15. Acusaciones

...LEANDRO:...

Desperté sobresaltado y me levanté en medio de la oscuridad, mi mente era un lío de pensamientos que me acusaban como lo que era, el asesino de mi padre, el hombre que esperó detrás de un árbol y emboscó al hombre que le dió vida.

Tenían razón, en ocasiones pensaba que yo debía pagar por mi delito, que Sebastian no tenía que intervenir para salvarme de la horca, con ayuda del Duque Dorian y el Señor O'Brian, sacaron el cuerpo y armaron una falsa escena del crimen.

Ante los ojos de la sociedad, mi padre había muerto en manos de rufianes que lo robaron y lo dejaron tirado en el camino.

Eso no me hacía sentir mejor.

Ir al entierro fue un acto de hipocresía.

Aunque mi padre fuese malo, yo tenía responsabilidad sobre lo que pasó, estaba mal mi acción y ahora vivía con ese peso en la conciencia.

Me serví vino y observé el reloj en la pared.

Era más de la media noche.

Bebí un trago y observé por la ventana.

Seguía teniendo hambre.

No me estaba saltando más comidas, simplemente porque no quería parecer débil o enfermo, pero tenía miedo de engordar.

Fruncí el ceño, ante una nube de humo que se extendía a lo lejos, en dirección al mercado rico.

¿Algo se estaba quemando?

Me alejé de la ventana.

¿Liseth habrá vuelto?

Me coloqué una bata para cubrir mi desnudez y salí de la habitación con una lámpara colgando de mi mano.

Bajé las escaleras.

Primero entré en la cocina, necesitaba comer.

Piqué un trozo de queso, varias rebanadas de pan y uvas.

Comí a prisa de forma salvaje.

Creí ver una sombra afuera, en el patio, pero estaba tan concentrado masticando que me convencí a mi mismo de que era parte de mi imaginación.

Terminé comiendo una pieza de pan completo.

Bebí leche y salí de la cocina.

No resistí la tentación de pasar frente a las habitaciones de servicio.

Quería ver si Liseth había vuelto, me quedé inquieto cuando se marchó y más después de probar su boca, era tan gruesa, tan exquisita, dulce y cálida, sus movimientos vacilantes me llamaban.

Me pareció extraña su forma de besar, como si no estuviera segura de que hacer.

Pero, lo atribuía a la vergüenza de que yo viese mal si me mostraba sus técnicas.

Estaba endurecido bajo la bata.

Me detuve frente a la puerta y toqué.

No hubo respuesta.

Volví a tocar.

Tampoco.

¿No había llegado? ¿Qué podría ser tan urgente? ¿Con qué razón tenía que estar hasta tarde en la calle?

Volví a irritarme.

Abrí la puerta y entré iluminando la estancia con la lámpara.

Liseth se sentó erguida sobre la cama, casi sobresaltada, tenía el cabello completamente suelto y estaba cubriendo su cuerpo con las mantas.

— ¿Qué rayos hace aquí? — Siseó, muy molesta por mi atrevimiento.

— Lo lamento, solo quería ver si había llegado... Es tarde y no respondía cuando toqué la puerta...

— Estoy bien, váyase — Gruñó, noté que parecía sudada — Es demasiado tarde — Me aproximé a la cama, iluminando más su rostro, parecía tener una expresión decaída, como si estuviese llorando.

— ¿Se encuentra bien?

— Estoy bien, déjeme dormir — Apartó su rostro de la luz.

— No tema en decirme si algo le molesta.

— Sí, usted me está molestando en este momento — Mantuvo sosteniendo las mantas, tenía los brazos preciosos, podía ver que su hombro estaba desnudo cuando su cabello se deslizó.

— ¿A qué hora volvió?

— Llevo horas durmiendo, no es de su incumbencia, largo — Tomó un cojín.

¿Me lo iba a aventar?

— ¿Por qué está tan alterada?

— Espere que no lo este cuando acaba de despertarme entrando de esta manera a mi habitación, a estás horas — Puso los ojos en blanco — Váyase ya.

Me tensé — Solo me preocupe en que no llegara, parece haber un incendio en el mercado lujoso.

Se tensó — Estoy bien.

— Hoy es el último día...

— Terminaré el vestido — Aseguró.

Estaba tan endurecido bajo el albornoz.

No tenía más excusas para quedarme.

Me giré para marcharme y pisé algo en la alfombra.

Observé hacia abajo.

— Mi lord — Dijo Liseth y desvié mi atención.

Ella se levantó y caminó hacia mí rápidamente.

Me quedé tenso e inmóvil al notar que no llevaba nada puesto.

Estaba desnuda, su piel morena brillaba bajo la luz de la lámpara, el cabello le caía a los lados, rozando sus pechos llenos y redondos, los pezones eran de color café y el abdomen era plano, caderas anchas, muslos gruesos y largos.

Sabía que su cuerpo era una maravilla, pero verlo sin nada era todo un espectáculo.

Entre sus piernas, su centro con rizos me invitaba.

