9. Pequeña travesura

POV Roqui.

—Dime, ¿qué tuviste que ver en que Hulk esté aquí? —me pregunta mi hombre con ese tono de abogado interrogador que usa en el juzgado y que hace que mi piel se erice.

Cierro los ojos y finjo ser una damisela frágil a la que han descubierto.

Pero él me observa con esa mirada penetrante y su rostro severo.

"Odio… no poder manipularlo."

—¡Roqui! —me llama con ese tono de voz firme y fuerte que hace que la trompa de mi elefante se estire.

Giro los ojos y suspiro; se me olvida que mi hombre es incorruptible, incluso ante mis chantajes sentimentales.

—Pues… yo lo invité. No puedo seguir haciéndome el ciego mientras veo a mi amiga sola, escabulléndose por los pasillos y derramando lágrimas en solitario.

Él sonríe, toma mi mandíbula y me da un beso en la comisura de los labios, uno que yo deseo profundizar.

—Por ese enorme corazón es que te amo, mi cupido —frunce el ceño—. Pero… no creo que Marla le vaya a perdonar la infidelidad.

—Mi amor… como estuviste en los tribunales hasta tarde, no hemos tenido tiempo de chismear y ponerte al día.

Él abre los ojos como platos mientras yo llevo a mi boca una cucharada del delicioso postre de tres leches, devorándolo como si me lo fueran A quitar.

Joniel se recuesta en la silla, relajando su cuerpo.

Yo observo a mi par de amigos. Marla está ignorando por completo a ZADDY, y eso no es justo. Así que rápidamente creo un plan en mi linda cabecita.

—Cuéntame, que si hay algo que disfruto es una deliciosa torta y un chisme calientito.

Nos carcajeamos.

—Amorcito, déjame llevarles un par de tragos a ese par —los señalo con mi pico—, mientras pienso cómo fue.

Mi abogado sexy asiente. Pido a uno de los meseros los tragos y les añado las pastillitas que había comprado para disfrutar de una noche desenfrenada con mi hombre.

—Ni modo, todo por una buena causa —susurro para mí mismo.

Busco a Charrill con la mirada. Al localizarla, me acerco con las bebidas en la mano: un cóctel de margaritas y un whisky a las rocas. Tragos muy especiales.

—Mi niña hermosa, ¿me haces un favor? —digo con mi sonrisa coqueta.

—Por supuesto, tío. Dime, ¿qué necesitas?

Sonrío.

—Llévale este par de bebidas a tus padrinos. Sé que a ti te los aceptarán, pero a mí… tu madrina está que me descuartiza.

—¿Algo le habrás hecho? —pregunta, arqueando una ceja con evidente sospecha.

Me encojo de hombros y bufo.

—Yo soy un alma de Dios… Ella es la que está entrando en la menopausia y anda enchurruscada a toda hora, como si uno tuviera la culpa de sus cambios hormonales.

Charrill sonríe.

—Ay, tío, tú no cambias… por eso te quiero.

—Más te vale —digo con tono dramático y la señalo con el dedo acusador.

Ella me mira, niega con la cabeza.

—Pásamelos, que yo me encargo… Espero que mi madrina le dé la oportunidad de hablar a mi padrino. Él es un alma de Dios y la ama tanto… —dice, y se aleja en su dirección.

Después de enviarles las copas con Charrill y no apartar la mirada hasta que llegan a su destino, regreso con mi hombre.

Me siento junto a él nuevamente.

—Dime, ¿estás seguro de que no te vas a meter en problemas? —me pregunta con el rostro serio.

Me encojo de hombros, despreocupado.

—Espero que no, pero si es así… tengo a mi lado al mejor abogado del país.

Él eleva la mirada al cielo como si suplicara paciencia.

—Mejor dame los detalles de la traición de Gerónimo.

—Déjame recordar cómo fue... —Muevo mis dedos alrededor de mis labios.

Flashback

Tomo el teléfono y llamo por videollamada a la hija de María Teresa, Charrill, a quien considero como mi sobrina.

Quiero proponerle que sea una de mis diseñadoras. Estuve viendo sus diseños y es muy talentosa. Al tercer timbre responde.

