Capitulo 8: Interrupción

__Los rumores son ciertos__. Anunció Enzo, irrumpiendo en mi oficina sin el menor atisbo de cortesía. Ni siquiera me molesté en reprenderlo por su falta de modales; es una batalla perdida. Su insistente costumbre de ignorar la puerta se ha convertido en una irritante constante, una más de las muchas que ya he aprendido a soportar.

__Ilumíname__. Dije, adoptando un tono de inocencia fingida__¿Qué se dice en los pasillos, según tu valiosa información?__.

La sonrisa de Enzo, esa mezcla de picardía y complicidad, me confirmó que la noticia de la "molesta loba" había llegado a sus oídos. No lo saqué de la oficina a patadas, a pesar de la urgencia del trabajo, porque... bueno, porque es Enzo. Mi mano derecha, mi mejor amigo, y el único ser que, además de mi hermana, tiene la insólita capacidad de tolerar mis arranques de mal genio.

__Resulta que Sam fue rescatada por una loba en el Bosque de los Condenados. Una loba que, para colmo, se comió a los vampiros que la atacaron y derrotó. Y ahora, como recompensa, vive con nosotros. ¡Y será ella quien entrene a Sam!__. Enzo soltó la bomba sin siquiera tomar aire, con una mezcla de diversión e incredulidad que me dejó boquiabierto. Tras un largo suspiro, me pasé la mano por el cabello, intentando asimilar como lo que paso con Sam y la loba se salió de contexto.

__Es increíble tu capacidad para tragar rumores de pasillo, Enzo__. Le espeté, fulminándolo con la mirada. Él, impasible, se encogió de hombros, restándole importancia a mi exasperación.

__Aunque, ya que insistes__. Continué, con una sonrisa sarcástica.

__Te daré la versión 'oficial'. Sam fue rescatada de un intento de abuso en el Bosque de los Condenados, cortesía de una loba bastante... molesta para mí gusto. Ahora, la loba es nuestra invitada, mientras resuelve sus líos amorosos. Líos que involucran a un alfa idiota que la rechazó, y que ahora la quiere de vuelta para sus 'necesidades reproductivas'. Y sí, para mantenerla ocupada, entrenará a Sam. En cuanto a los vampiros 'devorados', te confirmo que yacen muertos, con el corazón arrancado, pero intactos. Nada de banquetes lupinos, ¿de acuerdo?__. Le lancé una mirada cargada de advertencia.

 __Ahora, ve a molestar a la loba con tus preguntas. Quizás así aprendas a no creer en chismes tan a la ligera__.

La salida de Enzo de mi oficina fue inusualmente silenciosa, una rareza que me dejó ligeramente perplejo. Sin embargo, no me engaña. Conozco bien su debilidad por los rumores; su sed de chismes supera con creces cualquier orden directa. No dudo que, en este preciso instante, este acechando a la loba, ansioso por extraerle cada detalle de lo sucedido en el bosque de los condenados.

El respaldo de la silla amortiguó mi caída, mientras un gruñido de molestia resonó en la oficina. Recordar cómo esa loba me había inmovilizado con una facilidad pasmosa me hace cuestionar todo. Su poder es palpable, una contradicción que se burla de la lógica de su rechazo. Hay piezas que no encajan, y la sensación de que ella esconde mucho más tras su fachada alegre se intensifica.

Sin quererlo, su imagen asalta mis pensamientos: la loba, con su melena blanca brillando bajo la luna llena, sus ojos azules, profundos y hechizantes, sus labios rojos como una advertencia. Una fachada de dulzura y ternura que oculta a la bestia salvaje que realmente es. Su cintura estrecha, sus senos firmes y redondos... ¿Cómo es posible? Su imagen se ha grabado a fuego en mi mente. Esa loba es un peligro, debo mantenerme alejado de ella por mi propio bien.

La frustración me consume, un torbellino de pensamientos prohibidos que nublan mi concentración. Esa loba... su imagen me persigue, una dualidad inquietante: la fachada de inocencia y la fiera sedienta de sangre que sé que oculta. Un peligro latente, palpable, que el imbécil que la rechazó por Omega no supo ver. Yo, la máxima autoridad vampírica, fui inmovilizado por ella con una facilidad increíble. Su poder me inquieta, y ahora, bajo nuestra protección, se podría convertir en una amenaza para los míos. Desterrarla sería lo lógico, pero el cariño de mi hermana lo impide, atrapándome en un dilema mortal.

El sonido abrupto de la puerta abriéndose me devolvió bruscamente a la realidad. Y allí, como una aparición no deseada, está Enzo, de nuevo en mi oficina, con la loba siguiéndole como una sombra. La mirada divertida de ella, ese brillo en sus ojos, me confirmó lo que ya sospechaba: para ella, puedo ser solo un simple entretenimiento. Y esa idea, esa maldita idea, me revuelve el estómago.

¿Se puede saber qué hacen ustedes dos juntos en mi oficina?__. Preguntó, señalándolos con la mirada.

__A diferencia de ustedes, yo sí tengo trabajo que hacer, y si no me van a ayudar, entonces no me hagan perder el tiempo, que podría usar para terminarlo__.

__Ves todo el mal humor que debo soportar a diario__. Expuso Enzo a la loba, haciéndome girar los ojos de molestia al ver cómo quiere hacerse la víctima. La verdad es que no estoy de ánimos para eso.

__Enzo, deja de quejarte como un niño y mejor ponte a trabajar__. Le dije serio.

__Y tú__. Señalé a la loba, quien me vio como si no fuese roto un plato.

__No entretengas a mi mano derecha, que tiene trabajo que hacer, y por estar pendiente del chisme no lo hace__. La loba me miró con su típica ceja alzada, y presiento que no se va a quedar callada y va a contradecir lo que dije, como lo ha hecho en las pocas horas que llevamos de conocernos.

__En primer lugar, Majestad__ Enfatizó la loba, marcando cada sílaba de la palabra.

__No soy 'tú'. Tengo un nombre, Aylin, por si lo olvidó o no lo escuchó cuando me presenté a su hermana__. (Aylin tiene un nombre hermoso, pensé, pero me abstuve de decirlo en voz alta).

__En segundo lugar, a diferencia de usted, que me abandonó en su castillo, un lugar que desconozco por completo, sin siquiera indicarme dónde alojarme, su mano derecha me encontró y me trajo ante su presencia. Vine a que me informe sobre mi habitación, ya que su hermana, quien podría ayudarme, se retiró a sus aposentos para asearse y eliminar los rastros del bosque de los condenados. Por lo tanto, me dejó bajo su cuidado. Sin embargo, usted, con su habitual actitud de patán malhumorado, se limita solo a dar órdenes y me dejó a mi suerte, como si conociera cada rincón de este lugar__. Las mejillas de la loba están encendidas e hinchadas, una clara señal de su molestia, lo cual, por alguna extraña razón, me divierte. Tal vez ella representa un peligro, no lo se aún con certeza, pero mientras permanezca aquí, me deleitare en fastidiarla. Es demasiado entretenido verla enfadarse.

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Holis 👋🏼👋🏼👋🏼.

Por aquí les dejo otro capítulo 🐺🐺🐺.

Los leo en los comentarios.

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