Capítulo 3
volteo dispuesto a irme, pero, en cambio, choco con alguien, abro los ojos y trato de correr, pero pone un pañuelo en mi boca y nariz y rápidamente pierdo el conocimiento
escucho gritos, eso hace que reaccione rápido, no sé donde estoy, pero siento que ya he estado aquí, es una habitación muy sencilla, la verdad, pero muy amplia, vuelvo a escuchar voces afuera, así que salgo, me sorprende que no esté encerrada, lo que veo me deja estática, es mi familia, mi verdadera familia…
— ella es parte de esta familia, pero estás celosa de su posición, de que ella si puede lograr lo que tú no, que no vaya a meter las patas como lo hiciste tú, te metiste con hombre que al final terminaste por mantener
— ¡Con él no te metas! - grito mi madre
— ¡ves carla! Te importa más tu marido que tu propia hija, ella debe de estar con nosotros, con la familia real europea, ella es la Principessa y deberá casarse con alguno de mis hijos, es su destino.
— ¡Ella no quiere! ¡Por eso nos fuimos! ¿Lo olvidaste?
— ella no quiere porque la engañaste, le hablaste mierda cuando ella era una niña, los celos te cegaron tanto que no querías el triunfo de tu hija, la manipulaste y al final ella renunció a su cargo real y preferiste venir a Colombia y vivir como una pobre
Al final Carlos me noto, haciendo que todos volvieran a mirarme, había unas diez personas en esa sala, Carlos se me acerco, él es mi padrino, una señora se le adelantó, a esa no lo conocía, me extendió la mano.
— un gusto, tú debes de ser la razón de todo este alboroto - ella es pelirroja, sus ojos son cafés oscuros, tiene algunas pecas en sus mejillas y una sonrisa demasiado hipócrita para creerla - soy Alih, la esposa de Carlos
— María Fernanda - respondo sin tocarla
— ¡Pero por Dios! - grito muy chillonamente - Carla, ¿cómo dejas que se vista así?, es una heredera, no una prostituta
— Y tu la esposa de Carlos y yo no te pedí tu opinión respecto a mi ropa, así que vete a tu lugar y no seas igualada - al final Carlos se llevó su esposa que tenía expresión enojada
— Principessa - me saludo Carlos y me dio un fuerte abrazo
— Padrino, ¿alguien va a decir que está pasando?
— te trajimos, al lugar al que perteneces
— yo ya no pertenezco allá, soy de acá padrino
— sabes que fácilmente mis escoltas te subirían a un avión directo a Europa, pero no te voy a forzar a nada
miro a mi alrededor, ¿irme? ¿Dejar a mis amigos? ¿Mi vida? ¿Retomar mi cargo?
— Están locos, yo no puedo simplemente volver como si no hubiera desaparecido siete años
— Volverás a entrenar - habla uno de los chicos, ese es Nicolás, reconocería esas pecas que siempre me dieron envidia
— aparte no estarás sola, no sabes lo aburrido que es ser la única chica - ella es Sara, por supuesto, esta hermosa, se cortó su cabello hasta los hombros aunque siempre dijo que no lo haría
— aún no me graduó…
— hablaremos con las directivas para que te den tu diploma y así esté tranquila - dice Carlos
— ¿Cuándo nos iríamos? - pregunto mirando a mi madre
— Ya mismo
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Jamás pensé que volvería a ir a Europa, mama siempre dejo en claro que nos traicionaron, ahora no sé que creer, pero estoy aterrizando en Inglaterra, en mi hogar, todos se han portado más que bien conmigo, pero hay algo, de todo no dan tanto, algo debe estar pasando.
— Ya verás que nos vamos a llevar super bien, ya no somos unas niñas, ahora podemos salir de fiesta - Sara me tiene tomada de la mano mientras caminos a la entrada del castillo, por si no se los deje claro, soy una princesa. Toda la servidumbre está afuera, apenas me ven, hacen una reverencia, dejando claro quien está a cargo
vamos a la oficina, al parecer ya empezaron las reglas para mí nuevamente, cuando llego, están todos los hijos de Carlos, ya he hablado con Sara y nick, pero no he entablado conversación con los demás, apenas me ven siento cierta tensión, como si hubieran estado discutiendo antes
— vamos, reverencia, están enfrente de su Principessa - lo anima Carlos y yo abro los ojos cuando veo que todos se arrodillan ante mí, la verdad, la verdad, no les puedo explicar lo emocionante que es esto
— Claro, Principessa, ya llevas 20 minutos acá y todos tenemos que arrodillarnos por alguien que dejo el puesto tirado y a su pueblo por diez años - dice por lo que veo santiago
el ahora es tan alto, su cabello se volvió más negro, sus ojos cafés claros me miran y estoy segura de que si los ojos fueran cuchillas, estaría muerta ahora, sus cejas gruesas se arquean y su boca tan rosada y gruesa, joder, ¿dónde quedo el niño que le quitaba la cabeza a mis Barbies? Este es todo un actor nopor
— ¿No va a decir nada alteza? - me reta, él podrá ser alto y muy grande en todos los sentidos, pero a mí no me va a venir a faltar el respeto y menos, en mi reino
— De rodillas - ordeno y me cruzo de brazos
— ¿disculpa? - se me acerca
— No, no te disculpo, dije, de.ro.di.llas. — alzo mi rostro para verlo bien
— No lo haré, para mí no eres mi Principessa - dice en tono burlón - para mí solo eres una puta niña que no sabe qué hacer con tanto poder, y adivina que, poder sin conocimiento es ignorancia - sonrió
— Guardias - llamo y todos los que están en la sala se me ponen delante, con una distancia prudente, ellos si se arrodillan - un paso atrás - ordeno
— ¿qué haces? - escucho que preguntan
— saquen armas - ellos obedecen - No, guárdenlas - todos guardan armas - tomen a santiago de los brazos
sigo dando órdenes teniéndolo a el de frente, dejando claro que no me va a intimidar, yo ya no soy una niña
— Arrodíllenlo delante de mí - forcejean un poco, pero al final consiguen ponerlo de rodillas
— Maldita - escupe
— cuida tus palabras, estás enfrente de tu Principessa - tomo su rostro con mi mano, y alzo para que me mire a los ojos
— Poder es poder y adivina que cabrón, yo lo tengo todo
salgo de la habitación después de darle una lección, nadie me va a venir a joder ahora, mucho aguante con mi madre
voy a la alcoba principal, la que se supone que es la de los reyes, me entra nostalgia, esta alcoba se dejó prohibida para todos, ahora mi sorpresa es encontrarla con un montón de decoración de hombre y claro, mucho desorden
— la habitación se la cedieron al heredero santiago un mes después de su partida, alteza - volteo a ver al guardia que me acaba de dar la información
— su alcoba será la que sigue - volteo a ver a esa dirección y asiento, luego arreglaré esto, dejan mis maletas encima de la cama, está bien, obvio, voy a decorar la habitación, está tan deprimente
voy a darme un baño, me siento cansada y siento que huelo a avión y no es un olor agradable
luego de darme un baño, largo, muy largo, tocan la puerta, grito que pasen mientras abro la maleta, entra el guardia de ahora
— alteza - hace una pequeña reverencia - la están esperando en la oficina
— gracias - él sale de la habitación y yo proceso a cambiarme rápido, después del escándalo que hice no sé que me irán a decir y sobre todo Carlos
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