11 ‐ Confesión.

Una larga semana transcurrió sin problemas en la mansión Barlovento.

Tal cual esperaba madame Dalia llegó de visita con más diseños para mostrarme, en la última carta que ella me envió demostraba lo emocionada que estaba por enseñarme otros diseños, un poco más adecuados para los círculos sociales.

Yo al igual que ella, estaba emocionada por conocer los nuevos diseños.

— Buenos días señorita Barlovento, estoy tan emocionada por visitarla el día de hoy, traigo conmigo muchos diseños más para que usted se los pruebe. — De inmediato llamó a su ayudante para que comenzara a abrir las cajas que las acompañaba, innumerables vestidos de diferentes colores, tamaños y decoración se dejaron ver en los percheros. La gran variedad de tonalidades me hicieron emocionarme, cada uno demostraba una belleza única que nunca antes había visto.

Sin duda alguna la historia del libro no le daba suficiente crédito a los diseños de madame Dalia, me divertía la idea de encontrar nuevos diseños de vestidos para los próximos eventos que se avecinaban.

Uno de dichos eventos, es la cita que tenía prevista con el Duque Aaron.

Tal cual él me lo había dicho, llegó una invitación a mi mansión donde me invitaba a salir. Las invitaciones de la fiesta de compromiso del príncipe heredero aún no habían llegado pero no me incomodaba salir con él.

En realidad mentía de que no iría a esa fiesta de compromiso, era verdad que al ser hija de un Duque era parte de mis deberes como princesa asistir a dichos eventos, aunque a mí no me gustaba y mi hermano Guillian tampoco estaba de acuerdo.

Pero era imposible para mí rechazar dichas invitaciones.

Por eso estaba más interesada en buscar un vestido que se adecúe para la cita tendría próximamente con el Duque.

Él me dijo que tenía planeado llevarme a un lugar al aire libre y que no me preocupara por llevar un vestido tan pomposo, más bien me pidió llevar algo más ligero y cómodo, ya que él planeaba llevarme a diferentes lugares y estar todo el día completamente conmigo.

Así pues, cuando todos los vestidos estaban acomodados en sus lugares mire uno a uno, señalé cuáles eran los que más me gustaban a mi parecer aunque en realidad todos y cada uno de ellos me parecían estupendos.

Sin embargo, había uno en específico, de un color lavanda que llamó mi atención esta vez.

Era un poco más pomposo que el último que usé de ella, casi similar a los vestidos que usan las damas ahora, pero menos voluminoso.

El detalle de bordados en la falda y las pequeñas flores en la zona del pecho lo hacían un vestido bastante bonito.

Ese fue uno de mis vestidos elegidos, de ahí en adelante seguí observando otros diseños y colores más.

**

La cita con el Duque Maximilian al fin había llegado, un carruaje enviado por la familia Maximilian llegó justo al amanecer, según el sirviente que habían enviado junto con el carruaje, dijo que nos llevaría a un lugar para recibir el desayuno.

La criada que me acompañaba esta vez lucía un poco desconcertada, ya que no era normal que saliera tan temprano, pero no puse resistencia y salí de la mansión con una gran sonrisa.

Al llegar a lo que parecía un restaurante pequeño con unas cuantas mesas afuera y pocos comensales dentro, el Duque Maximilian ya me esperaba en una de las mesas del salón.

Vestido cuasualmente.

Su pantalón perfectamente planchado, su camisa que le quedaba justo a su cuerpo y un saco casual.

Él me miró con una sonrisa en sus labios y susurró cerca de mí, lo hermosa que me miraba esa mañana. Sonreí porque no podía creer qué esas simples palabras hicieron latir mi corazón como nunca antes, toqué mi pecho con curiosidad, de verdad esta era la primera vez que sentía algo similar. Mire a los ojos del Duque Aaron, esos ojos azules que parecían brillar de tan solo verme.

Sonreí genuinamente.