Observo su expresión, más serena y tranquila, lo que me alegra mucho.

—Hola, princesa.

—Hola, tío hermoso —dice, moviendo su mano como una chiquilla.

—¿Mi amor, tienes tiempo para hablar? ¿O te llamo más tarde?

—Tío, para ti tengo todo el tiempo del mundo. ¿Dime, qué necesitas?

—Mi amor, estuve viendo tus diseños y quiero proponerte que trabajes para mí como una de mis diseñadoras asociadas —suelto la propuesta directa y clara.

El rostro de mi pequeña se llena de lágrimas y felicidad al instante.

—¿En serio, tío? —responde incrédula.

—Por supuesto, mi amor. ¿Cuándo me has visto bromeando con algo tan serio?

—Tío, te amo… —su voz se entrecorta—. No sabes lo importante que es para mí esto.

Sus mejillas se empapan de lágrimas. Cómo desearía estar cerca para darle un súper abrazo.

—Mi amor, yo también te amo. Quiero que me envíes los diseños que tengas.

—Claro. Ya mismo me pongo a organizarlos y te los envío por correo.

De pronto, escucho la voz de ZADDY.

—¿Qué tienes, princesa? ¿Por qué lloras?

Ella seca su carita.

—Mi tío Roqui me acaba de dar una oportunidad de ensueño —responde.

Observo que Hulk está a su lado y la abraza.

—Me alegra mucho. Felicitaciones, princesa. Te lo mereces.

—Gracias, padrino.

—¿Me podrías dejar hablar con tu tío?

—Por supuesto. Toma, mientras yo me doy una ducha.

—Gracias —dice él.

Yo frunzo el ceño y me cruzo de brazos, mientras respiro fuerte.

—Yo no quiero hablar con un perro traidor que le rompió el corazón a mi amiga —digo con firmeza, a punto de cortar la videollamada.

Él levanta las manos y en sus ojos veo una inmensa tristeza.

—Por favor, Roqui, escúchame.

Ruedo los ojos. Estoy temblando de la rabia de ver a este desgraciado.

—¿Qué me vas a decir? ¿Que un culo y unas tetas de silicona te hacen sentir más hombre? —finjo pensar y llevo mis manos a la mandíbula—. Ya sé… ¿Que simplemente estabas pasando por una puta crisis existencial, ella se te ofreció y tú no tuviste las pelotas suficientes para decir que no?

Mi tono de voz se eleva. Estoy que lo mato. Y si lo tuviera aquí, me importaría un carajo mi manicura; le daría unas buenas trompadas.

Por traidor.

Por infiel.

Por poco hombre.

—Roqui, cálmate. Te voy a enviar unos archivos, revísalos y luego me llamas. Mi número cambió por ciertas razones, pero sigue siendo el mismo al que no has querido contestar.

—Espero que valgan la pena, porque siento que la vesícula está a punto de explotarme —corto la llamada, no sin antes mirarlo con odio.

—¿Quién se cree este idiota? Traiciona a mi casi hermana y ahora quiere que lo escuche.

Refunfuño entre dientes.

—¡Malditos hombres infieles! No saben tener su p£ne dentro de los pantalones.

Mi teléfono suena con una notificación. Seguro es de ese bastardø.

Con la furia ardiendo en cada rincón de mi cuerpo y las manos temblando de ira, tomo el teléfono y abro el archivo.

Reviso cada cosa minuciosamente. Escucho los audios... veo las fotos... y de pronto, mi mandíbula casi toca el suelo.

—¡Mierda! ZADDY no era el traidor… ¡Le tendieron una trampa!

Tomo el teléfono entre las manos lleno de furia.

—¡Maldita perra, asquerosa, pulgienta! ¿Cómo fue capaz de dañar la relación de mis amigos? —grito con más furia que antes.

"No la conozco, pero la odio."

Después de revisar cada prueba, llamo a Gerónimo. Me siento como un perro con la cola entre las patas, arrepentido de cómo lo traté.

Suspiro y, tragándome el orgullo, me coloco a su disposición.

—Hulk… ¿me perdonas?

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