— Buenas noches.

¿Cómo se atrevía a tentarme de esta forma?

Bajé mi mirada nuevamente a su cuerpo y siguió mi mirada.

Algo cambió, un sobresalto.

Intentó cubrirse con las manos, como si no se hubiera dado cuenta de que estaba desnuda.

Era tan descarada, fingía bastante bien que sentía vergüenza.

— Lo siento... Yo... — Parecía tan tímida, intentó alejarse.

— No tiene que fingir vergüenza, me gusta que me provoque — Dije y me observó, volvió a la cama a prisa, con torpeza.

Observé su trasero firme, la espalda sensual.

— No lo intento provocar... Olvidé que duermo desnuda — Tiró de una de las mantas para cubrirse, pero su absurda torpeza no la dejaba.

Me aproximé, dejando la lámpara sobre la mesita.

— Yo también duermo desnudo.

Me evaluó, abochornada.

No me estaba pareciendo una cortesana.

— Déjese de bromas y salga ahora mismo de aquí.

Desaté mi albornoz y lo abrí.

— Para que deje de fingir vergüenza, mire, yo también estoy desnudo — Bromeé y se quedó con los ojos abiertos de par en par.

Observó mi pecho, mi abdomen y mi miembro, sobresalía endurecido.

Se cubrió la boca.

— ¿Por qué parece tan impresionada? — Sonreí y observó mi rostro — Voy a sentirme muy orgulloso de mi mismo.

Si siguiera siendo un obeso nunca me hubiera desnudo ante una mujer.

— Salga ya — Tiró de la manta y se cubrió con timidez.

— ¿No le gusta lo que ve? — Abrí más la bata.

Cerró sus ojos unos segundos — Lord Leandro Mercier se está tomando demasiado atrevimiento conmigo.

— Solo quería mostrarle lo que provoca en mí — Me tomé la dureza y apartó la mirada.

— Basta...

— Oh, vamos, no finja.

Se trepó en la cama sin dejar de cubrirse.

— Voy a dormir, márchese.

— ¿Por qué me hace esto y luego me corre con esa frialdad? — Protesté.

— ¿Hacerle qué? — Parecía no entender.

— Me provoca, me muestra su desnudez a propósito y luego...

— No fue a propósito, yo... Olvidé que estaba desnuda — Se quedó callada y observó mi cuerpo.

No comprendí.

— ¿Me está dando acceso a su cama para qué? — Estaba realmente confundido.

— ¿Darle acceso? Usted entró aquí y...

— No... Yo... — Tenía que estar jugando conmigo — ¿No vamos a intimar?

— Debe estar loco — Parecía indignada.

— No comprendo, si me permitió ver su cuerpo, supuse que me dejaría tocarla.

Observó mi rostro — Ya le dije que no fue con intención, además, solo nos hemos besado.

— No le creo que haya sido sin culpa, usted está jugando.

— No estoy jugando.

Apreté mi mandíbula — ¿Por qué actúa como si no tuviera experiencia en esto? Si sigue provocándome de esta forma... — Guardé silencio, mejor debería marcharme antes de saltar sobre ella — No necesita fingir ser inocente.

— Dijo que hablaríamos, el hecho de que nos besaramos no significa que vamos a intimar... Hay que dejar cosas claras — Dijo, relajándose un poco.

— Oh, es eso — Le dí mi palabra — Usted está decidida a marcharse.

— No voy a marcharme — Me interrumpió y mi corazón saltó — Necesito el trabajo.

Me sentí tan emocionado por dentro.

— Hablaremos de esto cuando aclare.

No iba a quedarme más tiempo, estaba por empezar a tocarla.

Caminé hacia la puerta y me marché.

...****************...

— Buenos días — Dijo Liseth al entrar en el comedor.

Me erguí, observando su caminar y la forma en que tomó asiento, llevaba el cabello recogido en la parte de arriba, dejando suelto el resto sobre sus hombros y espalda.

Parecía solo tener dos vestidos y eso me preocupó.

Llevaba el de color crema con mangas hasta los codos.

— Buenos días, Liseth — Mi madre le respondió.

— Buenos días — Dije, recordando como hablar.

Tuve que darle varias sacudidas a mi amigo por su causa, la muy pícara me estaba enloqueciendo al propósito.

No podía dejar de recordar su cuerpo desnudo.

Quería tocarla, besarla, probarla.

Jamás estuve tan deseoso con una mujer.

— Le escribí una carta a Sebastian — Dijo mi madre, picando un trozo de su panqueque — Conté como te ha estado yendo.

— He olvidado escribirle, le mandaré una carta también — Dije, después de masticar.

— Es entendible, ambos son tan responsables y ocupados.

— Quiero que me visiten, Chester también, no conozco a mi sobrino Magnus, que no pretenda dejarme de lado, yo seré su tío favorito — Gruñí y mi madre soltó una risa.

— Ya me imagino tus discusiones con él.

