Comienzan las clases

Era el segundo día de clases. Junior caminaba por los pasillos cuando escuchó a algunos compañeros comentar:

—Es impresionante —dijo una de once.

—¿Quién diría que eso sería posible? —bramó uno de décimo.

—¿Él debe conocer a la hermosa V...? —decía uno de noveno.

Eran palabras que resonaban en los oídos de Junior, pero él no quería que hablaran de la chica que despertó su poder a los trece años. Era un tema que prefería olvidar, aunque su nombre seguía surgiendo en conversaciones a su alrededor.

Al llegar al salón, todos le preguntaban más cosas, pero la mayoría giraba en torno a ella. Junior no quería pronunciar ni una palabra. Lo que realmente deseaba era que todos dejaran de hacer las mismas preguntas. En ese momento, el profesor Rubén llegó y ordenó:

—Al patio, muchachos.

Todos comenzaron a salir en dirección al patio. Sin embargo, justo cuando Junior iba a salir, el profesor lo detuvo.

—Joven Saavedra. Usted no. Vaya con el rector —le ordenó suavemente el profesor Rubén.

Junior movió la cabeza en señal de afirmación y se dirigió a la rectoría, sintiendo algunas miradas, especialmente la de una joven de piel clara y cabello ligeramente ondulado, que tenía una estatura similar a la de Nicole. La chica lo miraba con interés. Junior continuó caminando, intentando recordar qué había hecho para que lo mandaran a hablar con el rector. Temía que lo castigaran o, incluso, que lo expulsaran.

Al llegar a la oficina del rector, cerró el puño y respiró hondo antes de hacer una pregunta:

—¿Cuántos años tiene, joven Saavedra? —inquirió el rector.

—Dieciséis —contestó Junior.

—Sabes, este mundo es desconocido para muchos. A veces trae desgracias, sorpresas o milagros. Pero la sorpresa que tú representas, con esos cuatro poderes... no me lo creo, hijo.

—¿Qué? —preguntó Junior, confundido.

—Mira, V...

—No mencione ese nombre, por favor —interrumpió Junior, visiblemente incómodo.

—Está bien. La chica que despertó su poder a los trece años dio pruebas de su habilidad y no era una ilusión. Sin embargo, tú lo demostraste. Pero sigue sin ser creíble. Cuatro poderes... eso es imposible.

—Pero, señor, es verdad —insistió Junior.

—Mira, chico, mentir es malo, y más a mí.

El rector utilizó su poder y Junior cayó al piso. Le costaba trabajo ponerse de pie, y el rector continuó hablando:

—No has escupido sangre. Entonces, sí tienes súper fuerza. Ese es tu poder —le dijo el rector, mirando a Junior con seriedad.

—No, señor —respondió Junior con esfuerzo.

Junior empezó a generar rayos a su alrededor. El rector lo observó, intrigado, y detuvo su poder. Se acercó a Junior, reflexionando. Recordó que aquellos con el poder de la ilusión tenían los ojos que adoptaban la forma de un animal. Con un tono más conciliador, le dijo:

—Joven Saavedra. Perdón. Ahora le creo. Por favor, progresa y estaré pendiente de usted.

—Sí, señor —contestó Junior, aliviado.

—Antes de que se vaya, ¿no le gustaría hacer décimo? ¿Igual que ella?

—No, señor, gracias. Quiero empezar de cero. Quiero pasar por mi cuenta y no con ayuda de nadie.

—De acuerdo. Vaya a clase.

Junior se fue, sintiendo que una lágrima amenazaba con caer. En su mente, comenzó a murmurar:

—Siempre estarás ahí. Nunca dejaré de escuchar tu nombre. Y que me recuerden a ti. ¿Cuándo será el día en el que no escuche tu nombre? —dijo Junior, con tristeza.

Junior se dirigió al patio y notó que todos los novenos estaban allí. Vio a Ome y Nicole, que estaban solos, así que decidió hacerse a un lado de ellos. Al acercarse, Nicole notó que algo no iba bien y le preguntó:

—¿Estás bien? —inquirió Nicole, preocupada.

—Sí —respondió Junior rápidamente, tratando de ocultar su malestar.

Nicole sabía que estaba mintiendo, pero antes de poder insistir, el profesor Rubén comenzó a hablar:

—Muy bien. Veamos qué tan buenos son en combate. Tienen hasta que suene el timbre para el descanso. Solo se permiten golpes y poderes. Si salen del campo de fuerza, quedan eliminados. Formarán equipos de tres, y ganará el que quede en el campo. Si el tiempo se termina, el equipo con más participantes será el vencedor —anunció el profesor Rubén a todos.

Junior se unió a Ome y Nicole para formar su equipo. El profesor continuó:

—¡MUY BIEN! ¡COMIENCEN! —gritó.

Todos se lanzaron a la acción, acercándose entre sí para comenzar a pelear. Algunos usaban solo golpes, mientras que otros desataban sus poderes. Explosiones de tierra y fuego resonaban en el aire. Desde el tercer piso, los estudiantes de décimo y once observaban la contienda con interés.

