La Reina De La Mafia El último refugio

Poco después de que llegaran a la cabaña Teresa se despertó y Daniel y Javier no conseguían dormir pensando en la discusión que habían tenido

La cabaña estaba en silencio, casi opresivo. Teresa miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos. Su mente llena de preguntas que aún no podía responder. El mundo en el que vivía ya no era el mismo, y cada día sentía que se alejaba más de la vida que conocía.

Teresa

Y ahora qué vamos a hacer? —preguntó en voz baja, sin esperar respuesta. Sabía que Daniel y Javier estaban igual de perdidos que ella, aunque intentaban mostrar lo contrario

Daniel

Lo que podamos. —respondió, mirando a Javier con una expresión que Teresa no supo leer.

Daniel

Lo primero es estar a salvo. Y después veremos.

Javier no dijo nada. Se mantenía callado, observando el fuego en la chimenea como si pudiera encontrar respuestas en las llamas. Teresa, sin embargo, no podía dejar de preguntarse qué estaba pasando realmente. Había algo en el aire que no podía identificar.

Daniel

De todas formas, no todo es tan fácil, ¿sabes? —dijo, rompiendo el silencio, y con una mirada fija en Javier.

Daniel

Hay cosas que no puedes esconder para siempre, Javier.

Javier

A qué te refieres? —preguntó Javier, girándose hacia Daniel. Su tono era corto, algo que Teresa notó de inmediato.

Daniel

Lo que quiero decir es que no todos podemos esconder lo que somos. Ya sabes a lo que me refiero… —sus palabras eran indirectas, pero claras.

Javier

No estoy aquí para que me hagas preguntas como si me conocieras, Daniel. —dijo con furia contenida, levantándose de su asiento.

Daniel

Y crees que me importa lo que pienses? Si fueras honesto, sabrías que no puedes seguir con este juego para siempre. —respondió, y su tono fue aún más mordaz.

El ambiente se volvió tenso en cuestión de segundos. Teresa los observaba, nerviosa, sin saber cómo intervenir. Había algo en el aire que le decía que algo se iba a romper pronto. Y, por supuesto, no se equivocó.

Teresa

Basta! —gritó, poniéndose en medio de ellos. No sigan con esto! ¡Ya basta de peleas!

Daniel y Javier se miraron, pero la rabia seguía en sus ojos. Era evidente que algo más estaba sucediendo, algo que no podía ver con claridad.

Javier

No me gusta que me pongan en ese tipo de situaciones, ¿entiendes? —dijo, su voz baja pero peligrosa. Lo que pasa es que… hay cosas que no se pueden explicar. Y tú, Daniel, no tienes idea de lo que estás diciendo.

Daniel

No me hagas creer que no lo sabes, Javier. —dijo, con una sonrisa sarcástica. Porque sé que eres parte de la mafia italiana, y no puedes seguir negándolo.

El aire en la habitación se congeló. Teresa dio un paso atrás, su mente intentando procesar lo que acababa de escuchar. ¿La mafia italiana? ¿Javier? No podía ser. Ella había estado tan cerca de él, confiando en él… ¿Y todo este tiempo él había estado involucrado con la mafia?

Teresa

Qué…? —su voz tembló. No sabía si quería creer lo que acababa de escuchar.

Javier

No es lo que piensas, Teresa. —dijo rápidamente, con la voz algo más suave. Te lo explicaré, pero ahora no es el momento.

Pero Teresa no podía dejar de pensar en lo que Daniel había dicho. La confusión se apoderó de ella mientras su mente se llenaba de preguntas. ¿Por qué no le había contado antes? ¿Por qué todos tenían secretos? Todo lo que había creído sobre su vida, sobre Javier, ahora se derrumbaba ante ella. Fue en ese momento cuando un fuerte golpe en la puerta interrumpió la tensión que llenaba la cabaña. Los tres se quedaron en silencio, mirando la puerta como si no pudieran creer lo que estaba sucediendo. El sonido de los pasos acercándose hizo que el pánico comenzara a subir por las gargantas de todos.

Teresa

Quién…? —susurró, casi sin poder articular las palabras.

Javier

Esos son los que venían por mí. —respondió con tono grave, como si ya lo supiera. Se acercó a la puerta, mirando a Daniel con seriedad.

Daniel miró a Javier, y sin decir una palabra, se preparó para lo peor. Teresa no entendía completamente la gravedad de la situación, pero su instinto le decía que lo peor estaba por suceder. La puerta se abrió de golpe, y un hombre alto y musculoso entró sin previo aviso. Sus ojos se movieron rápidamente de Teresa a Javier, como si ya supiera lo que venía. A su lado, dos hombres más entraron armados, mirando a los tres con hostilidad.

