Era septiembre, un mes que Junior había estado esperando con ansias, ya que en este mes una de sus dos primas favoritas iba a cumplir quince años. Esa prima era Nicole Dayana, a quien él quería con todo su corazón. Junior se ofreció para ser uno de los bailarines del vals junto a Ome y otros primos. No solo bailaría con Nicole, sino también con Daniela, ya que la madre de Nicole organizó un baile en el que participarían ocho bailarines, cada uno acompañado por una mujer que significaba mucho para ella. Cuando llegara el momento, Junior bailaría con Daniela, lo que lo emocionaba y lo ponía nervioso a la vez.
Faltando dos días para la fiesta, la madre de Nicole le envió a Junior su traje en un paquete, acompañado de una pequeña nota que decía:
Junior, hijo, no vayas a botar el corbatín, no ensucies la camisa ni el pantalón. Los converse tampoco, y ten cuidado con los tirantes; son muy delicados. No se te olvide peluquearte, estás muy mechudo y debes presentarte bien.
Tía Pilar.
Al abrir el paquete, Junior quedó sorprendido por lo que encontró: un pantalón café con tirantes, un corbatín rosado, una camisa de manga larga blanca y unos zapatos converse blancos. Lo único que realmente le gustaba eran los zapatos; el resto del atuendo no era de su agrado. Nunca había usado una camisa larga y siempre le habían parecido feos los pantalones con tirantes. Menos le gustaba el corbatín, y mucho menos si era de color rosado. Sin embargo, entendía que se trataba de su prima, así que aceptó el desafío.
Un día antes de la fiesta, se fue a la peluquería. Aunque le gustaba tener el cabello un poco largo, a sus padres no les agradaba esa apariencia. En la peluquería, le recortaron un poco la parte de arriba y, al final, se sintió listo para la celebración.
Un día después.
Llegó el tan anhelado día. Junior entrenó un poco y decidió acostarse a dormir por la tarde, algo que nunca hacía, ya que quería estar bien despierto para la fiesta, programada para las siete y media de la tarde. Se bañó, se puso el traje y, al mirarse en el espejo, se dio cuenta de que se veía bien, aunque el corbatín seguía sin gustarle. Mientras esperaba a su hermana y a su mamá, que se habían ido al salón de belleza, se sentó en una silla y comenzó a revisar su celular. Fue entonces cuando vio un aviso en Facebook que decía:
Última hora: el Señor Luz acaba de desaparecer. Las autoridades están intentando localizarlo lo más rápido posible. Lo único que se sabe es que estaba en su casa, y lo único que encontramos fue un bazo roto. Otros testigos informan que estaba construyendo algo. Ojalá lo encuentren pronto.
Junior se sintió extraño al leer que un héroe tan conocido y poderoso había desaparecido. Mientras seguía revisando su celular, decidió entrar a TikTok. Se entretuvo viendo bailes de sus amigos y amigas. En ese momento, recibió un mensaje de Figueroa, quien le avisó que llegaría tarde a la fiesta. Poco después, un dron apareció, dejándole una carta. Junior la recogió y, al abrirla, leyó con creciente inquietud:
Eres un chico muy molesto. Ya me enteré de lo que hiciste con mi sicario, y me la vas a pagar. Ahora iré por ti y te voy a matar. No me importa tener problemas legales, lo haré sí o sí. Y aquel que se interponga, le ocasionaré mucho dolor. ¡Jajajaja!
Junior sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al terminar de leer la carta. La posibilidad de que lo que decía fuera cierto lo aterraba. Decidió que debía mantenerse alerta en todo momento, consciente de que si el autor de la carta era capaz de amenazarlo de esa manera, no dudaría en cumplir su amenaza.
Una Hora Después
Finalmente, su mamá y su hermana llegaron, y se dirigieron hacia la fiesta en auto. Junior miraba por la ventana, inquieto y asustando a su madre.
—Hijo —le dijo su mamá.
—¿Señora? —respondió Junior.
—¿Estás bien?
