16 - Victoria.

Podía notar de antemano que Dereck estaba enojado, su ceño fruncido y brazos cruzados me lo estaba dando a entender.

Ahora, lo que me dejaba con un poco de curiosidad es, ¿Por qué parecía enojado? A mi consideración él no debía ni por que importarle mi persona en lo más mínimo.

—¿Desde cuándo? —Pregunta con enojo, su voz siendo arrastrada entre sus dientes, como si se estuviera conteniendo.

—¿Desde cuándo qué? —No comprendo a lo que se refiere.

—Tu y el duque Maximilian, ¿Desde cuándo está pasando esa aventura?

Bufé burlonamente, que se refiera a mi relación con Aaron como una aventura pareciera hacerlo ver como si la que había actuado mal en esta situación fui yo.

—Actúas como si fueras la víctima. ¿Olvidas quién fue quien se apareció públicamente con otra mujer?

No respondió porque sabía que tenía razón, pero lo que más me enojaba ahora mismo era su presencia, si esperó tantas horas significa que debe de decir algo importante.

O al menos eso creí.

—Tu matrimonio presenta un desequilibrio en el imperio, reconsidera tu decisión.

Miré con enojo hacia el príncipe, corregí mi postura y me senté derecha, ahora estaba hablando de verdad.

Era claro que mi matrimonio con la familia Maximilian presentaría un gran desbalance en el poder del imperio. Yo hija del duque de la zona sur y Maximilian la familia que gobierna el norte, básicamente si nos lo propusiéramos, podríamos comernos al imperio.

—¿Y qué? —Respondo, Dereck se tensa en su asiento y de nuevo sus ojos enojados se dirigen a mí.

Esa mirada ya no me hacía sentir nada, es más me satisfacía fastidiarlo.

—Mi padre, el emperador me pidió que reconsiderara nuestro matrimonio, pero mi amor por Rosé es tanto que no la puedo abandonar.

Su discurso de amor me estaba colmando la paciencia.

—Ve al grano ya es hora de la cena, tengo hambre.

—Aunque hace varias generaciones que esto no se hace, puedo considerar que te conviertas en mi concubina.

¿Concubina? De pronto el ambiente se tensa. Mis manos se vuelven puños y considero de verdad saltar encima de él y golpearlo. Esto es una clara humillación hacia mí y no solo eso, también para la familia Barlovento.

Al ver hacia mis alrededores, todos los sirvientes habían dejado de hacer sus deberes y miraban ofendidos hacia el príncipe heredero. Curiosamente gracias a eso me sentí protegida y con fuerza para responder.

—No. —Respondo contundentemente. Dereck en su asiento se sorprende.

—Madeline piensa por un momento por el bien del imperio.

—Lo haría si me importara, ¿Por qué debería de hacerlo? Mi orgullo como hija del duque de Barlovento no será perturbado por estupideces como el amor. —Tomé de la mesita del centro la taza de té que había dejado ignorada desde que entré y le di un sorbo, ya estaba frío. —En dado caso, Rosé debería de ser la concubina, estrictamente hablando no tiene las cualidades para convertirse en emperatriz, todos piensan así.

Sabía que tocar el tema de su amada señorita lo iba a poner de los nervios ya que de inmediato se alteró.

—¡No te atrevas a hablar así de mi prometida!

—¡Tu no me levantes la voz! —Grité en respuesta dejando a Dereck paralizado, jamás había levantado la voz frente a él, siempre traté de cuidar mi imagen. Pero la recatada Madeline ya cambió, no voy a permitir que me falten el respeto de ninguna manera, aunque se trate del futuro emperador.

Me puse de pie dejando en claro que la conversación y la reunión había terminado.

Sin embargo, mi muñeca fue tomada con excesiva fuerza que me sacó un jadeo de dolor. Dereck se veía furioso y por un momento me paralicé cuando sentí como jalaba mi muñeca hacia él.

No se atrevería a golpearme ¿Verdad?

Pero de pronto la puerta del salón fue abierta abruptamente, el duque Maximilian había llegado junto a mi padre y hermano.

El alivio recorrió mi cuerpo y me solté del agarre de Dereck para caminar hacía mi padre, lo saludé con una reverencia y lo miré directamente a los ojos. El lucía enojado.

Solo fueron un par de segundos y el dirigió su mirada hacía el príncipe heredero.

—¿Concubina? —Pregunta con su voz áspera, y sonrío porque esta es una victoria para mí. Ellos habían escuchado todo, al ver al príncipe pude notar lo nervioso que se encontraba y una carcajada se atoró en mi garganta.

La mirada de todos se dirigió hacia mí y solo atiné a aclararme la garganta haciendo como que nada había ocurrido.

Ya esperaba la llegada del duque Maximilian para esta hora, pero no contaba con la llegada de mi padre y hermano.

De cualquier modo, esto era mucho mejor.

—Su alteza, ya debe de saber lo que el emperador piensa acerca del matrimonio entre las familias ducales del norte y sur. —Dereck trata ahora de convencer a mi padre, procediendo a ignorarme tanto a mi como a los otros presentes.

—Lo sé, así como sé lo que piensa sobre tu matrimonio con la hija de un conde pobre.

El príncipe heredero aprieta los dientes con furia, ya que estaba dirigiéndose a un duque y su forma de actuar estaba siendo más limitada.

—Precisamente vengo del palacio imperial, porque desde este momento la familia Barlovento se deslinda completamente como un apoyo hacia tu sucesión. —Mis ojos se abren con sorpresa y de inmediato observo como el rostro de Dereck se desfigura por la noticia.

—Yo todavía tenía mis dudas, —Dice Guillian, mi hermano. —Pero esta familia no apoyará a un emperador egoísta que no piensa estrictamente en el bien de nuestro imperio, mira que elegir a alguien así como emperatriz por algo tan abstracto como el amor.

El rostro del príncipe heredero se comenzó a colorear de rojo debido al enojo y temblaba como un pequeño cachorrito.

Al final no dijo nada, solo dio una reverencia hacía todos nosotros y se fue si decir ninguna palabra más. Supongo que esta era una total victoria por la familia Barlovento.

Incluso pude ver orgullosos a mi hermano y padre. 

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