Hombre

Buscamos a Javier. —dijo el hombre con voz autoritaria.

Hombre

El jefe quiere hablar contigo.

Javier, a pesar de la tensión en la habitación, se mantuvo tranquilo. Sabía que no podía hacer nada ahora, solo esperar.

Javier

No tengo nada que decirles. —dijo, su tono firme, pero no agresivo

Hombre

Lo veremos. —respondió el hombre, señalando a sus compañeros para que se acercaran y lo escoltaran

Teresa los observaba en silencio, sin poder comprender qué estaba pasando. ¿Por qué estos hombres venían por Javier?

Raúl observaba a Don Ramón, que yacía atado a una silla, con el rostro ensangrentado, pero aún desafiante. El odio en los ojos de Raúl era palpable, cada movimiento que hacía irradiaba furia. Se acercó lentamente a Don Ramón, y la tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. El silencio de la finca solo se veía roto por los pasos de Raúl y el suave goteo de la sangre de Don Ramón.

Raúl

Nunca debí haberte dejado vivir, Don Ramón. —su voz era baja, pero cada palabra llevaba el peso de una condena.

Raúl

Eres un estorbo ahora. Ya no sirves para nada.

Don Ramon(abuelo)

De verdad crees que me importa lo que digas? —respondió Don Ramón, con la voz quebrada, pero desafiante.

Don Ramon(abuelo)

Ni siquiera eres capaz de ver más allá de tu odio.

Raúl sonrió con amargura y levantó su pistola, apuntando directamente al pecho de Don Ramón.

Raúl

No me vengas con tus lecciones de moral. El único que importa aquí soy yo. —su voz se volvió venenosa.

Raúl

Y voy a ir por lo que me pertenece. Voy a recuperar a mi hijo, Daniel. Él está con Teresa y esa maldita mafia italiana. Tú no tienes idea de lo que estoy dispuesto a hacer

Don Ramon(abuelo)

Recuperar a tu hijo? —Don Ramón soltó una risa burlona, a pesar del dolor.

Don Ramon(abuelo)

Por qué te crees tan importante, Raúl? Mi familia y yo siempre hemos jugado a un nivel más alto que el tuyo. La apuesta con las mafias… eso siempre estuvo antes que cualquier cosa que puedas decir.

Raúl

Hablas de la maldita apuesta? —su tono de voz era un susurro de rabia.

Raúl

Crees que esa maldita apuesta te da poder, ¿verdad? Que Teresa se casará con Javier??? ¡Eso no te da nada, Don Ramón! No tienes ni idea de lo que está en juego ahora. Ya no estás en condiciones de decirme nada.

Don Ramon(abuelo)

Estás equivocado, Raúl. —Don Ramón respiró pesadamente, con una sonrisa irónica en su rostro, a pesar de lo que estaba sucediendo.

Don Ramon(abuelo)

Teresa va a casarse con Javier. Y cuando lo haga, no serás nada en este mundo. Vas a quedar atrás, como siempre.

Raúl apretó la mandíbula con fuerza. El odio que sentía por Don Ramón era tan profundo que su mano temblaba de la rabia.

Raúl

Lo que digas no importa, viejo. Yo voy a ir detrás de ellos. Después de todo, ahora son mi objetivo. —una pausa pesada.

Raúl

Voy a matarlos, uno por uno. Javier no tiene idea de lo que le espera. Y Teresa, esa traidora que pensaba que se iba a casar con mi hijo, también va a pagar. Todos van a pagar. Y cuando termine con ellos, nadie va a recordar tu nombre.

Don Ramón cerró los ojos por un momento, sonriendo con indiferencia.

Don Ramon(abuelo)

No me importa lo que hagas, Raúl. Lo que no entiendes es que… la mafia italiana no te va a dejar hacer lo que quieras.

Don Ramon(abuelo)

Y sabes lo que te digo, estoy seguro… Teresa se va a casar con Javier. Será su reina, la reina del narcotráfico, y no podrás hacer nada para evitarlo.

Raúl apretó el gatillo sin pensarlo. El sonido del disparo resonó en la finca, y el cuerpo de Don Ramón cayó al suelo sin vida. Raúl miró el cadáver con desdén, como si se deshiciera de un insecto. El peso de sus palabras quedó en el aire, y el destino de Teresa y Javier estaba sellado.

Raúl

Ahora… iré por ella. —dijo en voz baja, como una promesa oscura.