—Sí, madre, estoy feliz.
Su madre no parecía convencida. Salieron de la ciudad y llegaron a las afueras de Rivera. Junior se sintió un poco más tranquilo al estar lejos de la ciudad, pensando que si el asesino intentaba buscarlo, no sabría dónde estaba. Sin embargo, decidió que era mejor estar alerta y prepararse para enfrentarlo solo si era necesario. No quería arruinar la fiesta de Nicole, así que se concentró en disfrutar el evento.
Al llegar al lugar de la fiesta, Junior bajó del auto y miró a su alrededor. Al darse cuenta de que todo estaba tranquilo, se fue a hablar con sus amigos. Las amigas también llevaban converse blancos y vestían unos vestidos cortos de color rosa. Todos notaron que Junior parecía raro y le preguntaron si estaba bien, pero él no les contó nada. Después de esperar una hora, era momento de comenzar el baile del vals. Todos los bailarines, junto con sus parejas, se colocaron en sus posiciones y, cuando sonó la música, comenzó la coreografía que habían ensayado.
Nicole salió, radiante con su vestido rosa y una tiara, luciendo un peinado hermoso. Junior la vio y, al verla, se sintió más calmado. El baile comenzó con Nicole, quien primero bailó con su papá durante un par de minutos. Luego, fue el turno de los chicos, quienes bailarían cuando llegaran los tíos de Nicole, que ya estaban presentes, junto con los abuelos. Finalmente, comenzaron a bailar. Junior se emparejó con Daniela y Ome con Karoth, bailando hasta que les tocara la quinceañera.
—¿Estás bien? —le preguntó Daniela, mirándolo con preocupación.
—Sí —respondió Junior, evitando su mirada.
Mientras bailaban, Junior trató de no mirarla a los ojos, temiendo que ella pudiera descubrir la verdad detrás de su ansiedad, lo que no pasó desapercibido para Daniela. Les tocó el turno a los bailarines; el primero fue Juan José Ramírez, de estatura mediana, que le llegaba a Junior al hombro, con cabello negro como el de Nicole y una personalidad muy simpática. Bailó con Nicole durante un minuto. El segundo era Thomas Armando Vargas, también de estatura similar a la de Juan José, pero con cabello rubio. El tercero era Simón Ramírez, que tenía la misma estatura que Nicole y también lucía cabello negro. El cuarto en bailar fue Junior, quien, mientras giraba con Nicole, miraba a su alrededor y le dio un beso en la mejilla antes de pasársela a Ome, el quinto en la fila, quien se llevó a Karoth.
El sexto bailarín fue Yilmer Ramírez Vargas, que tenía la misma altura que Junior y también lucía cabello negro, y el séptimo era Pipe Ramírez, también del mismo tamaño, pero más delgado. Por último, Matías Ramírez Vargas, de la estatura de Daniela, aunque más delgado, se unió al baile. La música continuó, y Nicole volvió a bailar con su papá durante un buen rato hasta que el baile finalizó. Todos hicieron una reverencia y se prepararon para las palabras del brindis. Sin embargo, Junior aprovechó la oportunidad y se escapó del grupo.
Al darse cuenta de que Daniela lo seguía, se asustó, pero logró perderla de vista al volar y recorrer los alrededores del salón social, buscando alguna señal del asesino. Cuando regresó, se dio cuenta de que el brindis estaba a punto de comenzar. Al bajar las escaleras, se encontró de frente con Daniela, quien lo miró enfadada.
—¿Qué te pasa? —le pregunto Daniela.
—No, nada —respondió Junior, esquivando su mirada.
—Me estás mintiendo. ¡Mírame a los ojos!
—Esto no, como crees —dijo, sintiendo la presión de su mirada. Estaba a punto de mirarla, pero entonces escuchó el anuncio del brindis.
—Ah, ya es el brindis. Vamos —dijo, tratando de cambiar de tema.