En un rincón alejado, Karoth y Daniela se enfrentaban a uno de noveno dos. Los tres competidores poseían grandes poderes, lo que complicaba las cosas para las chicas. Karoth esquivaba como podía, pero Daniela no tuvo la misma suerte y recibió varios golpes. Finalmente, uno de los oponentes la sacó del campo.

—¡No! —gritó Karoth, viendo cómo su prima quedaba fuera.

Karoth quedó sola, y a pesar de su valentía, estaba en clara desventaja y también fue eliminada. Los tres chicos de noveno se rieron, disfrutando de su victoria. Sin embargo, la compañera de Karoth y Daniela se interpuso entre ellos, era la joven que había estado observando a Junior. Con habilidad y determinación, ella se encargó de los tres competidores, eliminándolos rápidamente.

Ahora, en noveno uno, solo quedaban tres: Nicole, Ome y la joven. El resto de los equipos se encontraba en situaciones similares. De repente, una explosión resonó en el área de Junior; era el chico gordo que había estado molestando a Daniela. Junior lo miró y le habló con tono provocador:

—Vaya, qué poco predecible eres —le dijo Junior, sonriendo desafiante.

—¡Ja! Aún no olvido lo de ayer. Me las vas a pagar —respondió el gordo, lanzando un ataque hacia Junior.

—¡Inténtalo! —replicó Junior, listo para defenderse.

La tensión crecía en el campo de batalla mientras los equipos continuaban luchando. Junior, sintiendo la adrenalina, se preparó para enfrentarse al chico gordo, convencido de que podía demostrar su valía.

El gordo se lanzó hacia Junior, intentando golpearlo, pero Junior esquivaba con rapidez cada uno de sus ataques. Nicole, observando la situación, se concentró y desató una ventisca de viento, lo que permitió que muchos de sus oponentes quedaran fuera de combate, reduciendo el número de adversarios a la mitad.

Ome, por su parte, comenzó a enfrentarse a los compañeros del gordo, quienes estaban furiosos. Junior continuaba burlándose del gordo, esquivando sus golpes con facilidad. Mientras tanto, la joven que había ayudado a Karoth observaba la pelea con admiración, pues ella estaba eliminando a muchos competidores con su agilidad y precisión.

Junior decidió que era momento de actuar. Se acercó al gordo, lo tomó de los brazos y le sonrió de manera provocativa antes de asestarle una fuerte patada en el estómago. El gordo salió volando, escupiendo sangre y quedó eliminado del campo. En ese momento, el único equipo de noveno dos se acercó a Ome, mientras que algunos de noveno tres se dirigieron hacia Nicole y Junior, pero la joven continuó en acción.

Junior, viendo a la chica, se dio cuenta de que era muy atractiva y le dijo:

—Perdona si te doy duro —le dijo, intentando ser caballeroso.

—Lo mismo digo —respondió ella con una sonrisa.

La lucha entre ellos comenzó y se convirtió en un combate cuerpo a cuerpo. Junior bloqueaba los golpes de la joven, pero se dio cuenta de que le estaba costando más de lo esperado. El profesor, observando desde el borde del campo, notó que Junior estaba teniendo dificultades. La chica, sonriendo, aprovechó un momento de descuido y logró golpear a Junior, quien cayó al suelo.

—No la vi —murmuró Junior, sintiendo el dolor del impacto.

Se levantó rápidamente, pero la chica volvió a moverse con rapidez y le propinó cuatro golpes seguidos, enviándolo nuevamente a volar. Junior se levantó, pero apenas se reponía cuando ella lo atacó de nuevo. A pesar de su esfuerzo por esquivar y bloquear, la joven logró golpearlo en varias ocasiones, dejándolo en el suelo, lastimado.

La multitud observaba con asombro, mientras algunos estudiantes decidieron mirar más la pelea. Sin embargo, una niña de décimo comenzó a grabar la intensa batalla. Junior miró a la chica y, tras analizar la situación, se dio cuenta de que ella tenía el poder de la súper velocidad, recordando que ya lo había visto en la presentación de poderes. Sin embargo, no recordaba su nombre y reflexionó:

—Ya entiendo. Por eso no puedo esquivar. Ella tiene súper velocidad. Pero no sabía que para usar mi híper movilidad tenía que observar. Si no la miro, no podré esquivar —pensó Junior, mientras se levantaba.

A pesar de sus esfuerzos, Junior movió un pie y, en menos de dos segundos, recibió otro golpe que lo hizo caer nuevamente al suelo. Los estudiantes que estaban fuera del campo miraban, y los que aún estaban dentro se detenían a observar con atención. Desde el tercer piso, la emoción en el ambiente era palpable.

Junior se levantó una vez más, pero esta vez quedó de rodillas, con sangre saliendo de su labio. La lucha se estaba volviendo intensa y sabía que tenía que pensar en una estrategia. Miró a la joven, consciente de que no podía subestimar su velocidad, y comenzó a formular un plan para superar su ventaja.

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