13. Sus ojos reflejan horror.

POV. Brenda.

Hace doce años comencé a ver a Gerónimo como hombre.

Ya no era solo el amigo de la familia o el socio político de mi padre… Para mí, era el hombre que quería sentir bajo mi cuerpo, acariciando y recorriendo cada rincón de mi piel.

¿Qué mujer no delira con ese porte, esa elegancia… esos ojos… esos labios y, en especial… esos músculos?

Desde ese día en que mis hormonas comenzaron a revolotear por él, me dije:

"Brenda, ese hombre será tuyo. Cueste lo que cueste."

Siempre que él iba a casa o compartíamos algún viaje en familia, trataba de llamar su atención. Vestía con prendas bastante insinuadoras, pero parecía ser invisible.

Mis deseos por él crecían cada día más. Me volví una acosadora… hasta que mi madre me descubrió. ¿O solo confirmó sus sospechas?

Flashback – Diez años atrás.

El aroma a pavo asado y especias llenaba la enorme hacienda de papá. Las risas y el murmullo de las conversaciones envolvían la sala, pero yo solo podía concentrarme en él. En su voz, en su presencia... en su cercanía.

La amistad de mis padres con Gerónimo y la bruja de su futura exmujer era muy fuerte.

Últimamente, mamá me miraba raro. A veces fruncía el ceño cuando pasaba junto a ella, como si quisiera decir algo pero se lo guardara.

Me tenía cansada con sus preguntas sobre qué hacía, a dónde iba, por qué usaba ropa tan pequeña.

—Brenda, aún eres muy joven para maquillarte tanto. Deberías enfocarte en cosas más importantes —dijo mamá, mientras alisaba el mantel de la mesa sin mirarme.

Finjo que no la escucho y continúo aplicándome el labial.

La cena transcurre con las mismas aburridas conversaciones de siempre sobre política.

—Mi amor, necesito una ducha urgente. El calor me tiene sofocado —le susurra mi dios griego a esa bruja vieja que no lo suelta un segundo.

Estoy cerca de él, así que alcanzo a escuchar.

—Ve, mi amor. Mientras tanto, yo le ayudo a San a levantar la mesa y preparar el té —responde ella, dándole un pequeño beso.

Mi ceño se frunce y aprieto mis puños con fuerza bajo la mesa.

Cada vez que la desgraciada esa posa sus labios en los de mi hombre, siento que toca algo que me pertenece. Me repugna verla aferrarse a él como si fuera suyo…

No lo es.

Al menos no por mucho tiempo.

Él se va y yo busco una excusa para seguirlo.

—Papi, voy por mi teléfono. Mi prima Azu quedó de llamar y lo olvidé en mi habitación.

—Ve, princesa —me autoriza papá.

—Arnold, Brenda debe ayudarnos a levantar la mesa —refuta mamá, molesta, lanzándome una mirada de desaprobación.

La ignoro y miro a papá haciendo un puchero.

—Deja que vaya y revise su celular. Ella no va a tardar. Mientras regresa, yo les ayudo.

—Te amo, papi —digo, dándole un beso y un abrazo.

Salgo corriendo antes de que mamá lo convenza de lo contrario.

Al salir del comedor, siento su mirada en mi espalda.

Otra vez ese maldito presentimiento.

Mamá siempre ha sido metiche. Pero últimamente, parece que me observa más de la cuenta.

Anoche, cuando fui a mi cuarto, juraría que alguien estaba al otro lado de la puerta. No escuché pasos alejándose, pero sentí una presencia.

No importa.

Me dirijo directamente a la habitación de Gerónimo.

Toco suavemente para saber si está en la recámara o si ya ingresó a la ducha. Al no escuchar respuesta, asumo que está bañándose.

Al entrar a la habitación, escucho el agua de la regadera. Observo su ropa acomodada sobre la cama y la tomo. Comienzo a olerla. Huele a él.

El vapor comienza a filtrarse por la rendija de la puerta del baño, y con él, la imagen que mi mente construye.

El solo imaginarlo desnudo hace que un calor abrasador recorra mi piel. Mis piernas tiemblan ligeramente y mi respiración se acelera. Es un deseo urgente, imposible de ignorar.

Me acerco sin perder tiempo al cuarto de baño y abro la puerta sigilosamente. Él está bajo el agua.

