Capítulo 2 - Secretos en la sombra
Los días pasaron volando, y con cada uno de ellos sentía que mi destino se acercaba cada vez más. La coronación de mi hermano Azrael como el nuevo rey se aproximaba, y yo no podía evitar sentir un nudo en el estómago cada vez que lo pensaba.
A pesar de los esfuerzos de Endymion por guiarme hacia la luz, aún había momentos en los que me sentía abrumada por la oscuridad que parecía acecharme. Los murmullos desconfiados de la gente y las miradas temerosas que me lanzaban cuando creían que no les veía, me recordaban constantemente que, a los ojos de todos, yo seguía siendo la amenaza que debía ser eliminada.
Una noche, mientras me encontraba paseando sola por los jardines, escuché unas voces susurrantes que provenían de uno de los pabellones. Al acercarme con sigilo, pude distinguir a mi padre, el rey Damián, y a Endymion, mi mentor, inmersos en una acalorada discusión.
—¡No puedes estar hablando en serio, Endymion! —exclamó mi padre con evidente frustración—. ¿Cómo puedes sugerir algo así? ¡Es mi hija, por los dioses!
—Majestad, entiende que es por el bien del reino —replicó Endymion con calma—. La profecía es clara, y si Lilith llega a ascender al trono, todo estará perdido.
Sentí que el corazón se me oprimía en el pecho al escuchar aquellas palabras. ¿Acaso mi propio padre estaba considerando la posibilidad de deshacerse de mí? Un repentino miedo se apoderó de mí, y sin poder evitarlo, me apresuré a alejarme de allí, ocultándome entre las sombras.
Corrí sin detenerme hasta llegar a mi habitación, donde me dejé caer sobre la cama, incapaz de contener las lágrimas que brotaban de mis ojos. ¿Cómo podían hacerme esto? ¿Acaso no entendían que yo no había elegido este destino?
Pasé el resto de la noche llorando en silencio, intentando encontrar una solución a esta terrible situación. No podía permitir que mi propio padre conspirara en mi contra, no después de todo lo que Endymion había hecho por mí.
Al día siguiente, me armé de valor y busqué a mi mentor en los jardines, donde solíamos tener nuestras lecciones.
—Endymion —dije con voz temblorosa—, ¿es cierto lo que escuché anoche? ¿Acaso mi padre planea deshacerse de mí?
El anciano hechicero me miró con tristeza y suspiró profundamente.
—Pequeña Lilith, lamento que hayas tenido que enterarte de esta manera —dijo con pesar—. Sí, temo que el rey Damián está considerando la posibilidad de eliminarte como una amenaza para el reino.
Sentí que la ira se apoderaba de mí, mezclada con una profunda decepción. ¿Cómo podía mi propio padre pensar en algo así?
—¿Pero por qué? —exclamé, sin poder contener mi frustración—. ¡Yo he hecho todo lo que me has enseñado, Endymion! He aprendido a controlar mis poderes, a ser amable y gentil con todos. ¿Acaso no es suficiente?
—Lo sé, lo sé —respondió Endymion, posando una mano sobre mi hombro—. Pero a los ojos del rey y de muchos en el reino, sigues siendo la villana de la profecía. Y temen que en algún momento puedas sucumbir a la oscuridad que supuestamente habita en ti.
Apreté los puños con fuerza, sintiendo cómo las lágrimas volvían a brotar de mis ojos.
—Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? —murmuré con amargura—. ¿Debo huir de aquí y esconderme para siempre?
Endymion me miró con determinación y tomó mis manos entre las suyas.
—Escúchame, Lilith —dijo con firmeza—. Tú tienes un gran poder dentro de ti, uno que puede salvarte de este destino. Pero debes aprender a usarlo sabiamente, sin dejarte llevar por la ira o el miedo.
Asentí lentamente, sintiendo cómo la esperanza volvía a florecer en mi corazón.
—¿Qué debo hacer, Endymion? —pregunté, mirándolo con determinación.
—Debes ser más fuerte que nunca —respondió él—. Debes demostrarle a tu padre y a todo el reino que no eres la villana que todos temen. Conviértete en la heroína de tu propia historia.
Apreté con fuerza las manos de Endymion, sintiendo cómo una nueva resolución se apoderaba de mí.
—Lo haré —dije con convicción—. Voy a luchar por mi derecho a vivir, y a probar que soy digna de la confianza de este reino.
El anciano hechicero me obsequió una cálida sonrisa y asintió con aprobación.
—Así me gusta, pequeña Lilith —dijo con orgullo—. Y recuerda, pase lo que pase, siempre estaré a tu lado para guiarte y protegerte.
A partir de ese día, me sumergí de lleno en mi entrenamiento con Endymion, determinada a demostrar mi valía y a ganarme el respeto de mi padre y de todo el reino. Aprendí a canalizar mis poderes mágicos con mayor precisión, a anticipar los movimientos de mis oponentes y a mantener la calma incluso en las situaciones más adversas.
Mis días transcurrían en una constante lucha por ganarme el derecho a vivir, a demostrar que no soy la amenaza que todos temen. Y a medida que pasaba el tiempo, pude notar cómo algunos de los habitantes del reino comenzaban a mirarme con menos recelo, e incluso a acercarse a mí con curiosidad.
Sin embargo, mi padre y Azrael parecían mantener una postura inflexible. Cada vez que intentaba acercarme a ellos, me recibían con frialdad y distancia, como si temiesen que en cualquier momento pudiera traicionarlos.
Fue entonces cuando decidí que era momento de tomar cartas en el asunto. Si mi propio padre y mi hermano se negaban a darme una oportunidad, entonces tendría que buscar la forma de ganarme su confianza por mi cuenta.
Una noche, mientras caminaba por los pasillos del palacio, escuché voces provenientes del despacho de mi padre. Al acercarme con sigilo, pude distinguir a Azrael y al comandante de la guardia real, inmersos en una acalorada discusión.
—¿Estás seguro de que es necesario? —preguntó Azrael con evidente preocupación.
—Lamento decirlo, majestad, pero es la única manera de asegurar la estabilidad del reino —respondió el comandante con firmeza—. La princesa Lilith es demasiado peligrosa, y no podemos arriesgarnos a que acceda al trono.
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Comments
Digi
pero si el que lo dijo fue Endymion no el rey
2024-09-26
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