Junior se fue y, por un milagro, logró salvarse. Cogió una copa para el brindis, y todos se prepararon para levantarla. Se propuso no tomar alcohol para estar alerta, pero cuando comenzó la parranda, no pudo resistir la tentación. Bailó con todas las chicas de la fiesta, disfrutando especialmente con Nicole. Sin embargo, rompió su promesa y tomó aguardiente y whisky hasta emborracharse. Continuó bailando, pero pronto alcanzó su límite. Nicole y Ome, al ver su estado, decidieron llevarlo a acostar.
—¿Por qué tomaste de esa manera? —preguntó Nicole, mirando preocupado.
—No sé —respondió Ome, frunciendo el ceño.
—Yo lo veo un poco raro —dijo Daniela, observando a Junior.
—Sí —confirmó Thomas, también inquieto.
—Junior, ¿estás bien? ¿Por qué tomaste así? —insistió Nicole
—Yo estoy bien. Tomé así porque mi primita hermosa cumplió quince años —dijo Junior, con voz entrecortada y risueña.
—Mmmmm. Mor, yo te conozco, no estás bien —dijo Nicole, mirando a Junior fijamente.
—Yo estoy bien. Amigos, los quiero mucho. Ustedes son lo mejor. Gracias por ser mis amigos. ¿Ustedes conocen a Va…? —empezó a divagar Junior.
—Mor, ¡silencio! Ya no más —interrumpió Nicole.
—¿Sí la conocen? —insistió Junior.
—Sí —respondieron todos, exasperados.
—Pues yo sí la conozco, y la conozco muy bien —dijo Junior, con una sonrisa tonta.
—¡JUAN PABLO, NO MÁS! —gritó Nicole.
—Cálmate, amorcito. Yo la conozco de pies a cabeza. ¿Y por qué la conozco? Es que fue mi novia —se pavoneó Junior, sin control.
—¡YA VAMOS A DORMIR! —dijo Nicole, tratando de calmar la situación.
—Quién diría que Saavedra era novio de Va…—comentó Daniela, riéndose.
Al día siguiente, Junior despertó con una resaca terrible, sin recordar lo que había pasado la noche anterior. Al levantarse, se dio cuenta de que Karoth y Daniela también se habían quedado en la finca. Ambos lo miraban con tristeza, recordando lo que él había dicho la noche anterior. Junior se sentó y tomó un poco de caldo, intentando recuperar fuerzas.
Pasó el día y, por la tarde, todos se fueron de la finca. A pesar de las miradas curiosas que le lanzaban, Junior intentaba hacerse el desentendido. Se dirigieron a la casa de Nicole, donde iban a partir una torta en el salón social del apartamento. Isabela y Figueroa llegarían más tarde. Junior seguía haciendo como si nada hubiera pasado, cuando comenzaron a tomarse las fotos.
Cuando fue el turno de la familia de Junior, miró al cielo y se sintió feliz al ver al Señor Luz. Pensó que venía a protegerlo y respiró hondo, pero de pronto vio que el Señor Luz estiró la mano y lanzó un ataque. Una gran explosión sacudió la cancha de fútbol cercana, asustando a todos.
—¿Qué fue eso? —preguntó el padre de Nicole, mirando alarmado.
—¡NIÑOS, ESCÓNDANSE! ¡VÁYANSE! —gritó la mamá de Nicole, en pánico.
—¿Quién es? —se preguntó Nicole, mirando a su alrededor.
Nadie sabía qué había sucedido ni quién estaba causando ese caos, pero Junior sabía muy bien quién era el responsable, y eso lo llenó de terror. Al mirar, vio que el Señor Luz había sido el que atacó. Una sonrisa maquiavélica se dibujaba en su rostro, y Junior no podía creerlo: él había sido quien había enviado al sicario David y había lanzado la amenaza. Todos estaban asustados, y los ojos del Señor Luz se posaron sobre Junior. La mirada de Junior se encontró con la suya, y, aunque estaba aterrorizado, cerró los puños con fuerza, dejando salir un rayo de odio que ardía dentro de él.
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