Julia se sentía como un barco a la deriva en medio de una tormenta interminable. Estaba sentada en el despacho de su padre, con los ojos fijos en el sobre marrón que él había colocado frente a ella. Lo reconoció al instante, y el dolor en su pecho fue como una punzada. Ese sobre contenía los documentos que acreditaban su herencia, pero no era dinero lo que resguardaban, sino algo mucho más valioso: los recuerdos de su madre. Su diario, las cartas que solía escribirle y las fotos que Julia atesoraba con todo su ser.
—O vas a esa cita, o todo esto desaparecerá, Julia. No me obligues a hacerlo —dijo su padre con una frialdad que helaba los huesos. Estaba de pie, mirando por la ventana como si la amenaza que acababa de lanzar no tuviera peso alguno.
Julia sintió que la ira le ardía en el pecho, pero estaba paralizada. Sabía que él era capaz de cumplir con su amenaza. Ya lo había hecho antes. La manera en que la manipulaba era meticulosa, cruel, y esta vez había tocado la herida más profunda que ella tenía. Su madre.
—¿Cómo puedes usar algo tan importante contra mí? —murmuró Julia con la voz rota. Las lágrimas amenazaban con desbordarse, pero no le daría esa satisfacción.
—Porque no me dejas otra opción. Eres una mujer terca y desobediente, Julia. No soy yo quien está destruyendo los recuerdos de tu madre; eres tú al rechazar esta oportunidad —respondió él sin mirarla, con esa voz implacable que tanto odiaba.
Julia apretó los puños, sintiéndose atrapada. No había forma de salir de esto sin perder algo que amaba. Finalmente, tragándose su orgullo, asintió con un movimiento breve de la cabeza.
—Iré. Pero esto no significa que te perdone —dijo, intentando mantener la poca dignidad que le quedaba.
La cita estaba programada en un restaurante exclusivo. Julia llegó con el corazón pesado, sintiéndose como una prisionera rumbo a su ejecución. El hombre que la esperaba era elegante, pero había algo en su mirada que le puso los nervios de punta desde el principio. No le gustaba, pero estaba decidida a cumplir con su parte para recuperar lo que era suyo.
—Es un placer conocerte, Julia. —El hombre le sonrió de una manera que intentaba parecer encantadora, pero solo consiguió incomodarla más.
Julia apenas respondió, limitándose a asentir mientras el hombre hablaba de sí mismo. Su atención estaba en otro lugar, en las miradas furtivas que sentía a su alrededor, como si algo no estuviera bien.
—Bebe algo. Relájate —dijo el hombre, señalando la copa frente a ella. Julia no quería hacerlo, pero sabía que si no cumplía con las expectativas, su padre podría usarlo en su contra. A regañadientes, dio un sorbo.
El sabor era amargo, pero no le dio importancia. Sin embargo, poco a poco comenzó a sentirse mareada, como si el mundo empezara a desdibujarse a su alrededor. Las palabras del hombre se volvían distantes, irreales, y su visión se nublaba.
—¿Qué… qué está pasando? —logró murmurar, antes de que el pánico comenzara a instalarse en su pecho.
—Tranquila, querida. Solo será un momento —respondió el hombre con una sonrisa que ahora se sentía depredadora.
Antes de que pudiera reaccionar, Julia sintió cómo sus piernas cedían. La última imagen que vio fue la figura de alguien entrando al restaurante con paso decidido, una presencia que reconoció incluso en su estado confuso.
Adrián.
Cuando Julia abrió los ojos, no estaba en el restaurante. Estaba en una habitación oscura, cálida, con un aroma a madera y algo especiado que no reconocía. Tardó unos segundos en darse cuenta de que no estaba sola. Adrián estaba junto a ella, sentado en una silla cerca de la cama, mirándola con una mezcla de preocupación y enojo.
—¿Qué... qué pasó? —preguntó con la voz débil, intentando sentarse.
—Te drogaron —respondió él, su tono firme, pero cargado de una furia contenida. —No iba a dejar que algo así sucediera.
Julia sintió que su corazón se aceleraba. Los recuerdos de lo que había sucedido empezaban a regresar, y con ellos, la vergüenza y la ira.
—No necesito que me salves, Adrián. Puedo manejarme sola —dijo, intentando levantarse, pero su cuerpo todavía estaba débil.
—¿Ah, sí? ¿Eso incluye terminar inconsciente en una cita organizada por tu propio padre? —respondió Adrián, cruzándose de brazos. Había un brillo en sus ojos que mostraba cuánto le preocupaba.
Julia no tenía respuesta para eso. En lugar de discutir, apartó la mirada y se levantó de la cama, tambaleándose un poco. Adrián se acercó para ayudarla, pero ella lo rechazó con un movimiento brusco.
—Gracias por ayudarme, pero puedo irme sola —dijo, su tono frío.
Adrián no dijo nada, pero la siguió mientras ella salía de la habitación. Sin embargo, antes de que pudiera avanzar demasiado, se cruzó con un hombre alto, de cabello rubio y ojos claros, con una cicatriz que le atravesaba la mejilla izquierda. Su porte era imponente, como si estuviera acostumbrado a comandar.
—Viktor —dijo Adrián, señalando al hombre para que le dejara espacio.
Julia lo miró con curiosidad. Había algo en él que le resultaba inquietante, pero también intrigante. Sus ojos eran fríos, pero parecían analizarla con detalle.
—Así que esta es la mujer que te hace perder la cabeza —dijo Viktor, dirigiéndose a Adrián con una media sonrisa. Luego miró a Julia. —Mucho gusto. Soy Viktor. No tienes que preocuparte; estás a salvo ahora.
Julia no respondió, pero sintió una punzada de irritación al notar cómo hablaban de ella como si no estuviera presente. Decidió ignorarlos y se dirigió hacia la salida, decidida a alejarse de todo esto. Sin embargo, la voz de Adrián la detuvo.
—Julia, si crees que puedes confiar en tu padre después de esto, estás equivocada. Él no te está protegiendo. Solo te está usando.
Julia se giró para enfrentarlo, su mirada llena de rabia.
—No necesito tus advertencias, Adrián. Esta es mi vida, y no pienso dejar que tú ni nadie más me diga cómo vivirla.
Sin esperar una respuesta, salió de la casa, dejando a Adrián y a Viktor mirándola mientras se alejaba. Sin embargo, en su interior, sabía que sus palabras no eran del todo ciertas. Algo estaba cambiando, y por mucho que intentara resistirse, no podía negar que Adrián había hecho más por ella esa noche que cualquier otra persona en su vida.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 36 Episodes
Comments
Butterfly
tanto drama manipulación solo unos diarios y fotos? Dios!!! mi madre murió hace ya tanto y no necesito nada material para tenerla en mi corazón y mis recuerdos, se aferran a cosas terrenales y la vida es efímera.
2025-01-18
0
Olga Nempeque
que niña tan terca , Adrián te puede ayudar piensa no siempre podemos hacer las cosas solos, aveces necesitamos de otros para salir adelante
2025-01-19
0
Nini Marin
el padre se deja manipular por las mujeres que tiene a su lado y no le importa su hija solo la vida que tiene en la actualidad
2025-01-03
0