clásica melodía de ranchera romántica. Al mirar la pantalla, una sonrisa cálida y extrañamente feliz se dibujó en su rostro.
—Hola, amiga, ¿cómo estás? —dijo mientras caminaba lentamente hacia la salida de la pensión, apoyándose en su bastón.
—Hola, Angie. Dime, ¿cómo está mi nieto? Porque en tus manos, seguro lo estás maltratando —exclamó Anastasia desde el otro lado de la línea. Estaba acostada junto a su esposo, don Bernardo, quien escuchaba todo gracias al altavoz.
—Él está bien… sobreviviendo —dijo Angie con tono burlón—. No te preocupes, Anastasia. Mejor piensa en irte de vacaciones con Bernardo a la playa y te lo comes en la orilla del mar, que eso rejuvenece —añadió soltando una carcajada.
—¡Angie, como siempre tan imprudente! —contestó Anastasia, roja de la pena, tapándose la cara. Bernardo solo se rio con picardía.
Mientras Angie seguía con su charla, llegó Lucía del trabajo. Entró con pasos rápidos, el bolso al hombro y una sonrisa en el rostro, cansada pero feliz.
—Buenas noches, abuela —saludó, dándole un beso en la mejilla a Angie.
—Hola, mi niña hermosa —contestó Angie con una sonrisa de victoria y rápido colgó la llamada, como quien guarda un as bajo la manga.
—¿Abuela, de qué te ríes? —preguntó Lucía, cruzándose de brazos con una ceja levantada.
—No se te olvide darle la clase de cómo hacer los oficios de la casa al inútil bueno para nada de Camilo —dijo Angie, lanzando una mirada directa al susodicho que seguía hundido en la silla.
Lucía soltó una risita y negó con la cabeza.
—Eso no se me olvida, abuela. Y otra cosa, recomendé a Camilo en el parqueadero que queda al frente de la cafetería donde trabajo. Necesitan a alguien que lave autos. Mañana lo llevo para que empiece —dijo mientras se dirigía a la cocina para ayudar a Lucrecia, su mamá, a preparar la cena.
Camilo alzó la cabeza y la miró con ojos agradecidos, como un cachorro que encuentra refugio en medio de la tormenta.
—¿De verdad qué hiciste eso por mí?
—Sí, pero si me quemas un auto, no me hago responsable —dijo Lucía guiñándole un ojo.
—Prometo no explotar nada —contestó Camilo, intentando sonreír.
Desde la cocina, Lucrecia asomó la cabeza, con una cuchara en mano.
—Camilo, si quieres cenar esta noche, lávate las manos y pon la mesa. Y si rompes un vaso más, te vas a lavar los baños por una semana —advirtió.
—Sí, señora Lucrecia —respondió él, poniéndose de pie como un soldado llamado al frente.
—¡Y cuidado con el mantel, que ese es de la Primera Comunión de Lucía! —añadió Angie desde el sillón.
Camilo fue a lavarse las manos, tropezó con la alfombra del pasillo, y por poco se va de jeta contra la pared.
—Este lugar tiene vida propia, ¡me quiere matar! —murmuró Camilo para sí mismo.
Angie rió con ganas, mientras cambiaba el canal para ver otra novela.
—Este muchacho es un desastre con patas —dijo—. Pero por lo menos nos da entretenimiento gratis , el bobo está cagado.
Lucía apareció con una sonrisa y una bandeja de arroz con pollo.
—¿Quién quiere cenar?
—¡Yo! —gritaron todos al unísono, menos Camilo, que ya estaba de nuevo enredado en las cortinas del comedor mirando como desenredarse sin tener que tumbar las cortinas de nuevo...
Continuara ...
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Comments
Giovanna Vásquez Medina
Jajajaja pobre de Camilo un niño rico criado así de inútil el solo sabía mandar y no sé que estudiaría que no puede ejercer porqué le quitó su apellido el abuelo, con esto el va aprender a ser un hombre de bien ❤️🩹 que no se crea el Dios supremo en su empresa sin serlo para aprender a ser empático con las demás personas 👥 humildad, respeto y amor por los demás y eso es bueno !!!
Gracias 😌 querida escritora @𝓐𝓷𝓰𝓲𝓮 𝓭𝓮 𝓢𝓾𝓪𝔃𝓪 🦋 por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos 🙂
2025-05-17
9
mariela
Camilo es torpe, inútil parece que lo bautizaron con agua salada porque no pega una acostumbrado a que todo se lo hacían y no levantaba un dedo sino utilizar la boca para ordenar y comer. Angie por orden de Bernardo le está haciendo la vida un yogurt es tanta la confianza que los mando a irse a la playa 👙🏖️🏝️ para que se den cariño y unos buenos deliciosos 😋😋🤤🤤😍😍 jajajaja de verdad está muy buena la trama y divertida hasta desestresarme de tanto reír.
2025-05-17
4
Karina Vazquez Gonzalez
jajqjsjsjsjs por lo menos camilo va a ver el mundo exterior que todo lo que el era lo hacía muy mal creyéndose el dios viviente pero la vida le dio una lección para que aprenda a valorar su personal y sepa que todos en esta vida dependemos de todos..
excelente historia nos llevas ala imaginación con cada capítulo escritora muchas felicidades
2025-05-17
3