Liseth estaba concentrada en comer, fruncí el ceño al ver un pequeño rasguño en su brazo.

— ¿Qué le sucedió? — Pregunté y me observó ida — Su brazo tiene un rasguño.

Lo observó — Ooh, fueron las tijeras.

— El apuro solo hace desastre, no te sobre esfuerces — Le aconsejó mi madre.

— No lo haré, fue un accidente.

El mayordomo entró.

— Mi lord...

Fue interrumpido ante la presencia del duque, quien entró como perro por su casa al comedor.

— Su Excelencia, al menos espere ser anunciado — Dije, sin molestarme en levantarme, mi madre lo evaluó desconfiada, Liseth se quedó observando sin ninguna expresión.

— ¡No me tomaría esas molestias con un maldito criminal! — Gruñó, echando chispas, completamente furioso.

— ¿Qué rayos está diciendo? — Siseé ¿A caso había descubierto que yo era un asesino? No, era imposible, si eso sucedía el duque si me tendría en sus manos.

— ¡No se haga el maldito ignorante!

Me levanté del golpe — ¡No pretenda venir a mi propia casa acá a faltarme el respeto!

— ¡Pensé que era un caballero digno!

Mi madre levantó — ¡Infeliz, no abuse de su poder y su título, no tiene derecho!

— ¡Cállese doña, no sea alcahueta!

— ¡A mí me respeta! — Gritó mi madre.

— ¿Qué rayos se cree? ¿De qué intenta acusarme? — Exigí, con postura firme.

— ¡Una de mis tiendas se quemó y estoy seguro de que usted fue el causante de ese desastre! — Me señaló con dedo.

Liseth se tensó.

— ¡Se equivoca, jamás usaría tan infames métodos, yo no he causado ese accidente!

— ¡Es el principal sospechoso, me enteré que estuvo rondando por mis tiendas el día de ayer y precisamente en la noche pasa esto, usted a atentado contra mi propiedad y eso lo pagará caro! — Gritó, apretando los puños.

— ¡No le voy a negar que estuve entre sus tiendas, pero jamás me pasó por la mente hacer algo tan bajo y vil, sus acusaciones son sin fundamentos!

— ¡Había una vela encendida en mi tienda y jamás permito ni una misera chispa de fuego cerca de mis telas, usted a de haber entrado en la noche a incendiarlo!

— ¡El león juzga por su condición! — Siseó mi madre y el duque le lanzó una mirada fulminante — ¡Usted tuvo la osadía de entrar a la empresa de mi hijo para tratar de quitarle trabajadores, eso es demasiado deshonesto, ahora acusa mi hijo sin pruebas, esto a mí parecer es una engorrosa trampa!

— Mujer ¿Pretende acusarme a mí de qué he prendido fuego a mi propia tienda para culpar a este mocoso? — Escupió con furia.

Mi madre se encogió de hombros — Sus métodos son bastante curiosos.

— ¡Cállese, este lord de pacotilla no es nada, no me tomaría las molestias de arruinar mi propio negocio solo para culparlo, estoy casi seguro de que ha sido él, también me faltan piezas y piedras preciosas, los cofres resistieron al incendio, así que también es un ladrón!

— ¡No tiene pruebas de ello! — Gruñí, sosteniendo su mirada — ¡Así que no se atreva a acusarme!

Resopló — ¡Con su apellido tan manchado, su palabra es de dudar, esto no se quedara así, conseguiré las pruebas para hundirlo, usted puede terminar en un apestoso calabozo por su crimen!

— ¡Adelante, no le temo a sus palabras, no tengo culpa que saldar!

— ¡Esto es la guerra! — Me amanezó, saliendo de forma furiosa del comedor.

El duque tenía otros enemigos, no iba a pagar por algo que no había hecho.

Liseth me observó, parecía alterada.

— No debes permitir que te ataque sin bases — Dijo mi madre, muy furiosa — Va a atentar contra tus negocios.

— No soy culpable de esto, solo salvajes desesperados harían algo como eso, me gusta optar por la competencia sana, jamás me metería con propiedades.

— Lo sé, hijo, pero con el duque furioso, ya no podrás actuar sanamente.

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Comments

Olga Ortiz

Olga Ortiz

creo que a Leandro le va tocar pedir ayuda a su hermano y también le va tocar buscar ayuda con Dorian y compañía, ojalá, ya quiero ver sus andanzas y como lo pueden ayudar

2025-03-24

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Blacina Calvo Fernández

Blacina Calvo Fernández

Creo a la señora Celia, osea la mamá de Leandro es la que tomará la decisión de buscar ayuda para enfrentar al tal duque. Muchísimas gracias Autora por su historia, es buenísima. Bendiciones.

2025-03-24

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Yise

Yise

Ohh por Dios q exquisitessssss uffff ahora siiiii me da por la bandaaaaaa/Joyful//Joyful//Joyful//Joyful//Joyful//Joyful//Drool//Drool//Drool//Drool//Drool//Smirk//Smirk/

2025-03-24

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