La gran prueba mensual
La Academia de Magia Farger brillaba con la luz de las pantallas holográficas que decoraban sus pasillos. Era fin de mes, lo que significaba que todos los estudiantes debían presentar la Gran Prueba de Conocimientos, un examen diseñado para medir tanto su intelecto como su control mágico.
La presión era enorme, no solo por la dificultad del examen, sino porque los resultados se transmitían en tiempo real en todas las pantallas de la ciudad. Aquellos que obtenían calificaciones bajas solían ser el blanco de burlas, mientras que los de mejores puntajes eran admirados y celebrados.
En una de las aulas más grandes de la academia, Adelin y Jelina se preparaban para comenzar. Ambas habían estudiado juntas, repasando cada fórmula, cada hechizo, cada estrategia. Sabían que debían dar lo mejor de sí.
—¿Lista? —preguntó Jelina, ajustando su tableta mágica.
—Lista —respondió Adelin con una sonrisa, aunque en su interior sentía una punzada de nervios.
El examen comenzó. Los hologramas flotaban frente a cada estudiante, mostrando preguntas complejas de magia teórica, cálculo de energía y tácticas de combate. Los alumnos trabajaban a toda velocidad, conscientes de que cada segundo contaba.
Mientras tanto, en una de las filas traseras, George Mulle y su novia, una chica omega llamada Lissette, susurraban entre ellos. Un leve resplandor rodeaba su tableta. Estaban haciendo trampa.
La trampa y la traición
Cuando los exámenes terminaron, los estudiantes salieron del aula para ver los resultados en la gigantesca pantalla central de la academia. Los nombres comenzaban a aparecer:
Jelina Schubert - 100%
Adelin Schneider - 99.8%
…
El nombre de George Mulle apareció en la posición 10, pero lo más impactante fue cuando la voz automatizada de la academia anunció:
—Se ha detectado trampa en los exámenes.
Un murmullo recorrió la multitud. Los estudiantes se miraban entre sí, intentando adivinar quiénes eran los culpables.
Fue entonces cuando George y Lissette dieron un paso al frente y señalaron a Adelin.
—¡Fue ella! —gritó George, con una falsa indignación—. Usó su magia negra para manipular los resultados.
Los cuchicheos se intensificaron.
—Tiene sentido…
—Su magia es oscura…
—Seguro manipuló el sistema…
Los ojos de Adelin se abrieron con horror.
—¡Eso no es cierto! ¡Yo jamás haría trampa! —protestó.
—¡No le crean! —intervino Lissette, con una actuación perfecta—. ¡Desde que entró a la academia han sucedido cosas raras!
Adelin sintió el pánico apoderarse de su pecho. ¿Cómo podía defenderse si todos ya la estaban señalando?
Pero antes de que pudiera reaccionar, una fuerza arrolladora explotó en el aire.
Jelina había soltado sus feromonas Alfa.
La presión en el ambiente hizo que todos los estudiantes temblaran. Algunos retrocedieron, otros sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos. Jelina se adelantó, con los ojos brillando de furia, y se interpuso entre Adelin y la multitud.
—No se atrevan a culparla sin pruebas. —Su voz de alfa resonó con un poder absoluto—. Si alguien la toca, me las verá conmigo.
Un silencio sepulcral cayó sobre el lugar. Nadie se atrevió a responder.
Los profesores llegaron de inmediato y los sacaron del salón. Adelin sintió un gran alivio, pero cuando miró a Jelina, vio en su rostro la determinación de alguien que estaba dispuesta a desafiar al mundo entero por ella.
Jelina sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. Apenas terminó la jornada, contactó a sus madres, Samara y Jana, quienes eran expertas en investigaciones mágicas y manipulaciones de datos mágicos. Juntas accedieron a los registros digitales de la academia y descubrieron lo que sospechaban: George y Lissette habían usado un hechizo ilusorio para alterar los resultados y hacer que la culpa recayera en Adelin.
