Con ese aspecto terrorífico y espantoso, la bruja de las montañas escondía secretos que solamente ella sabía, no era llamada bruja por el fanatismo, sus grandes brujerías e experimentos se llevaban todo el pastel.
Yaeko quería descubrir por qué su madre había visitado tantas veces a aquella bruja cuando ella era una niña. Tenía que haber algún motivo, algo que la obligara a hacerlo. Finalmente, esa curiosidad podría ser saciada en unas pocas horas.
Lintia
Entiendo… ya se donde encontrarla
Madre de Lintia
¿Porqué ansias tanto en verla?
Lintia
Necesito… saber algunas cosas
Con esas últimas palabras, Yaeko ocupando la identidad de su madre, se despide y se marcha hacía su casa. Cargando el peso de sus compras.
Al llegar, coloca los productos en su pequeña mesa de madera, de gran calidad y resistencia, luego entra al baño, se desnuda, acaricia un poco su dulce cuerpo. Hasta terminar por completo.
Yaeko
Ahh… estaba deliciosa el agua
Mente de Yaeko
¿Porqué lo hiciste?, ¿Porqué lo hiciste?
Mente de Yaeko
Eres una mala persona, ¡mereces lo peor!
Yaeko seguía conteniéndose por completo; esas voces conocidas ya no le afectaban tanto como cuando era niña.
Por el momento…
Yaeko
Si hicieran silencio… se los agradecería…
1 hora después
Yaeko se ponía en marcha hacia donde se ubicaba la bruja de las montañas. Era una mujer muy vieja, y los rumores decían que nunca se había mudado de aquel lugar en sesenta años. Pocos se atrevían a visitar el lugar.
*****
Con un tono muy lento, resonó entre una habitación vieja y descuida una voz, que decía:
Bruja
Tendré… visitas hoy…
Mientras reía tenebrosamente, dejando al descubierto su falta de dientes hasta encontrar algunos podridos.
*****
Después de un largo rato, Yaeko llegó al sitio. Observó una casa vieja, que a simple vista parecía espaciosa por dentro. La noche ya había caído, y no dudó en entrar. Por coincidencia o no, la puerta permanecía abierta, sin ningún seguro.
Al dar el primer paso, su vista se oscureció, quizá por la falta de luz, sólo unos pocos focos parpadeaban débilmente. Ahora tendría que subir las escaleras; tal vez alguna sorpresa le aguardaba en la cima, preparada por la bruja de las montañas.
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