Llevaba horas escuchando ruidos extraños en su mente, ya ni reaccionaba, se mantenía inmóvil. Como si su alma ya estuviera alejada de su cuerpo.
Yaeko se encontraba sentada en el suelo, mientras su espalda descansaba sobre la pared de madera.
Pero…
En su mano sostenía un cuchillo muy filoso, capaz de cortar fácilmente capas de carne roja.
Yaeko
…
Pensamientos negativos se adueñaban de la pobre chica.
Hubo momentos, dónde usaba el filo del cuchillo para cortarse la garganta.
Otros, donde chocaba su cabeza contra la pared hasta agrietar el cráneo…
Ya no había vuelta atrás… ya estaba perdiendo la cordura, mientras dudaba de lo que era real y lo que no.
Mente de Yaeko
¡Cállate, cállate!
Mente de Yaeko
Hahaha zorr#
Mente de Yaeko
Solo hazlo… ¡mátate!
Yaeko lanza el cuchillo que portaba en su mano fuertemente hacía adelante, luego da un enorme grito. Como desahogo de aquellas malditas voces…
Yaeko
¡Aaaaah!
Luego de unos enormes segundos, escuchando su propia voz como eco dentro de la pequeña casa…
Yaeko se calma.
Por el momento…
Unas horas después.
2 pm
Yaeko se encontraba hablando completamente sola, mientras yacía sentada en el borde de su cama.
Pero no lo estaba… ¿verdad?
Mente de Yaeko
Me gusto mucho tu… dibujo
Yaeko
¿Si? Dibuje un lindo jarrón de flores rojas
Mente de Yaeko
Si… están muy lindas, tienes buena imaginación.
Yaeko
Te extraño madre…
La voz de su madre que sonaba gentil, se volvió escalofriante…
Mente de Yaeko
Yo también… mi amor
Mente de Yaeko
Te lo pido, ven conmigo ya…
Yaeko mostró una leve sonrisa, la cual acompañó con muecas raras.
Yaeko
Iré pronto madre
Yaeko
Así que no te preocupes, no te preocupes
Un leve pitido irritante se oía en su cuarto.
Yaeko
No quiero entrar a mi habitación
Mente de Yaeko
… ¿Porqué?
Yaeko
Hay… alguien allí…
Mente de Yaeko
¿Qué ves?
Yaeko
Hay un hombre atado, con su cabeza prendida en fuego
Yaeko
La luz estaba apagada, así que lo único visible era su cabeza ardiendo en llamas
Yaeko hablaba mientras levantaba la cabeza para mirar el techo agrietado
Ella lo había visto en excelentes condiciones, ¿o no? De repente, escuchó un pitido que provenía de una escalofriante bruja. La figura estaba sostenida en la pared, apoyando sus manos y pies, con la cabeza torcida en un ángulo imposible, mirando directamente a Yaeko, quien permanecía sentada en la cama, inmóvil.
La bruja emitía el sonido de su enorme boca, parecida a la de un demonio.
Yaeko
…
Mente de Yaeko
¿Me quieres enseñar lo que hay en tu cuarto?
Yaeko perdida en sus pensamientos baja la cabeza velozmente y luego de unos segundos, responde:
Yaeko
¿Eh? Si, esta bien…
Se levantaba suavemente, manteniendo la mirada fija en el suelo mientras daba pasos lentos hacia la puerta de su habitación
Al llegar alarga su brazo y toca la manija haciéndola girar en reverso, al momento, da unos pasos hacia atrás alejándose un poco de la habitación.
Yaeko
Mira… en la silla había dejado mi bolsa de maquillaje, pero luego…
Yaeko
Ese señor estaba aquí…
A los ojos de Yaeko, esto era lo que veía:
Yaeko
La voz suave de su madre resonó nuevamente.
Mente de Yaeko
¿Qué sientes al respeto?
Yaeko
No siento nada…
Yaeko
Nada…
Mente de Yaeko
Eso es bueno… mi amor
Mente de Yaeko
A quienes amas y no corresponden ese sentimiento… asesínalos
Mente de Yaeko
No te merecen…
El tono de la voz se vuelve ronca y tenebrosa al instante, diciéndole:
Mente de Yaeko
Siempre escúchame y haz lo que te diga. Estamos contigo en todo momento. Ellos no…
Yaeko tímidamente asiente y se devuelve hacia su cama penosamente.
Al sentarse nuevamente en el borde, recuerdos de su niñez llegaron de repente a su mente, como la tan ansiada entrega de un paquete.
Ella recordaba lo inteligente y llena de actitud que era en esos tiempos, disfrutaba de las cosas pequeñas de la vida.
Solía ir a parques de diversiones y recorrer todo el lugar junto a su familia. Su padre compraba los boletos para los juegos mecánicos y se los entregaba a ella para que pudiera montarse en aquellos que más le gustaban.
Para Yaeko, eran los recuerdos más hermosos que atesoraba de su infancia. Todo parecía estar bien.
Solía tener amigos con los que podía compartir.
Pero volviendo al presente, se encontraba en la oscuridad más profunda del ser humano; su soledad y la falta de cariño reflejaban el infierno que estaba viviendo.
Yaeko levantó sus manos y frotó su rostro con ellas, sintiendo una creciente ansiedad.
Yaeko
Estoy… cansada
Yaeko
Ire a bañarme…
Yaeko
Quiero salir un rato para respirar un poco de aire fresco
Yaeko se levantó tranquilamente y se dirigió al baño, recogiendo antes su toalla.
En su cama, con las sábanas alborotadas, yacía el dibujo que había hecho momentos antes.
*****
En la ciudad, un chico de ojos azules claros y cabello azul más oscuro resaltaba entre las voces de las ancianas que paseaban por el lugar.
Las paredes de esas casas estaban cubiertas de pintura, los grafitis hechos por el joven se apoderaban de aquella zona, donde predominaban los ancianos.
Era el lugar de menores recursos de la ciudad, pero un chico rebelde como el no le importaba.
Taro
¿Qué miras, anciana? ¿También quieres que te llene la cara de pintura, eh?
*****
Yaeko ya había terminado de bañarse, aunque sintió que la observaban mientras acariciaba sus partes íntimas. ¿O tal vez sólo fue su imaginación?
Vidas robadas, identidades fragmentadas, y el eco eterno de las voces que la persiguen. Eso es Yaeko.
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