—Dios, qué hombre más sexy —murmuro entre dientes.

No lo soporto más. Subo mi falda, corro mis bragas hacia un lado y deslizo mis dedos entre mis piernas, tocando mis pliegues, imaginando que son los suyos.

El ritmo de mis caricias se intensifica a medida que lo observo. Mis pezones se endurecen. Muerdo mis labios, conteniendo mis gemidos.

Estoy tan absorta en él, en su cuerpo, en mi deseo… que no escucho los pasos acercándose.

Una mano firme me agarra del brazo.

Mamá está frente a mí.

Sus ojos reflejan horror. Me mira como si fuera un monstruo. Aprieta con fuerza mi brazo y me arrastra fuera de la habitación, llevándome a mi recámara.

—¿¡Qué te pasa!? ¿¡Has perdido la cabeza!? —grita exaltada, lanzándome sobre la cama.

—Yo lo amo. Él debe ser mío —replico con desesperación.

Ella abre los ojos como platos, sorprendida.

—Definitivamente estás mal de la cabeza… Gerónimo es un hombre mayor, que podría ser tu padre.

—Pero no lo es.

Me toma de los hombros con firmeza, obligándome a mirarla.

—Él nunca se fijaría en una niña como tú… Gerónimo ama a Marla. Métete eso en la cabeza —dice, martillando con sus dedos sobre mi sien.

Pero ella no entiende que este amor me devora.

—Yo soy su futuro. Soy juventud, deseo, pasion. Marla… ella solo es su pasado. Algo viejo y obsoleto.

Mamá levanta su mano, lista para abofetearme, pero soy más rápida y la detengo en el aire.

Eso la enfurece aún más.

—Voy a hablar con tu padre ahora mismo —dice con furia, girándose hacia la puerta.

No puedo permitirlo.

La sigo apresurada mientras baja las escaleras.

Mamá sigue gritando, su voz perfora mis oídos.

Mis pensamientos se nublan.

No. No puede.

Mis manos se extienden y la empujo.

Por un segundo, veo la incredulidad en su rostro. Luego, el vacío la engulle.

El grito ahogado de mi madre se mezcla con el sonido de su cuerpo golpeando contra cada escalón. Rueda sin control, chocando con fuerza, hasta que su silueta se detiene al final de la escalera.

El rojo de su sangre se esparce rápidamente alrededor de su cabeza inmóvil.

Me quedo ahí, estática, incapaz de moverme.

Los latidos de mi corazón resuenan en mis oídos.

No se mueve. No respira.

Mi pecho sube y baja descontrolado.

Siento… algo.

No sé qué es.

Miedo. Alivio.

O tal vez…

Poder.

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Comments

Ninoska Puertas

Ninoska Puertas

Brenda está totalmente obsesionada con Gerónimo, lleva 12 años deseando tenerlo en su cama, esa obsesión la está haciendo cometer muchas locuras sin pensar bien las consecuencias de sus actos. Es tanta la obsesión que tiene por Gerónimo que no le importó matar a su madre que pretendía hablar con su esposo para que le diera un parado a la obsesión de Brenda.
Brenda al ver que su madre quería evitar que ella siguiera con su obsesión prefirió asesinarla, demostrando que ella será capaz de todo para conseguir que Gerónimo sea de ella.

2025-03-17

3

Ninoska Puertas

Ninoska Puertas

Brenda eres la peor persona en el mundo, mira que asesinar a tu madre, por el simple hecho de que descubriera la obsesión que tienes con Gerónimo y para impedir que tú padre se enterará. Qué clase de hija eres, si fuiste capaz de matar a tu madre, eres capaz de todo.
Pobre Gerónimo, no sabe que tiene a una psicópata detrás de él.

2025-03-17

4

Tere Roque 🇨🇺

Tere Roque 🇨🇺

uffffffffffff la única desgraciada y estúpida éres tú zorripilanta y trepadora xq ella es su mujer en cuerpo y alma y tú sólo éres 1 askerosa trepadora y manipuladora k kieres lo k noooooooo te pertenece níííííííííííííííí te PERTENECERÁN JAMÁS ❌️ DE LOS JAMASES VÍBORA Y SERPIENTE 🐍 CASCABEL

2025-03-17

4

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