El Viaje a la Academia
El aerotransporte flotaba suavemente sobre la carretera elevada, deslizándose entre los rascacielos con luces de neón y los anuncios holográficos que proyectaban noticias del mundo mágico y tecnológico. Adelin permanecía en silencio, con la mirada perdida en la ventana polarizada, observando el movimiento acelerado de la ciudad.
Jelina, sentada a su lado, tomó su mano con firmeza. Sabía que su amiga estaba devastada por la reacción de la gente al ver su magia negra.
—No les hagas caso, Adelin —susurró Jelina—. No importa qué color tengas, sigues siendo la misma persona que ha estado conmigo desde siempre.
Adelin apretó los labios, pero el cálido contacto de Jelina le devolvió algo de consuelo.
Desde los asientos delanteros, Natasha Schneider y Konstantin intercambiaron miradas con Samara y Jana Schubert. Sus rostros reflejaban preocupación, pero también orgullo por sus hijas.
—Jelina tiene razón —intervino Natasha—. La magia no define quién eres, sino lo que haces con ella.
—Nosotros te amamos tal como eres —añadió Konstantin con una sonrisa serena—. Y sabemos que Jelina nunca dejará que estés sola.
—¡Por supuesto que no! —afirmó Jelina con una sonrisa radiante—. Nos prometimos estar juntas para siempre, ¿recuerdas?
Adelin finalmente sonrió un poco y asintió. Tal vez el mundo la veía como una villana, pero en ese momento, dentro del aerotransporte con su familia y su mejor amiga, se sentía querida.
La Bienvenida y el Primer Conflicto
La Academia de Magia Farger era un edificio imponente con una estructura futurista de metal y cristal. Sus pasillos estaban llenos de pantallas holográficas que mostraban horarios de clases, misiones de entrenamiento y rankings de estudiantes. Aeronaves de transporte aterrizaban en plataformas flotantes, dejando salir a jóvenes de todas las regiones.
Adelin y Jelina avanzaban por el pasillo principal, siguiendo las indicaciones digitales para dirigirse a la oficina de administración y recibir sus habitaciones. Sin embargo, no tardaron en notar las miradas de los demás estudiantes. Algunos murmuraban en voz baja, otros simplemente se apartaban de su camino.
Un grupo de niños betas se detuvo en su camino. Uno de ellos, con el uniforme impecable y una sonrisa burlona, cruzó los brazos.
—Vaya, si es la chica de la magia negra —dijo en tono burlón—. Pensé que se quedaría escondida en su casa en lugar de venir aquí a maldecirnos a todos.
Adelin bajó la mirada, pero Jelina dio un paso adelante con los ojos encendidos de furia.
—¡Cállate, imbécil! —espetó Jelina, fulminándolo con la mirada—. Si dices una palabra más sobre Adelin, juro que te haré tragar tus palabras.
Los niños se quedaron sorprendidos por su reacción, y el líder del grupo forzó una risa nerviosa.
—Tranquila, solo era una broma… —dijo, retrocediendo un paso.
—Pues no me pareció graciosa —replicó Jelina con voz firme.
Los niños optaron por alejarse, murmurando entre ellos. Adelin miró a Jelina con asombro y gratitud.
—No tenías que hacer eso —susurró Adelin.
Jelina tomó su mano con una sonrisa confiada.
—Claro que sí. Porque nadie tiene derecho a hacerte sentir menos.
Adelin sintió que su corazón se llenaba de calidez. Tal vez el mundo no la aceptaba, pero Jelina siempre estaría ahí para protegerla.
La Primera Noche en la Academia
Cuando las niñas llegaron a la habitación asignada, se dieron cuenta de que era una habitación doble… pero con un solo ocupante.
—Parece que nadie quiere compartir cuarto con la "villana" —murmuró Adelin, con una mezcla de resignación y tristeza.
Jelina bufó, cruzándose de brazos.
—¡Mejor para nosotras! Así no tendremos que soportar a nadie más.
Antes de que Adelin pudiera responder, Jelina comenzó a empujar las camas juntas hasta formar una sola. Luego, tomó las almohadas y las acomodó con entusiasmo.
—Ahí está —dijo con satisfacción—. Así dormiremos juntas, como siempre.
Adelin sintió un nudo en la garganta. A pesar de todo lo que había pasado, Jelina no cambiaba. No la miraba con miedo, ni la trataba diferente. Seguía siendo su Jelina.
