Un mes había pasado desde lo sucedido en la fiesta, Luna desde aquella noche, decidió encerrarse en su habitación, apenas y salía para comer, sus padres estaban preocupados y ni que decir de su hermana, que andaba buscado por todos lados a Julián, ese renacuajo había vuelto a la vida de su hermana e hizo retroceder la poca autoestima que Luna consiguió cuando se mudó aquí.
Eran las ocho de la noche cuando su auto se estacionó en su casa, desde el asiento observó la habitación de su hermana, un nudo se instaló en su garganta cuando recordó como llegó aquella noche.
Su hermana hecha un mar llantos, mojada y con su maquillaje escurrido, apenas la vio se lanzó a sus brazos llorando desesperada, dio gracias que sus padres se habían ido después de que Luna se fue con sus amigas, su abuelo los había citado y no volvieron hasta el otro día.
Llena de impotencia, golpeó el volante, deseaba que fuera el desgraciado de Julián para dejarlo sin descendencia, sería un peligro que ese engendro se reproduzca.
- ¡Maldito cabrón!-. Gritó enojada al recordar el llanto de su hermanita.
Dos toques en el vidrio de la ventana la hizo girarse, un chico que no se le hacía conocido le pedía que bajara el vidrio.
- ¿Todo bien?-. Le preguntó.
Sofía le dio una ojeada rápida, no lo conocía, pero era atractivo, su tipo para ser exactos, pero lamentablemente había llegado en un momento complicado para ella y no iba a perder el tiempo en eso, su objetivo era encontrar a Julián y darle su merecido.
- Si, ¿por?-. Abrió la puerta para salir.
- Es que te vi golpeando el timón y gritar, pensé que te estaba dando una ataque-. Le explicó el chico.
- Ah, no, yo soy así, cuando estoy con coraje me desquito con el timón, me imagino que es a quien quiero golpear-. Dijo Sofía.
- ¿Eres nuestra nueva vecina?-. Le preguntó el chico.
Sofía lo miró esta vez con más determinación, ya había conocido a todos los chicos de la ciudadela y no se le hacía parecido a ninguno, solo hacia una casa que desde que llegó no había visto a nadie.
- ¿Vives en esa casa?-. Señaló la enorme casa que tenía enfrente.
- Sí, soy Peter Wilson-. Se presentó.
- Sofía Jones-. Le devolvió la presentación.
- ¿Jones?-. Sofía asintió-. ¿Cómo la familia más rica de este país?-. Preguntó sorprendido.
- No, como la familia que vino del pueblo Greenwich-. Dijo con simpleza, Sofía.
Su abuelo tenía razón, su familia era muy conocida, Sofía a veces quería romper el acuerdo y decirle a las personas que su familia podría desaparecer un continente si así lo deseaba, pero luego se le pasaba, ya llegaría aquel momento.
- Ah, ya veo, no pareces pueblerina-. Dijo Peter viendo a Sofía de pies a cabeza.
Eso molestó a Sofía, que ajustando su ropa se acercó demasiado a Peter y poniéndose de puntillas lo afrontó.
- ¿Quieres que te muestre que tan pueblerina soy?-. Dijo agarrándolo de las solapas de la camisa.
- Nn...no quise ofenderte-. Se disculpó rápido Peter.
- Si como sea-. Lo empujó-. Sabes te creí atractivo, lo eres, pero abres esa bocota y solo te oigo croar, típico de sapos queriendo parecer príncipes-. Dijo caminando hacia la puerta de su casa.
- Si me das un beso, puede que se me quite el encantamiento-. Dijo Peter a su espalda.
- El que nació sapo, muere siéndolo, ve y busca tu estanque, quizás una rana espere por ti-. Abrió la puerta y entró dejando a Peter con el sabor agridulce de haber perdido aquella batalla de palabras.
Una estruendosa carcajada se escuchó detrás de Peter, rápido se giró para ver a su hermano menor reírse de él.
- Creo que estás perdiendo tus dotes de coqueteo, hueles a viejo-. Se le burló su hermano.
Peter cruzó la calle y cuando estuvo cerca de su hermano le dio un manotazo en la cabeza, tenía que respetarlo, era su hermano mayor.
Después de la breve pelea con la nueva vecina, Peter ingresó a su casa, en la mañana habían llegado de sus vacaciones, sus padres siempre hacían viajes largos cuando llegaban las vacaciones de otoño, era como un tiempo de relajación para la familia.
