PORQUE ESTAS CONMIGO.
La emoción me invade en cada paso que doy. Nueva York será nuestro nuevo hogar, el sitio donde finalmente compartiremos nuestra vida como una familia. Solo pensar en ello hace que mi corazón lata más rápido de felicidad. Mi estrategia progresa sin contratiempos. Durante cada viaje de Billy, aprovecho su falta para continuar enviando cosas a nuestro nuevo hogar. No puedo hacerlo todo de una vez, pero he encontrado la forma de llevar a cabo sin despertar sospechas.
Lo primero fue encontrar la casa es ideal, se ubica en un buen vecindario, con calles serenas y árboles frondosos que aportan sombras a las aceras, tiene amplios ventanales que permiten que la luz dorada de la mañana entre sin obstáculos, y una cocina espaciosa donde me imagino preparando el mientras desayuno escucho las risas de Billy y Fernanda en la mesa. Hay un cuarto destinado a nuestra hija, con un gran ventanal y suficiente espacio para todos sus juguetes. Todo en ella me sugiere que este será el comienzo de una nueva etapa, no más noches sola y triste.
Cada vez que Billy regresa de sus viajes, intenta disfrutar al máximo de su compañía. Me entrego a sus besos y caricias, como si quisiera llenarme de él antes de que deba marcharse de nuevo. Las noches se vuelven más intensas, impregnadas de susurros y risas entre sábanas revueltas, mientras mi corazón guarda en secreto todo lo que estoy haciendo.
—Eres increíble —me dice una noche, abrazándome tras un momento de intimidad.
Le devuelvo la sonrisa, apoyando mi cabeza en su pecho y sintiendo el ritmo constante de su corazón. Él ignora cuánto lo amo y todo lo que estoy planificando para que finalmente estemos juntos sin largos días sin vernos, durante los días que Billy se encuentra fuera, continuando con mi proyecto.
Comenzo con lo más fácil: los abrigos de invierno, algunos libros y documentos esenciales. Cada caja que envío a Nueva York me acerca más a nuestra nueva vida. Contrato una empresa de mudanzas en la que confió y les pido que mantendrán todo en secreto. Todo debe hacerse sin que Billy lo note a su regreso.
Después, me muevo a las cosas más voluminosas: un pequeño sofá del estudio y una cómoda de la habitación de Fernanda que no se utiliza con frecuencia. Me aseguro de que la casa nunca tenga un aspecto vacío. Si Billy pregunta por algo, siempre tengo una respuesta preparada, pero cada vez que él vuelve, dejo todo lo demás a un lado para disfrutarlo plenamente.
Prepara su plato favorito y llenamos el hogar de risas y abrazos. Fernanda corre hacia él en cuanto llega, y yo lo miro con el corazón lleno de amor. Pronto, ya no habrá más despedidas.
Una noche, después de cenar, nos encontramos en la sala. Billy juega en la alfombra con Fernanda, provocándole risas con sus ocurrencias. Yo los observa desde el sofá, con una copa de vino en la mano, sintiéndome completamente satisfecha.
—¿En qué piensas? —me pregunta Billy con mirada afectuosa.
Me inclino hacia él y acaricio su rostro.
—En lo feliz que me siento cuando estás aquí.
Él me sonríe y me da un beso tierno.
—Siempre traro de estar presente, cariño.
Pronto, eso se convertirá en realidad, pienso mientras lo miro con amor.
Los días pasan y la mudanza avanza sin inconvenientes. Una vez que todo esté preparado, le dare una sorpresa.
Nuestra vida juntos nos está esperando en Nueva York.
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