Javier seguía escoltado por los hombres que lo habían venido a buscar. Caminaban hacia una camioneta negra estacionada frente a la cabaña. Uno de los hombres mantenía la mano sobre la pistola, pero no la había desenfundado aún. No hacía falta. La amenaza estaba clara.

Teresa corrió detrás de ellos, su voz temblorosa.

Teresa

Esperen! ¡No pueden llevárselo así! ¡Él no hizo nada!

El líder de los hombres, un tipo corpulento de barba rala y ojos fríos, la miró sin expresión.

Hombre

Esto no tiene que ver contigo, niña. Quédate fuera de esto si quieres seguir viva.

Teresa

Él está conmigo! ¡Si se lo llevan, me voy con él!

Javier se giró, sorprendido por sus palabras. En sus ojos se notaba el conflicto, una mezcla de culpa y algo más profundo que no podía esconder.

Javier

Teresa, no… no te metas en esto….

Teresa

Qué no me meta? ¡¿Después de todo lo que hemos pasado juntos quieres que me quede aquí sin hacer nada?!

Hombre

Interesante… así que tú eres Teresa.

Hombre

La mujer que……

Javier

Ya! No digas ni una palabra más. Eso no te corresponde a ti. Acuérdate con quien estas tratando

Hombre

Solo decía su nombre…. Qué gusto conocerte

Teresa

Qué carajo está pasando aquí?

Daniel

Eso mismo quiero saber yo.

Javier

Después te explico. Ahorita solo confía en mí, ¿sí?

Teresa

No más secretos! Estoy harta de que todos me escondan cosas.

Teresa

Primero mi abuelo, luego tú… y ahora vienen estos tipos armados a hablar de cosas que no entiendo. Qué es lo que no me están diciendo?

Hombres

Mira tú… la princesita se está enojando.

Javier

Ni se les ocurra faltarle el respeto.

Hombre

Ya. Basta. No estamos aquí para discutir.

Hombre

Solo vinimos a llevarnos a Javier. Pero parece que vamos a tener que vigilar de cerca a la muchacha también. El jefe no quiere errores.

Javier

No se van a llevar a nadie más.

Daniel

Quién es ese “jefe”? ¿Y qué carajos quiere con nosotros?

Hombres

Eso no es asunto tuyo, "carajito”

Hombres

Así se les dicen aqui, no? [riéndose]

Teresa

Basta ya! ¡Alguien que me diga la verdad!

Javier

Teresa… no es el momento. Pero juro que te voy a contar todo. Solo confía en mí esta vez.

Hombre

A él (señalando a Daniel) lo llevan directo con su padre. No queremos problemas con ese cartel.

Hombre

Y a ella tráiganla

Daniel

Suéltenme, malditos! ¡Mi papá no se los va a perdonar!

Hombres

Tu papá al lado de nosotros no es ni una puta hormiga niño de merda

Teresa

Javier, qué carajo está pasando?! ¡¿A dónde nos llevan?!

Teresa

Daniel no!!!!

Javier

Todo va a estar bien, Teresa… confía en mí.

Los pasos resonaban con fuerza sobre la tierra mojada mientras los arrastraban. Teresa sentía que sus piernas temblaban, su corazón golpeaba contra el pecho como si fuera a salirse. Miraba hacia todos lados, buscando una salida, una explicación, algo que le dijera que aquello era solo una pesadilla. Los hombres la empujaron hacia uno de los carros negros estacionados entre los árboles. La metieron en el asiento trasero sin decirle una palabra. Las manos le temblaban, la mente le daba vueltas.

Teresa

(pensando) ¿Por qué Javier no hizo nada…? ¿Por qué se dejó llevar así?

A lo lejos, vio cómo forzaban a Daniel a subir a otro vehículo distinto. Sus gritos se escuchaban cada vez más lejanos.

Daniel

¡TERESA! ¡NO CONFÍES EN ÉL! —gritó Daniel desde el carro, mientras forcejeaba con los guardias— ¡NO CONFÍES EN NADIE HARÉ DE TODO PARA ENCONTRARTE, TU ESPERAME!

Pero las puertas se cerraron de golpe, aislando todo sonido exterior. Javier entró al carro junto a ella, serio, sin decir nada. Teresa lo miró, con lágrimas en los ojos.

Teresa

Que te pasa?! Porque no dices nada!?

Javier

[mirando a Teresa]

Javier

Que mas voy a decir?

Javier

Tu solita te podrías haber librado de mi

Javier

Decidiste venir

Javier

Problema tuyo ahora