La verdad

Nicole comenzó a hablar en voz baja, mientras miraba a su alrededor, asegurándose de que nadie más estuviera escuchando. Finalmente, dirigió su mirada a Ome y, con un suspiro, comenzó a contar el secreto de Junior.

—Ome, escucha… Junior sí la conoce —dijo Nicole, como si soltar aquellas palabras le doliera.

Ome la miró con los ojos entrecerrados, sin disimular su sorpresa.

—Lo sabía —murmuró, tratando de entender la seriedad de la confesión—. Bueno, creo que muchos lo sospechan, pero… ¿por qué él intenta esconderlo?

Nicole tomó una bocanada de aire antes de continuar.

—Porque él quiere olvidarla. Ellos… ellos fueron novios, Ome.

La reacción de Ome fue instantánea: abrió los ojos como platos y dejó escapar un leve grito.

—¿Qué? ¿En serio? ¿Saavedra y ella?

—¡Shh! ¡Baja la voz! Sí, Junior y ella fueron novios… pero terminaron —respondió Nicole, bajando la mirada.

Ome se cruzó de brazos, tratando de procesar aquella revelación.

—¿Por qué terminaron?

—Eso… no lo sé exactamente. Junior nunca me explicó los detalles. Solo sé que se querían mucho, pero algo cambió en ella. Después de despertar su poder, algo se rompió entre ellos —admitió Nicole, con una mezcla de tristeza y rabia.

—Es increíble. Esto es un secreto muy profundo… —murmuró Ome, aún sorprendido.

—Debe permanecer en secreto, Ome. Junior me lo confió y yo se lo prometí.

Ome asintió, respetando el peso de aquella promesa. Pero Nicole no pudo detenerse ahí; había algo que necesitaba sacar de su pecho, algo que había guardado por mucho tiempo.

—Te contaré un poco más. —Nicole hizo una pausa, mirando al cielo como si reviviera aquellos momentos—. Hace dos años, Junior la pasaba mal… realmente mal. Todo cambió en él cuando ella comenzó a alejarse. Estaba siempre triste, con una melancolía que le apagaba el brillo en los ojos. Solía escuchar música en sus audífonos, y muchas veces lo sorprendí llorando en silencio.

Ome la escuchaba con el ceño fruncido, sintiendo empatía por el dolor de su amigo.

—¿Cómo era antes? —preguntó en voz baja, como si temiera interrumpirla.

—Junior era la persona más alegre de la familia. Siempre estaba de buen humor, con esa sonrisa que contagiaba a todos. Pero con el tiempo, dejó de hablar y su energía fue desapareciendo. Incluso dejó de sonreír en las fotos, cosa que jamás hacía. Una vez, cuando estaba dormido, le revisé el celular —admitió con cierto remordimiento—. Vi que le dejaba mensajes a ella… mensajes que nunca respondía. Ni una llamada. Nada. Solo silencio.

Ome suspiró, imaginando el dolor de Junior en aquel entonces.

—Él pensaba que lo había dejado o que ya no le importaba —continuó Nicole, con la voz cargada de tristeza—. Ella siempre fue la única persona por la que Junior se arriesgaba. A veces, ella usaba su poder para visitarlo, pero luego dejó de hacerlo. Un día, finalmente le respondió. Le dijo que se estaba preparando para la academia de héroes en Bogotá y que necesitaba concentrarse. Solo eso.

—Eso tuvo que haberlo destrozado —dijo Ome, negando con la cabeza.

—Así fue. Le envió un último mensaje diciéndole que lo amaba, pero que estaba enfocada en su futuro y que no podía visitarlo en Navidad. Y ahí… ahí fue cuando todo terminó. Junior llegó a mi casa en su bicicleta, llorando como nunca lo había visto. Se pasó toda la tarde así, pero yo traté de animarlo.

Nicole respiró profundo, recordando cómo su primo había sufrido.

—Él me prometió que la olvidaría, que no dejaría que el dolor lo destruyera, pero… todavía le duele, Ome. Aunque ahora lo veas sonriente y bromista, no ha olvidado lo que pasó.

—Es increíble… —murmuró Ome, tocado por la historia—. Y dime, ¿ha intentado salir con alguien más? ¿Alguna chica que le guste?

—No, y eso es lo que me preocupa —admitió Nicole—. Quiero que conozca a alguien, que vuelva a enamorarse como lo hizo antes. Pero no sé si podrá hacerlo.

Ome asintió con una mezcla de comprensión y tristeza.

—Prometo no decirle a nadie, Nicole. Esto se queda entre nosotros.

—Gracias, Ome. Realmente lo necesito.

Nicole sintió una calma extraña después de compartir aquel secreto. Pero aún así, sabía que el dolor de su primo no se había disipado. Al fin y al cabo, su corazón seguía marcado por aquel primer amor y la herida que le había dejado.

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