CAPITULO 03

Al día siguiente, me despertaron las voces que provenían de la sala. Con un dolor de cabeza horrible y sin hambre, salí despacio a ver qué sucedía. La situación era tensa: mi familia estaba discutiendo acaloradamente. No entendía mucho, solo escuchaba gritos de mis tías sobre un gran problema.

Después de un rato, decidí preguntar qué había pasado. Resulta que el novio de mi prima Luz se había emborrachado y se había peleado con unos chicos. La familia estaba en un escándalo total. Escuché cómo se culpaba a mi amiga Julia, supuestamente por haber dicho que mi prima Luz estaba saliendo con otro chico. No sabía si era cierto o no, pero la tensión en el ambiente era palpable.

Poco después, mi prima Lorena confirmó que, efectivamente, Luz había estado bailando con otro chico. Esto desató aún más la furia de mi tía, quien nos culpó a Lorena, Samanta y a mí, alegando que nos habíamos involucrado en el asunto. Yo, sintiéndome a salvo, solo atiné a decir que me alegraba de no haber ido al concierto, porque de haberlo hecho, seguramente me hubieran echado la culpa.

La discusión continuó, pero tras un rato, el ambiente se calmó y comenzamos a desayunar, riendo un poco. Después de la comida, decidimos pasear por un bosque hermoso, donde había plantas vibrantes y un lago con cisnes. Sin pensarlo, los días pasaron tranquilos, pero la fiesta en el pueblo terminó y tuvimos que regresar a casa.

De vuelta a mi rutina en la universidad, las clases eran aburridas, pero estaba decidida a aprender. La semana avanzó con salidas y risas con mis amigos. Un día, por pura curiosidad, decidí revisar mis redes sociales. Abrí la aplicación y vi varios mensajes, incluyendo uno de un desconocido que decía: "Hola, ya te encontré".

Intrigada, le respondí, preguntándole cómo me había encontrado. Resultó ser un amigo de Ricky. Empezamos a charlar, y me dijo que su nombre era Andrew Palacios. Aunque no me sonaba, continuamos conversando. Andrew hablaba varios idiomas y, para entenderlo mejor, le pedí que me enviara audios. Así, nuestra conversación fluyó más naturalmente.

Con el tiempo, acordamos salir. Al principio, dudé, ya que no me gustaba conocer gente nueva. Sin embargo, decidí arriesgarme y le pasé una dirección para que me recogiera. Al llegar al lugar, lo vi en la esquina de la calle. Su apariencia era seria y diferente; vestía de manera informal y no parecía de los barrios más tranquilos.

Camino a un parque, la conversación comenzó a fluir. De repente, un vendedor de rosas se acercó y, con tono bromista, nos preguntó si éramos enamorados. Ambos nos reímos, y eso rompió el hielo. La tarde avanzó y, aunque Andrew parecía serio, me sentía bien a su lado.

Antes de que me diera cuenta, me pidió que extendiera la mano y me colocó una pulsera roja con un dije de infinito. Agradecida, sentí que ese gesto era especial. Luego, decidimos entrar a un café para escapar del frío. Mientras tomábamos café, la conexión entre nosotros creció.

Al final de la tarde, me llevó a tomar un taxi. Nos despedimos, luego al anochecer me envió un mensaje que había puesto la foto que nos tomamos juntos como fondo de pantalla en su celular. Era un gesto lindo que me sorprendió.

Sin embargo, días después recibí un mensaje de mi ex, Fabián, reclamandome por esa foto, que no se donde la vio ni como,sentí una mezcla de emociones, ya que aún tenía algunos sentimientos por él. Pero traté de mantener la calma y le respondí que Andrew era solo un amigo.

Ahora que lo pienso, si hubiera sabido que Andrew se convertiría en un huracán que arrasaría con mi vida, me hubiera encantado que se quedara en "apenas lo conozco". La vida está llena de sorpresas, y a veces, lo inesperado puede cambiar todo en un instante.

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