¿Era posible que tal vez yo pueda abrir mi corazón?

Aún no sabía si me sentía preparada para dar un siguiente paso, tenía que tener las cosas claras con el Duque maximillian, porque mi corazón no podría soportar una ruptura más

Pero debía de pensarlo muy bien, ya que él solo me quería para que sea su prometida por un tiempo.

Odiaba esos pensamientos en mi cabeza, que me obligaban a pensar en cosas malas que los momentos buenos los destruye por completo.

Odiaba sentirme así, sentirme como que no valía nada, como si lo único que importara sea con la persona que me case.

Miré al hombre frente a mí de nuevo, parecía curioso por saber qué es lo que yo estaba pensando y entonces decidí dejar que las cosas fluyeran, tal vez y solo tal vez, esta nueva oportunidad me guíe a otro camino.

Muy en el fondo de mi corazón, espero que esa mirada que él me está dedicando en este momento, sea genuina.

Tomó la mano que él me extiende y me besa el dorso.

Me saluda con su ya usual sonrisa juguetona.

Yo respondo con una sonrisa.

Al sentarnos a desayunar, los empleados de inmediato nos atienden y disfruto de un delicioso desayuno.

Al terminar, él me guía por la calle principal donde los puestos y tiendas comenzaban a abrir sus puertas miraba curiosa por los ventanales y me emocionaba un poco al ver los nuevos lanzamientos de las marcas que reconocí un poco.

Para mí no era tan normal salir a pasear de esta manera, ya que como próxima emperatriz me dedicaba estudiar todos los días.

Después del desayuno, estudiaba la historia del imperio, posteriormente aprendía sobre los presupuestos, después del almuerzo me dedicaba aprender a bailar, a bordar y a tejer.

Y cuando la cena llegaba, cuando el sol se ocultaba, era un momento de relajación donde podía leer y disfrutar de los mundos de fantasía que solo los libros sabían enseñarme.

Por eso, últimamente los días parecían ser tan largos, ya no necesitaba estudiar para ser una buena emperatriz y tampoco necesitaba perfeccionar mis modales, simplemente estaba existiendo, estaba comenzando a vivir como cualquier dama noble.

La compañía del Duque Maximilian en vez de incomodarme, hacía que me sintiera segura y que no temiera por su reacción al momento de actuar tal cual y cómo era yo.

Él permitió que yo lo guiará entre las tiendas, que mirara, probara y que comprara cualquier cosa que a mí se me antojase, parecía mas una salida de compras que una cita, pero la compañía de Aaron me hizo sentir feliz.

Cuando el sol por fin se estaba comenzando a ocultar, ambos estábamos dando un paseo por un jardín, era famoso entre los jóvenes aristócratas porque era un gran jardín rodeado de flores y esculturas al aire libre qué lo hacían sentir mágico.

En uno de los laberintos del jardín, donde los arbustos llegaban a nuestra cintura, Aaron entrelazó su mano junto a la mía, cosa que hizo que lo mirara directamente a la cara y él me sonrió, ya no era una sonrisa juguetona.

Era una sonrisa qué trataba de transmitirme algo, algo del cual yo no estaba captando.

—Cada vez me cautiva más señorita, —No respondo, ya que no comprendo a que se refiere. —Sinceramente, yo solo me acerqué a usted simplemente para saber de lo que era capaz al momento de saber el futuro, pero ver una faceta diferente a la Madeline del libro, ha logrado que me interese por completo por usted.

—Yo estoy igual aún más sorprendida, —Respondo finalmente, mirando nuestras manos entrelazadas, como si fuéramos unos amantes enamorados. —creí saber lo que el amor me hace sentir, pero ahora mismo estoy confundida.

Al levantar la mirada, el duque Maximilian me miraba sorprendido.

—Creo que me gusta un poco joven duque Aaron, —Digo con seriedad. —así que no estoy segura de que sigamos viendonos en un futuro.

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