Al día siguiente, en la gran sala de la academia, donde todos los estudiantes y profesores estaban reunidos para el anuncio oficial de los resultados, Jelina se adelantó con paso firme y desafiante. En sus manos sostenía un dispositivo holográfico con la prueba definitiva.
—Antes de que se emita cualquier castigo —dijo en voz alta, atrayendo todas las miradas—, quiero presentar evidencia que demuestra quiénes son los verdaderos tramposos.
Un gesto de su mano y en el aire apareció la grabación de los exámenes. Todos pudieron ver a George y Lissette intercambiando información a través de un hechizo de comunicación clandestino. Un silencio tenso cayó sobre la multitud.
—¡Eso es mentira! —gritó George, poniéndose de pie de golpe.
—¿De verdad? —Jelina arqueó una ceja y movió la mano otra vez, mostrando la firma mágica del hechizo en la pantalla—. Este patrón de energía coincide perfectamente con el tuyo, George. La academia puede comprobarlo en cualquier momento.
El director de la academia, con el ceño fruncido, asintió a los profesores encargados de la disciplina. En segundos, George y Lissette quedaron sin argumentos cuando los magos supervisores confirmaron la autenticidad de la grabación.
—Dado que la verdad ha sido revelada, revocamos la acusación contra Adelin Schneider y, en su lugar, sancionamos a George Mulle y Lissette Harper por fraude académico.
Los aplausos estallaron en la sala. En la pantalla principal, los nombres de Jelina y Adelin brillaron en lo más alto del ranking estudiantil.
Adelin miró la pantalla con incredulidad.
—Somos las mejores de la academia… —susurró, aun procesando la noticia.
Jelina le tomó la mano con una sonrisa.
—Siempre lo hemos sido. Solo necesitábamos que el mundo lo viera
La visita de los padres
Esa noche, Adelin y Jelina recibieron una carta de sus familias.
—¡Nuestros padres vendrán a visitarnos! —exclamó Jelina emocionada.
Al llegar Samara, la madre de Jelina, alzó una ceja con diversión.
—Vaya, parece que no hay mucha diferencia entre este cuarto y nuestra casa.
Jana, su esposa, cruzó los brazos y sonrió.
—Al menos ya no tenemos que preocuparnos por que se cuidan una a la otra.
Mientras tanto, Natasha y Konstantin miraban a su hija con ternura.
—Nos alegra que tengas a alguien que te cuide tanto, Adelin —dijo Natasha, acariciándole el cabello.
Jelina se cruzó de brazos, con una gran sonrisa.
—Yo siempre estaré con ella, pase lo que pase.
Había comida casera, risas y muchas fotos holográficas para recordar el momento.
Adelin, mientras comía un pastel, miró a Jelina y sintió algo extraño en su pecho. Una calidez indescriptible.
Jelina siempre estaba ahí para ella.
**
Un regalo especial
Esa noche, después de que sus padres se fueran, Adelin no podía dejar de pensar en todo lo que Jelina había hecho por ella. Desde defenderla de las mentiras de George hasta asegurarse de que nunca estuviera sola.
Decidió que era hora de agradecerle de alguna manera.
Con la ayuda de sus padres, pidió un encargo especial: un colgante con dos mitades entrelazadas, una de color blanco y otra de color negro, representando la magia de ambas.
Cuando el regalo llegó, se lo entregó a Jelina en la habitación.
—Quiero que lo tengas. Así siempre me recordarás —dijo Adelin, con una tímida sonrisa.
Jelina tomó el colgante y su expresión se suavizó.
—¿Siempre recordarte? —se rió, con una dulzura inusual—. Tonta, como si pudiera olvidarte.
Se inclinó hacia ella y le dio un beso en la frente.
—Gracias, Adelin. Te prometo que siempre llevaré esto conmigo.
La Delta sintió que su corazón latía más rápido, pero no entendía por qué. Solo sabía que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía segura.
Y con ese pensamiento, ambas se quedaron dormidas, sabiendo que juntas, podían enfrentarlo todo.
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