Mientras todos almuerzan, Elisa sale del mercado, ella tiene pensado preparar comida oriental, esa es su terapia para calmar el dolor de su corazón.
El mercado está cerca de su casa, por lo que toma el camino más directo para ir caminando, ella intenta mantener su sonrisa cuando saluda, quiere decirle a todo el mundo que ella está bien, pero la mirada no miente, la gente que la conoce sabe que algo está pasando en ella.
Los ojos son la ventana del alma y todo refleja hasta las enfermedades, es imposible ocultar lo que sucede ¿A quién quiere mentir? Pues a ella misma, tendría que aplicar lo que dice el capitán Jack Sparrow dijo: “Repítelo hasta que te lo creas”. Al parecer eso es lo que ella tendrá que hacer, repetir que ella está bien hasta creerselo.
Ya en casa, ella siente que sus manos necesitan descansar, están enrojecidas por el peso de las bolsas, por un momento pensó que tener a alguien sería bueno para ser ayudada, pero su memoria le muestra la imagen de Guillermo y ella empieza a sentir dolor nuevamente.
Elisa sacude su cabeza, debe eliminar la imagen de Guillermo y empezar a trabajar en la superación. Rápidamente se pone a lavar las verduras, ella pone manos a la obra y para levantar un poco el ánimo pone música, a ella le gusta el rock, pop y metal. Su terapia es bailar mientras cocina, su ánimo se va levantando, sin importar el idioma, con tal de ser los géneros con los que ella se identifica, Elisa acepta la música.
Pero su música se interrumpe con una llamada telefónica, era Gary.
- ¡Aló, Gary! – responde de mala gana, su canción favorita fue interrumpida.
- Hola, Elisa ¿Interrumpo? – Gary no quiere ser inoportuno.
- Sí y bastante. – sigue haciendo sentir su malestar.
- ¿Cómo estás? – le preocupa su estado de ánimo.
- Superando al idiota, estoy cocinando.
- ¿Qué estás cocinando? – le entra la curiosidad.
- Comida oriental. – le responde con un suspiro.
- ¡Que rico! Prepara para mí también. Voy a llevar torta y un vino que lo acompaña, hay que festejar.
- ¿Hablas en serio? – ella está atónita.
- Si, es más si usas palillos no hay problema, sé usarlos también.
- No sabía eso de ti. – hace una breve pausa – ¿Sabes? Lo que compré no creo que alcance para dos.
-Te conozco bacalao, cocina como para ti, pero llenas dos platos. Con la torta y el vino lo rematamos. – resolvió el problema de esta manera.
- Como dicen: dónde come uno, comen dos.
- Exacto. Por cierto, dime ¿Qué torta traigo? Selva negra, moca, tres leches, oreo, no sé tú dime. – le ofrece una gama a escoger.
- Yo no soy quisquillosa, tu trae no más. Pero si piensas comprar un vino para acompañar un dulce, un Oporto tendría que ser, va perfecto con las tortas de chocolate. – con su propuesta ella redujo el abanico de opciones
- Genial, de vino te traigo un Oporto y de torta una marquesa.
- Oh, marquesa. Si hay de pudin sería genial, si no hay no importa ¡Cuánto tiempo sin probar marquesa! – a Elisa se le hace agua la boca, sería placentero volver a comer marquesa.
- Será una marquesa con pudín de chocolate, no se discute más.
- Espera, no cuelgues – Elisa habla de inmediato – Gary, no seas así, si no hay con pudín no importa.
- No, no, no. Mi amiga ya habló de marquesa con pudin como primera opción, y eso es lo que tendrá. No tardo.
Gary buscó su billetera y salió de su casa, fue de inmediato a buscar esa torta que le prometió a su amiga. pero sobre todo el vino. Él ama el vino y con mayor razón si hoy hay un motivo de festejar, su amiga está superando a Guillermo, lo llamó idiota y ese motivo es más que suficiente.
Elisa y Gary se conocieron en la universidad, en una feria de exposición por el aniversario de la universidad y se hicieron amigos desde ese entonces. Gary conoce el talón de Aquiles de Elisa, el dulce y acertó muy bien con ofrecer una marquesa.
Gary colgó la llamada, ha llamado a varias pasteleras y nadie que le daba razones sobre la torta marquesa con pudin de chocolate, sí o sí tenía que conseguir esa torta era una promesa y no tenía por qué fallar y el Oporto menos, el vino era el Santo Grial de la fiesta. Elisa sigue preparando la comida como lo tenía planificado, solo que tendría que dividirlo, esta vez en dos raciones.
Después de dos horas Gary llega a la casa de Elisa con el Oporto y la torta que le había prometido. Toca la puerta y Elisa prácticamente lo atiende de inmediato. Se podría decir que ella lo estaba esperando.
- ¡A los años, amiga! – le sonríe - ¡Que gusto de verte!
- ¡Gary! Por favor, pasa. – ella abre toda la puerta.
Gary le extiende la caja de la torta antes de dar un paso hacia adelante.
-Encontré la torta tal y como la pediste.
- ¡Oh, Gary! No era una obligación, la idea de compartir una torta era más que suficiente.
- La primera opción fue marquesa con pudín de chocolate.
- Pero si no había, una simple torta bastaba.
-Te la mereces, por eso busqué la torta como querías.
Elisa sonríe y guarda la torta en la refrigeradora, Gary se lava las manos en la cocina, se las seca con el secador y se pone a la mesa, tiene mucha hambre. Elisa ya lo conoce, y lo sirve de inmediato, y él sin demora empieza a tomar una foto de su plato y lo sube a las redes sociales. Luego hace foto con ella y también la sube a las redes sociales.
En estos momentos, Guillermo tiene un momento libre, ya acabó su cita, se terminó el encuentro y se relaja entrando en las redes sociales, y se sorprendió al ver la foto de Gary al lado de Elisa, ver a ella como sonríe, se podría pensar que es feliz, pero en su mirada hay tristeza y lo nota. Guillermo no deja de mirar la foto, quisiera escribir un comentario, se le vienen muchas frases en mente, pero al final no escribe nada.
El almuerzo de los dos amigos fue ameno, y más aún cuando Elisa sirvió la porción de marquesa, Gary recibe una buena ración, ella se sirve doble ración y pide a Gary que abra la botella de vino.
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