Jelina la tomó de las manos y la miró con seriedad.
—Escúchame bien, Adelin. No quiero que te rindas. Si necesitas a alguien que te levante, yo lo haré. Si quieres llorar, yo seré tu pañuelo y tu hombro. Si quieres reír, reiremos juntas. Y si el mundo entero te da la espalda, yo estaré aquí, a tu lado. Nunca estarás sola. Lo prometo.
Adelin sintió lágrimas acumulándose en sus ojos. Luego, sin pensarlo, abrazó a Jelina con todas sus fuerzas.
—Gracias —susurró con la voz temblorosa—. Gracias por estar conmigo.
Jelina sonrió y correspondió el abrazo.
—Siempre, Adelin. Siempre.
Mientras las luces de la habitación se atenuaban automáticamente para la hora de dormir, las dos niñas se quedaron juntas, abrazadas, con una certeza inquebrantable: el destino podía haber escrito una tragedia para Adelin, pero Jelina estaba dispuesta a reescribirla con sus propias manos.
Una Mañana Diferente
El sol matutino iluminaba la ciudad con su resplandor dorado, reflejándose en los imponentes rascacielos de cristal y acero. La tecnología mágica y la moderna se entrelazaban en cada rincón de la academia, donde drones flotantes transmitían información y las pantallas holográficas mostraban los horarios de clases.
Adelin y Jelina decidieron saltarse el desayuno en el comedor y quedarse en su habitación.
—Nuestros padres nos compraron los mismos útiles, así que no hay problema con eso —comentó Jelina mientras revisaba su mochila.
—Sí —respondió Adelin con una leve sonrisa—. Me gusta que todo sea igual.
Salieron juntas de la habitación y caminaron por los pasillos hasta su primera clase del día. Algunas miradas curiosas y murmullos las acompañaban, pero ambas las ignoraban.
El Enfrentamiento con George
Mientras la clase transcurría, Jelina se percató de una mirada hostil dirigida hacia Adelin. George Mulle, el beta que alguna vez iba a ser su prometido, susurraba con malicia a otros compañeros.
—¿Por qué la dejan estar aquí? La magia negra es peligrosa —dijo en voz alta.
Adelin se encogió levemente, pero Jelina no pensaba dejarlo pasar. Se levantó de su asiento y caminó hacia él con paso decidido.
—Tú no decides quién está aquí y quién no —su voz era firme, pero con un tono amenazante—. Y si vuelves a molestar a Adelin, te haré arrepentirte.
Para reforzar su punto, Jelina liberó un leve destello de feromonas alfa. George, sintiendo el peso de su presencia, palideció y apartó la vista.
—No era para tanto... —murmuró antes de guardar silencio.
Adelin sintió una oleada de gratitud. Jelina no solo la defendía con palabras, sino con su propia esencia.
Visita de los Padres
Por la tarde, un mensaje llegó a sus dispositivos holográficos. Era una carta de sus padres anunciando su visita.
—¡Vendrán! —exclamó Jelina con alegría—. Tenemos que ordenar un poco.
Cuando sus padres entraron a la habitación, lo primero que notaron fue la modificación del espacio: las camas estaban unidas, sus ropas estaban en el mismo armario y había un ambiente cálido y acogedor en el cuarto.
Natasha levantó una ceja con una sonrisa divertida.
—Veo que han personalizado su espacio.
—Nos gusta así —dijo Jelina con naturalidad.
Los padres compartieron miradas cómplices. Samara cruzó los brazos y sonrió.
—Nos alegra verlas tan unidas.
Pasaron la tarde juntos, compartiendo un picnic en los jardines de la academia, riendo y disfrutando la compañía. La energía entre ellos era tan natural como siempre.
Reflexiones en el Camino a Casa
De regreso en su aerotransporte, los adultos charlaban relajados.
—¿Notaste que Jelina impregnó a Adelin con sus feromonas? —preguntó Jana con una sonrisa divertida.
—Por supuesto —respondió Konstantin—. Es su manera de protegerla.
Natasha suspiró con ternura.
—Espero que sigan así por muchos años.
—Tal vez, incluso, se conviertan en algo más... —dijo Samara con un brillo travieso en los ojos.
Todos rieron, dejando que el aerotransporte los llevara de vuelta a casa con el corazón tranquilo, sabiendo que sus hijas tenían un lazo inquebrantable.
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