Capitulo 14

Capítulo 14.

Cipriano sintió un vacío en su estómago, en su alma, en su cuerpo, su vida, sentía que había perdido el rumbo, no podía creerlo, porque se había ido tan pronto, la Sra. Tormenta, siempre fue como un ángel de la guarda para Cipriano, pero, que se haya ido, así, de la nada, solo hizo flaquear sus rodillas, se agarró su corazón, no podía aceptarlo, no lo haría. Salió corriendo, a la mansión donde residía su abuelita, y entonces la vio….

Dios, el dolor de una muerte existe, es como si tu cuerpo se enfermara, todos tus órganos, hasta la punta del pelo, todo llora y duele, demasiado. Abrazo a su abuelita y llorando como un bebe sin consuelo, paso su tarde ahí, los demás sirvientes no se atrevían a decirle nada, solo lo veían con una cara de tristeza y llanto, lo entendían muy bien, fue una gran esposa, madre, abuela y jefa de Casa también, sus sirvientes la querían mucho, pero ya no había nada que hacer.

Todo procedió como el protocolo corresponde, despidieron a la señora Tormenta, y Cipriano despidió junto con ella una parte de su alma, se volvió seco, frío, entro en crisis, perdió su voluntad de vivir, hasta que alguien, que conocía muy bien, su nana, lo volvió a encarrilar, le dio la dirección correcta, y paso a paso, volvió a caminar. Su salvación fue encapsularse en su trabajo, dormía allí prácticamente, tener la cabeza ocupada, y sentir la gratitud de sus pacientes, eran curita para su corazón, y así sobrevivió.

Ya han pasado muchos años desde que eso sucedió y es la primera vez que ha conectado tan profundo con alguien, así que, sin querer, Clerk, despertó todos sus sentimientos otra vez, y le invade esa necesidad de cuidarla, protegerla, encarrilarla, no dejarla sola, sabe por lo que está pasando, y realmente no tiene a nadie, así que no descansara, hasta que Clerk, vuelva a recuperar al menos una parte, sus ganas de vivir.

Una psicóloga, junto con el grupo médico que atendió a su abuelita, le brindaron el apoyo necesario a Clerk, para que, por segunda vez, asistiera a un funeral, ahora el de su abuelita; estaba de más decir, como esta niña se encontraba, hicieron todo en la capilla del hospital, fue cremada y las cenizas se las entregaron, para que fuera esparcido, de acuerdo con la voluntad de la Sra. Lila. Realizaron la ceremonia, y cuando termino, el doctor Cipriano, contrato un uber para que llevaran a Clerk a su hogar, el no podía hacerlo, se encontraba todavía en su turno. Esta niña le pego fuerte a él, sabia que no debía encariñarse con los pacientes o en este efecto, con la familia de una paciente, pero sencillamente no podía dejarla sola, sentía que lo necesitaba.  Llovía a cantaros, así que lo mejor, era que alguien acompañara a esta jovencita hasta su casa. Subió a la chica al carro, pago la carrera y le dijo al conductor:

 _Por favor déjela en su casa, y asegúrese que llegue bien a ella, ¿está bien? Gracias.

_Clerk, cualquier cosa avísame, estaré pendiente de tu llamada. Fuerza. Estaré aquí.  - Arranco el auto.

Clerk, se bajó de ese auto, con las cenizas de su abuela en sus brazos, cerró la puerta, y camino despacio, como de un cuerpo sin vida se tratara, hacia la entrada de su casa, estaba lerda, caminaba por inercia, no quería entrar, sabía que su vida, no sería la misma, que esta casa no sería la misma, que su hogar… su hogar no sería el mismo, la única que la recibía ya no estaba tampoco, así que esta familia de 4 integrantes, quedaba solo una, y sentía la ausencia de las 3 personas que fueron el amor de su vida, y sinceramente ya no podía más. Abrió la puerta, entró, todo estaba oscuro, tan oscuro y nublado como su corazón, se deslizó por la pared, hasta que al piso cayo, se recostó en el piso, y en posición fetal, con su tarrito en brazos, dejo salir todo el dolor que tenía en su interior, se abrazó, y ahí tirada en el piso, lloró, y lloró… Pasaron las horas y llorando a mares, esa niña, esa princesa, dormida en ese suelo frio quedó… y afuera llovía, el cielo gris, las lágrimas, la lluvia fría, … el agua, el agua en ese día, fue su compañía.

Días después, el Doctor Cipriano, antes de trabajar, pasaba por la casa de Clerk, la primera vez que fue a verla, que fue al día siguiente del  funeral de su abuelita, estaba rojo de la vergüenza, pero internamente se disculpó diciendo, que necesitaba irse a trabajar tranquilo, y la única forma era verla, mirar que estuviera bien, pero la vergüenza se le quitó cuando Clerk abrió la puerta, estaba blanca como un fantasma, tenía la misma ropa de ayer y sus ojos estaban rojos e hinchados como un lince y los más preocupante, es que pareciera que durmió ahí arrinconada a la puerta, con este frío, ¡Dios, mi corazón!, pensó Cipriano, gracias a Dios vino a verla, si no, que hubiera sido de ella, la cargo a su espalda, la recostó en el sofá de la sala, y corrió a la cocina a hacer un té, darle algo caliente y que la relajara era prioridad, esto mantendría caliente a Clerk, mientras preparaba algo para desayunar. Llamo al hospital y le informó a la enfermera que, por algo personal, llegaría el día de hoy más tarde.

Hizo su desayuno, caldito de pollito, con arepa y chocolate, le presumía a Clerk de sus alimentos, cocinaba muy bien, y se sentía el mismo orgulloso de su sazón. Clerk como muerta en vida, ni bolas le paraba, pero en el fondo agradecía su presencia, era un viento fresco a su vida.

Comió en silencio, mientras el doctor Cipriano no paraba de hablar, se reía solo, conversaba solo, mejor dicho, tenia su propio desmadre el solo, ja ja ja, pero no importaba, se dedico tanto a hacer florecer de nuevo a Clerk, que no se dio cuenta, en qué momento, su corazón por ella atrapado empezó a latir.

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