La imagen que proyectaba Stefan era borrosa, no importaba que tanto moviera su binocular, no podía capturar con nitidez el rostro de la chica que tanto oía mencionar.
Luna, ese nombre lo tenía intrigado ¿quién rayos era y porque no podía verla?, Stefan tenía muchas teorías, pero dos parecían más lógicas, la primera que quizás la chica era horrenda y por eso la ocultaba su familia, la segunda, que era una famosa y la querían pasar de desapercibida.
Sea cual sea la verdad, él quería ver a la chica misteriosa, pero no importaba que tanto lo intentara, jamás lograba verla del todo.
Parecía un detective siguiendo pistas, pero cuando creía que al fin lo iba a lograr, siempre pasaba algo.
- Creo que es mejor darse por vencido-. Dijo dejando el binocular en la mesita de noche.
Se recostó en la cama observando el techo, faltaba poco para volver a clases y odiaba eso, se sentía prisionero en aquel internado, no entendía cómo habían padres que dejaban a sus hijos en esos lugares como si no les importara verlos cada tres meses.
Bufó al recordar la vida allá, siempre monótona, nada divertido, deseaba ser un estudiante normal yendo a una secundaria normal, pero él no era un estudiante normal y tenía que aceptarlo.
- Tierra llamando. Stefan-. Escuchó la voz de su hermano en algún punto de su habitación.
Despegó la vista del techo y lo buscó con la mirada, en el umbral estaba Peter con dos maletas en sus manos, Stefan sabía para qué eras esas maletas.
- ¿Tan rápido padre y madre se quieren deshacer de mí?-. Preguntó levantándose con pereza.
- No digas tonterías y mejor empieza a empacar-. Le dijo su hermano dejando las maletas en la cama.
- Faltan tres semanas todavía-. Dijo mirando las maletas.
- Te conozco Stefan, siempre dices lo mismo y cuando llega la hora de partir aún no has empacado todo-. Le recuerda su hermano
Peter odiaba ser quien siempre le ayudaba a empacar, no porque no quería, pues ver la desilusión y tristeza en los ojos de su hermano menor no le gustaba, lo entendía, también pasó por eso, tan solo era cuestión de soportarlo.
- Más tarde empiezo-. Refunfuñó Stefan.
Peter asintió para después dejar la habitación, una vez de vuelta con la soledad se volvió a asomar por la ventana, siempre con la mirada fija en aquella ventana que estaba frente a él.
- ¡Stefan!-. Alguien gritó su nombre.
Desvío su mirada de la ventana para ver quién era, cuando bajó la vista, Emily le estaba saludando, por cortesía le dio un asentimiento de cabeza entrando de nuevo a su habitación.
Después de dos horas jugando videojuegos decidió dar una vuelta, con cuidado agarró las llaves de la moto que le habían comprado el año pasado, pero que aún no la había usado por castigo de su padre, y se fue a dar una vuelta.
Era gratificante sentir el viento en el rostro, sentía que era libre, que era poderoso y un chico normal, en ese momento no le importó el castigo de su padre, le quedaba poco para volver a ese internado y quería recorrer las calles de Londres hasta que llegara la hora de la partida.
Al llegar a su destino, se bajó de la moto y caminó unos minutos más, se sentó en la pequeña roca que allí había y se quedó en silencio contemplando el espeso bosque que tenía en frente.
Cada vez que se sentía agobiado por cargar el peso de aquel apellido, iba a ese lugar, se había convertido en su lugar seguro, allí se pasaba horas y no sé sentía prisionero.
El tiempo pasaba y Stefan seguía en aquel lugar, con sus ojos cerrados y con los audífonos escuchando la música que más le gustaba, pero el sonido de unas voces hizo que abriera sus ojos de inmediato.
Ya era de noche y no se había fijado, rápido se levantó y caminó hasta llegar a su moto, se subió y manejó a toda velocidad a la ciudadela, pasaban de ser las ocho y de seguro ya su padre estaba en casa.
- Por favor dime qué papá no ha llegado-. Le dijo al guardia cuando le abrió para que entrara.
- Es tu día de suerte, el señor Jeremías aún no ha llegado-. Lo tranquilizó el guardia.
Se despidió del guardia y se apresuró a llegar a su casa, dejó la moto en su lugar, pero cuando estaba por salir, el carro del papá estaba entrando al garaje, rápido se escondió a los lados del coche de su hermano.
Jeremías se bajó del auto hablando por su celular, estaba en una llamada importante y no quería perderse de lo que sea que la persona al otro lado de la línea le decía.
Stefan suspiró con tranquilidad salien rápido del garaje, iba tan concentrado mirando hacia atrás que no notó a la persona que caminaba igual que desprevenida que él.
- Auch-. Dijeron al unísono cuando ambos chocaron.
- ¿No te han enseñado ver por dónde caminas?-. Dijo molesto Stefan sobando su frente.
Había sido un golpe fuerte, la otra persona seguía tirada en el suelo sin dar la cara, solo pudo escuchar su delicada voz.
- Ll...lo siento mucho-. Había susurrado.
Stefan dejando de sobar su frente le prestó atención a la persona que tenía en frente, era una chica, vestía unos shorts gastados y se podía notar el rasguño que tenía en la rodilla.
- Déjame ayudarte-. Stefan se apiadó de la chica extendiendo su mano.
Al recibir la mano de la chica pudo notar la suavidad de aquella piel, cuando por fin vio el rostro de ella se quedó pasmado, era la chica más hermosa que jamás había visto.
Su cabello era tan negro como la noche y sus ojos tan brillantes como las estrellas, su piel blanca como la nieve, era como esos anime que le gustaba ver, en pocas palabras, una belleza de otro planeta, pudo salir del encanto cuando la chica alejó su mano de la de él.
- Gracias y en verdad lo lamento mucho-. Volvió a disculparse la chica.
- También es mi culpa, venía distraído-. Dijo rápido Stefan.
La chica le sonrió de lado dando dos pasos hacia atrás, tenía que irse a curar el raspón que se había hecho por andar de distraída.
- ¡Luna!-. Gritaron y Stefan miró rápido en aquella dirección.
Madison venía corriendo en dirección donde estaban ellos, se detuvo frente a la chica con la que había chocado.
- ¿Qué te pasó en la rodilla?-. Dijo viendo cómo sangre brotaba de esta.
- No es nada-. Le dijo Luna.
Stefan abrió los ojos de sobremanera, tres semanas habían pasado encontrando la oportunidad para conocer a la famosa Luna, y allí estaba frente a él.
- Así que tú eres Luna-. Dijo Stefan sonriendo de lado
Después de todo la espera había valido la pena, no se arrepintió de las noches que pasó en vela intentando verla por unos segundos, Luna era realmente hermosa...
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Comments
Mary Ney
Hay Stefano llego tu alma gemela/Smile/
2025-04-08
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