- Vayan a cambiarse, pronto llegarán los invitados-. Anuncio la mamá de Peter.
- Esa es la única parte que no me gusta de los viajes, las aburridas reuniones de vejetes-. Se quejó el menor de los Wilson.
- Calla o tu papá va a oírte-. Le reprochó su madre.
El menor rodó los ojos y prefirió irse a su habitación, no tenía ganas de estar en aquella reunión, pero tampoco quería la furia de su padre, así una vez aseado y cambiado, bajó para esperar a los invitados.
- Hoy tenemos nuevos invitados-. Informó el mayor de los Wilson.
- ¿Algún inversionista?-. Preguntó Peter arreglando la corbata de su hermano.
- No, son los nuevos vecinos-. Dijo su papá.
Peter apretó demasiado el nudo de la corbata de su hermano al oír aquello.
- Oye mi cuello-. Se quejó el menor.
El timbre sonó y Peter no sabía a dónde ir, mientras que su hermano lo miraba con burla, al parecer la reunión no iba a ser tan aburrida como lo predijo.
- Buenas noches, pasen-. Dijo el señor Wilson.
- Como está señor, Wilson-. Saludó una voz femenina y está vez quien se burló fue Peter de su hermano.
- Muy bien Madison, pasa, adentro está Stefan-. Dijo tensando los músculos del mencionado.
Madison fingió alegría y cuando entró no dudó en darle una mirada de asco a Stefan que no sabía a dónde mirar.
Después de que llegaran los Davis y los Taylor, el timbre sonó por tercera vez, Peter estaba que se desmayaba al recordar a la chica insolente de hace unos minutos, ojalá y no abra esa bocota para decir sandeces.
- Bienvenidos-. Dijo el señor Wilson.
- Un gusto conocerlos-. Dijo Oliver entrando acompañado de Sara y Sofía.
Una vez estuvieron las tres familias invitadas pasaron a la mesa, había un banquete, digno de los Wilson, después de todo, eran la familia más rica de toda la ciudadela y les gustaba demostrarlo cada que podían.
- Oliver, ¿pensé que tenía dos hijas?-. Preguntó el señor Wilson.
- Jeremías no seas mal educado-. Le reprochó su esposa.
- Lo siento, no quise ser irrespetuoso, pero es lo que me dijeron-. Se disculpó de inmediato Jeremías.
- No, tranquilo, y tienes razón tengo dos hijas, pero la menor está un poco indispuesta-. Informó Oliver recordando a su hija y la tristeza que llevaba en sus ojos desde aquella noche.
Madison y Emily se vieron entre ellas, se sentían tan culpables por lo sucedido que todos los días iban a verla, pero Luna apenas y hablaba con ellas, se veía tan triste.
Sofía apretó sus manos con fuerzas, y Peter tragó grueso, esa chica era de temer, basta con ver cómo sus venas se marcaban, esperaba nunca hacerla enojar de verdad.
- ¿Conoces a la hermana de tu nueva conquista?-. Le preguntó Stefan.
- En primer lugar, no es mi conquista y en segunda lugar, recién llegamos hoy ¿cómo rayos voy a conocerla?-. Susurró Peter.
Después de la cena los adultos se fueron a conversar en la sala de estar mientras que los jóvenes se fueron a charlar al jardín trasero.
- ¿Cómo sigue Luna?-. Preguntó Madison a Sofía.
- Igual, no quiere hablar con nadie-. Respondió Sofía.
- Me siento culpable por lo sucedido, si tan solo no la hubiera invitado, nada había sucedido-. Dijo con pesar Madison.
- Nadie tiene la culpa, solo el renacuajo de Julián, es que estoy deseando encontrarlo para agarrarlo por las pelotas y arrancarlas-. Decía con tanto odio Sofía.
Peter y Stefan oían la conversación de las tres chicas, Peter deseaba nunca estar en el lugar de Julián mientras que Stefan moría por conocer a la tal Luna, un nombre poco común, pero muy bonito....
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Comments
jmlanena
Querida Madison no te culpes, lo que paso pasó tarde o temprano tenía que pasar, Julián pagar por sus malas acciones!!! 👊
2025-04-05
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jmlanena
Me gusta mucho cómo se está desarrollando la historia!!!! 😉
2025-04-05
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Mary Ney
Más capítulos esta muy interesante /Smile/
2025-04-05
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